El estirón de Cervera

Cuando Álvaro Cervera llegó a El Requexón, el Oviedo atravesaba una plaga de bajas que ni se recordaba en el club y el equipo estaba en descenso (19.º) tras ocho partidos sin ganar. No cantaba bingo desde agosto, ante el Racing de Santander. Ni los más optimistas en el Oviedo esperaban una recuperación así con el Almirante al frente de la nave. Hoy y ahora el equipo azul marcha el 14.º clasificado y ha salido de la zona de peligro. Igualado a puntos con el Sporting (23), mira el panorama desde una tranquila zona templada. Si la Liga hubiese comenzado cuando Cervera firmó, el Oviedo estaría en play-off: iría el sexto clasificado.

Pese a la evidente mejoría, nadie quiere lanzar las campanas al vuelo. El plan en el Oviedo es rascar lo máximo posible de aquí al mercado de invierno, llegar en una buena posición en enero y luego intentar aspirar a algo más.

Nadie quiere hablar del play-off después de los apuros que se han pasado, pero en el club tampoco se oculta que la llegada de Cervera, reforzado notablemente esta semana, ha sido lo que ha inclinado la balanza. El guineano es un técnico que difiere de la filosofía Pachuca, más tendente al fútbol defensivo y al orden, pero en el club tienen claro que fue la mejor opción posible por el momento actual del Oviedo y que los hechos le han dado la razón a Martín Peláez, el principal impulsor de su llegada al banquillo. Los que tratan a menudo con el técnico aseguran que Cervera está igual que a su llegada: tranquilo y confiado en que el equipo tiene mucho más que dar pese a la mejoría. De ahí vino el toque de atención que dio en Tenerife tras la victoria, donde no le gustó la versión de su equipo. Estricto con sus jugadores, menos cercano que su antecesor, la próxima parada del Oviedo de Cervera, el martes ante las Palmas.

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