Segunda División | Los equipos asturianos

Braat, portero del Oviedo: "¿Cervera? Ahora entrenamos con más intensidad"

"En febrero veo al equipo entre los ocho primeros, tenemos buena plantilla" | "Fue duro empezar de suplente al estar en otro país"

Braat, posando para LA NUEVA
ESPAÑA ayer en El Requexón.
Fernando Rodríguez

Braat, posando para LA NUEVA ESPAÑA ayer en El Requexón. Fernando Rodríguez / Xuan Fernández

Xuan Fernández

Xuan Fernández

Se nota que Quentin Braat (Pithiviers, Francia, 1997) está feliz. Normal. El portero francés del Oviedo está de dulce, como el equipo. Desde que Álvaro Cervera apostó por él ante el Granada el Oviedo no pierde. Braat, sentado con LA NUEVA ESPAÑA en El Requexón, repite que es mérito del grupo. Antes repasa su carrera y su fichaje por el Oviedo, algo atípico porque el hombre que le trajo, Rubén Reyes, se fue del club al poco de firmar su contrato. Braat contesta a todo en un más que aceptable castellano. Pero por si las moscas a su lado está Miguel Sanz, director del área social, buen amigo del jugador e intérprete para la ocasión.

–¿Dónde empezó a jugar?

–En mi pueblo, donde vivía. Está al lado de Orleans, en el sur de París. Ahí viven mis padres, que tienen una charcutería, y mi hermano pequeño.

–¿Cómo es?

–Bueno... A mí no me gusta mucho, pero está mi familia y mis amigos. El pueblo tiene una parte bonita, pero el resto…

–¿Siempre fue portero?

–¡Qué va! Al empezar era delantero y me gustaba mucho. Cuando jugaba arriba, eso sí, sacaba de portería porque le pegaba más fuerte que el portero. Un día el portero no pudo venir a un partido y me puse, tenía 10 años, y desde entonces ahí sigo.

–¿Le gustó?

–Me gustó y me salió un buen partido.

–¿Siempre quiso ser futbolista?

–Sí, era mi sueño. Cuando la profesora preguntaba en el colegio qué queríamos ser de mayor yo lo tenía muy claro: futbolista profesional.

–¿Qué hubiese sido si no?

–Arquitecto. De hecho, estudié un grado sobre eso, pero luego no lo pude compaginar con el fútbol.

–Fue internacional en las inferiores y coincidió con Mbappé.

–Sí, en la selección. También con Dembélé.

–¿Cómo era Mbappé?

–Muy diferente que ahora en mi opinión, cuando estaba con nosotros no era profesional y era muy tímido y callado en el vestuario. No hablaba mucho y ahora es totalmente diferente por todo lo que ha conseguido.

–¿Destacaba?

–Sí, se veía ya desde los primeros entrenamientos que jugaba a un nivel increíble. Estaba en otro escalón respecto al resto.

–¿Habla algo con él?

–No, ahora no. Si nos vemos nos damos un abrazo, pero no tenemos contacto.

–¿Cómo era Dembélé?

–Estaba muy loco, pero una gran persona. Con él no coincidí tantas veces, solo un par de ellas.

–¿Ve muchos partidos del Mundial de Qatar?

–Sí, me gustaría que ganásemos la Copa del Mundo y si tenemos suerte, puede ser. Francia es un buen equipo.

–Su llegada al Oviedo se cerró en marzo.

–Yo hablaba con mi agente mucho porque en el Chamois de Francia terminaba contrato en junio. Estaba jugando todos los partidos y quería que nada me distrajese del juego. Entonces le dije que no quería saber nada de ningún club, que no me lo contase. Pasó un tiempo y no podía postergar más ni evitar analizar mi futuro. Entonces vino Rubén Reyes, que estaba muy interesado en ficharme. Se quedó un fin de semana de febrero, me vio jugar en el estadio y luego vino a mi casa.

–¿Le convenció rápido?

–Sí. Hablamos con él y fue todo muy bien. Yo conocía el club, pero no la ciudad y el estadio. Luego estuve unos días de visita en marzo. Fue muy bonito.

–Cuando llegó al Oviedo ya no estaba Rubén Reyes.

–Pero sí estaba Roberto Suárez, que me conocía y también me había visto en Francia. El fútbol es así, pasan esas cosas, y yo vine al Oviedo a entrenar duro y trabajar.

–A los pocos meses se vendió el club, ¿cómo lo vivió?

–Para mí no cambió nada: mi vida era entrenar.

–Empezó de suplente, ¿fue duro?

–Fue duro, sí. Estaba en un nuevo país, otro idioma, lejos de mi familia… Koba me ayudó mucho, habla francés y nos llevamos bien, somos muy amigos. Seguí trabajando en los entrenamientos hasta que llegó mi oportunidad.

–Cervera apostó por usted al poco de llegar, ¿esperaba ser titular?

–No, para nada.

–¿Cuándo se entera?

–Una hora antes de salir hacia el Tartiere, en el hotel de concentración. Me puse muy contento, pero también estaba estresado. Necesitábamos resultados y teníamos presión. Segura (entrenador de porteros) vino a mi habitación y me dijo que sería titular.

–¿Cómo recuerda ese partido?

–Fue increíble y duro al quedarnos con uno de menos. Jugar en el Tartiere con tanta gente fue muy especial y un gran cambio. En mi anterior club no hay casi afición, como máximo iban dos mil al campo. Todo era nuevo para mí y me gustó mucho el apoyo del público.

–Con usted el Oviedo no conoce la derrota.

–Es mérito de todo el equipo, empezamos a conocer la táctica de Cervera y su idea de fútbol.

–¿Qué le pide?

–Con él hablo poco, mi interlocutor es Sergio Segura. Trabajo mucho el juego aéreo y la velocidad con los pies.

–¿En qué cambió el equipo respecto a la etapa de Bolo?

–Tenemos más intensidad, mucha más. Sobre todo en los entrenamientos.

–¿Qué falló con Bolo?

–No soy entrenador, pero faltó intensidad en los entrenamientos para que eso se viese en los partidos.

–¿Dónde ve al equipo en febrero?

–Entre los ocho primeros, tenemos un buen equipo, buena gente y buenos jugadores. Para mí si seguimos así podemos ganar más partidos y estar arriba.

–¿Qué le han dicho del derbi?

–Me han dicho que es un partido muy importante para la región y que no podemos perderlo, que lo valora mucho la afición.

–¿Cómo es un día normal en su vida?

–Entreno y no hago mucho más, descanso mucho en casa. Duermo la siesta, como y juego un poco a la consola. Juego al FIFA, al Call of Duty… Es una manera de estar conectado con mis amigos de Francia.

–¿Ve series?

–Sí, tiro mucho de Netflix. Recomiendo a los lectores "1899", está muy bien.

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