Así sí los quiere Cervera: el análisis del momento del Oviedo

El equipo azul mostró en Huesca la imagen de equipo fuerte que el técnico persigue fuera, especialmente con uno menos

Los jugadores del Oviedo celebran el gol de Koba. | Área 11

Los jugadores del Oviedo celebran el gol de Koba. | Área 11 / Nacho Azparren

Nacho Azparren

Nacho Azparren

Dos experiencias ha vivido Cervera como entrenador del Oviedo con un jugador menos sobre el campo. Ambas satisfactorias. En la primera, el equipo resistió 50 minutos ante el favorito Granada y dio en la que tuvo, con sutil taconazo de Enrich a la red (1-0). En la segunda, sobre el frío césped de El Alcoraz, el equipo se mantuvo erguido durante más de media hora ante un Huesca que no aprovechó su superioridad (1-1). No parece que las dos experiencias sean casuales: el Oviedo es un hueso y se crece ante las adversidades.

Ya había estado correcto con diez hombres el equipo azul ante los de Ziganda, pero fue el golpe sufrido con la expulsión de Luismi cuando salió a relucir la mejor versión oviedista. El Oviedo tuvo que conformarse con un punto, lo que le sigue dejando en la zona tibia, aún alejado de los puestos de honor de la tabla. Pero es un punto con regusto dulce.

Porque llegó, además, tan solo un par de semanas después de la peor experiencia de la etapa Cervera: el 3-1 en Andorra. Aquel día se encendieron las alarmas. El equipo seguía carburando en el Tartiere, intratable como siempre, pero las cosas parecían torcerse fuera. Había serios peligros de convertirse en un equipo de dos caras, que luce músculo en casa y se dispersa fuera. Por eso es tan importante la imagen de El Alcoraz. Porque el equipo demostró que también puede enseñar las garras fuera.

El Oviedo se pareció a ese conjunto sólido que el entrenador pide en todos los escenarios. La imagen deseada la explicó hace algunas semanas el propio Cervera, cuando los azules rozaron el triunfo en Ponferrada. Dijo el técnico que le gustaría jugar siempre así a domicilio. En Huesca, aquella imagen se mejoró por momentos.

Nombres propios

El empate, además, refuerza a algunos futbolistas. Por si quedaba alguna duda, Abel Bretones ha venido para quedarse. Ya no es que sea indiscutible en el lateral del Oviedo, es que pasa por ser uno de los futbolistas más en forma de Segunda en su posición. En Huesca ofreció otra exhibición en todas las facetas. Tiene tal despliegue que puede cubrir todo el flanco y su acompañante en la izquierda tiene una vida más fácil. Le sucedió a Montoro ante el Alavés y repitió Sangalli en Huesca.

También se subraya la importancia capital de Koba cuando el equipo tiene la pelota. Las jugadas diferentes, incluida la contra que dio origen al penalti, nació cuando el equipo logró domar la pelota y servírsela al francés. Sigue teniendo lagunas, sobre todo cuando el juego se cuece por los aires, y sigue sin lograr la continuidad deseada. Pero es el futbolista más talentoso de los que dispone de Cervera. Si el técnico logra inculcarle ese gen ganador de sus equipos puede ser un futbolista que marque diferencias.

Otro héroe inesperado en Huesca fue Mángel. El canterano entró en escena en el peor momento posible, tras la roja a Luismi, y se hizo con el mando desde el primer momento. Ganó disputas, como siempre, pero mostró esta vez un poso con la pelota digno de un veterano con un sinfín de batallas a sus espaldas. Su impacto fue instantáneo en el juego y la sensación es que va a más.

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