Vallejo devuelve la sonrisa: victoria del Oviedo (0-1) en Málaga

Un cabezazo del andaluz en una gran jugada, le da una victoria merecida a los de Cervera, superiores en La Rosaleda

Nacho Azparren

Nacho Azparren

El Málaga era un saco de nervios y el Oviedo un equipo pausado y seguro. La sensación durante el partido, ya desde el silbido inicial, era que los locales jugaba temerosos de cuando les caería el golpe y los visitantes actuaban con la certeza que en algún momento golpearían al rival. Hubo un poco de todo, de miedo malaguista y madurez azul (sacavera en esta ocasión), en un triunfo (0-1) con efectos analgésicos (lo del Villarreal B había hecho pupita), ilusionantes (aunque aún lejos de los de arriba, permite levantar la vista) y que confirman algo: Vallejo es un gran futbolista.

0
Málaga
1
Real Oviedo
0-1, min. 58: Vallejo.
Málaga
Yáñez (2);
Bustinza (1), Ramalho (1), Burgos (0), Jiménez (0);
Lago Jr. (1), Jozabed (1), Muñoz (1), Febas (0);
Sol (0), Castro (0).
Cambios

Loren (1) por Sol y Villalba (1) por Febas, min. 57.
Ramón (1) por Jozabed y Cristian (1) por Jiménez, min. 74.
Gallar (1) por Bustinza, min. 85.

Real Oviedo
Braat (1);
Lucas (2), Tarín (2), Calvo (2), Bretones (1);
Viti (1), Jimmy (1), Luismi (2), Koba (1);
Bastón (1), Vallejo (2).
Cambios

Enrich (3) por Bastón,. min. 44.
Montoro (1) por Koba, min. 70.
Moro (1) por Vallejo, min. 81.

Árbitro: De la Fuente Ramos (castellano leonés). Expulsó a Burgos con roja directa, min. 59. Amonestó al local Jiménez y al visitante Lucas.
La Rosaleda: 17.294 espectadores, con unos 200 oviedistas.

El Oviedo se plantó sobre el césped un plan en mente. La ejecución del mismo solo se dio a trompicones, en una línea habitual esta temporada, pero al menos había una idea, un guion al que agarrarse. Y este pasaba por cerrar líneas, adelantar la línea de presión y esperar a que el Málaga, o más bien sus nervios, hicieran el resto. Que el conjunto andaluz juega al borde de un ataque de nervios se vio en cada pase horizontal entre los centrales, o con el portero. La pelota iba dando tumbos, indecisa, temerosa de caer en algún pie visitante.

A eso jugó el Oviedo. No es que tuviera excesivo éxito la propuesta porque cuando robó le costó enlzara tres pases seguidos, pero la sensación en todo caso es que si los de Cervera afinaban un poco, lo justo, podían desarmar la dubitativa defensa local. Cervera tenía, además, talento de sobra para encontrar esa vía.

Porque el técnico le había dado un lavado de cara al once con una novedad importante, Vallejo salió de inicio. La confianza del técnico en su pupilo es plena. Lo situó, además, detrás de Bastón, la zona donde más parecen brillar sus condiciones. Para hacerle hueco, el cántabro refugió a Koba a la izquierda, donde se sintió algo confuso.

El Oviedo salió con algunas reservas al partido, cediendo el ímpetu inicial a los de Pellicer, animados pero con escasas ideas. Castro fue el primero en buscar el gol de forma seria, pero Braat blocó abajo su intento en el área. Casi se había llegado al cuarto de hora.

La primera del Oviedo no llegó hasta los 24 minutos y fue, esta vez sí, una jugada ideada en la caseta. Porque partió del error local, algo esperable, y conectó con la velocidad de Viti. No necesitó de fases previas, y eso para un equipo al que le cuesta un mundo crear en un atajo más que interesante. Así que Viti lució cilindrada y probó con la derecha en cuanto atisbó el área. Yáñez desvió lo justo para arreglar el desaguisado de su zaga.

La siguiente del Oviedo fue aún más clara. Hacía minutos que el Málaga había desaparecido del partido. Se entregó de primeras a un bullicioso Lago Junior, que no tardó en poner en problemas a Bretones. Pero en cuanto el zurdo recuperó la confianza, el carril quedó sellado. Así que, como decíamos, el Oviedo rozó el tanto. Fue la más importante del primer acto, en el minuto. Partió de una pérdida malacitana, claro, seguida de un control y envió al espacio de Vallejo, premio a la rapidez en la toma de decisiones. Bastón fijó a Ramalho, le superó en zancada y, ya ante Yañez, definió con la zurda. Pero la bola rodó trabada hasta chocar con el meta local.

Las dos ocasiones, la de Viti y la de Bastón, sirvieron para incidir en la idea ya comentada: el Oviedo necesitaba poco para llegar. O mejor: el Málaga exigía poco para que le llegaran.

Antes del descanso, un accidente no previsto. Bastón se sentó en el suelo y dijo basta. La lesión le apartó del choque e introdujo a Enrich en la trama. Superado el disgusto rápido, el Oviedo alcanzó el receso con la sensación de haber ido de menos a más. Vallejo, en un intento de gol olímpico, firmó la última antes del descanso.

Volvieron los equipos de la caseta para demostrar que todo iba creciendo. Que el Oviedo cada vez estaba más cómodo y que al Málaga le temblaba más y más el pulso. No tardó en aparecer Vallejo para mostrar su talento. Primero, encontró a Bretones a la carrera para citar al lateral con Yáñez, pero el meta tapó la definición. La segunda, para convertirse en actor principal.

La jugada del gol, minuto 58, reúne tres aciertos seguidos. Solo se pedía eso. Excelso Enrich, protegiendo tras recibir un saque de banda y dando continuidad con un imaginativo taconazo. Exacto Lucas, que envió al área al lugar preciso donde crear problemas a los centrales. Y decisivo Vallejo entrando con convicción para cabecear a la red. El 0-1 dejaba herido al Málaga.

El golpe fue aún más sonoro cuando, en plena celebración carbayona, Burgos, central local, susurró algo al colegiado y este le respondió con la roja directa.

A partir de ahí, el Oviedo supo jugar con los tiempos. Ni el Málaga parecía tener argumentos, ni su grada creer en ellos. Los azules trataron de sedar el choque con largas posesiones mientras desde la grada se entonaban cánticos contra la directiva local y los futbolistas. A cada llegada del Oviedo le seguía un “¡jugadores, mercenarios!”.

No obstante lo intentó el Málaga, sobre todo a balón parado, donde todo se iguala. Pero el que pudo matar la cita fue el visitante. También a balón parado. Luismi remató con el casco arriba un córner. En otro, a cinco del final, Enrich se topó con Yáñez tras un rechace y Moro erró por centímetros. Solo ese detalle le dio algo de aire al Málaga, pero el Oviedo supo eliminar cualquier intento de reacción y sumar tres puntos con efectos terapéuticos: lo del Villarreal B ya está olvidado.

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