Manu Vallejo, delantero del Oviedo: "Se está perdiendo al futbolista de barrio; creo que yo tengo ese estilo"

"Muchas veces tuve que echar una mano en el bar de mis padres; en casa me enseñaron que hay que pelear por lo que te propones"

Manu Vallejo, ayer, en El Requexón.   Irma Collín

Manu Vallejo, ayer, en El Requexón. Irma Collín / Nacho Azparren

Nacho Azparren

Nacho Azparren

En cosa de dos semanas ha recuperado la chispa. Era su objetivo, pero quizás no esperaba lograrlo en tan poco tiempo. Manu Vallejo (Chiclana de la Frontera, Cádiz, 1997) fue niño prodigio en el Carranza antes de buscar continuidad en el primer plano. Le faltó continuidad en Valencia y en Gerona parecía que iba por un camino similar. Por eso se planteó salir en invierno. El Oviedo le tendió la mano y él pensó en regresar a donde un día fue feliz. No por el lugar, sino por las personas. Álvaro Cervera es el nexo entre el mejor Vallejo y el actual. Él sonríe de nuevo. Empieza a disfrutar y el Oviedo se agarra a su fichaje más ilusionante en invierno para pensar en cotas mayores que la permanencia. "¿El play-off?", se pregunta, "para mí es un objetivo. Hay que ser ambiciosos".

–¿Cómo está?

–Muy bien. Adaptándome a todo. A la ciudad, al club, al estilo de juego… El recibimiento ha sido espectacular, a todos los niveles, tanto el club como el vestuario.

–Logró el gol de la victoria en Málaga. Llevaba once meses sin marcar

–¿Sí? ¿Tanto? Ni me acordaba. Hice uno con el Girona, pero me lo anularon. El gol es una consecuencia. Si te encuentras bien y estás cerca del área tiene que llegar. Yo lo que busco en Oviedo es reencontrarme conmigo mismo. Y marcando es más fácil.

Manu Vallejo, ayer, en  El Requexón. | Irma Collín

Manu Vallejo, ayer, en El Requexón. | Irma Collín / Irma Collín

–¿Lo ha visto repetido?

–Sí, sí. Varias veces (risas).

–¿Cómo actúa en la jugada? ¿Instinto?

–No es muy habitual que marque de cabeza, pero alguno sí que hecho. Con el Cádiz tengo uno parecido a centro de Salvi, contra el Reus. En el campo me pareció más fácil que luego cuando lo analicé en vídeo. Al final el desmarque y el remate salen solos, pero no es tan sencillo como puede parecer.

–¿Muchas felicitaciones?

–Sí, claro. Tengo mucha gente detrás que me valora y se agradecen esos mensajes de ánimo.

–El gol llegó con su familia en la grada.

–Por ellos es por los que más me alegro. Son los que más lo viven, somos todos uno. Les salió bien el viaje desde Chiclana (risas).

–Dijo el otro día que las primeras impresiones en Oviedo le recordaban a Cádiz.

–Así es. El míster no ha cambiado mucho. Es la misma idea, los mismos entrenamientos. Hay muchas cosas que me recuerdan a aquella temporada que fue muy buena en lo personal. Busco recuperar mi mejor versión y así parece más sencillo lograrlo.

–¿Cómo se dio la salida del Girona?

–En principio no tenía pensado irme, pero fichan a otro futbolista en mi puesto (el ucraniano Tsyhankov) y me replanteo las cosas. Y en ese nuevo pensamiento, el Oviedo siempre es mi primera opción. Luego llega la llamada del míster (Cervera), que es más de reconocimiento que otra cosa, para ver cómo estoy y qué idea tengo. Pero ya le digo que Oviedo era mi primera opción si salía del Girona.

–¿Cuesta dejar la Primera División?

–Claro que cuesta, sí. ¡Con lo difícil que es llegar! Pero al final tenía que tomar una decisión por mi familia y por mí. Fue una elección más emocional que futbolística. Buscaba cariño.

–¿Tan importante es la confianza en su fútbol como parece?

–En mi caso y en el del 90% de los futbolistas, yo creo. Como jugador entrenas bien, te cuidas, llevas una vida responsable… Unos hábitos que no se ven y puede suceder que al final juegue otro compañero en tu lugar. Enlacé varios años sin esa confianza y eso se nota en tu juego. Pero fue llegar aquí y en una semana ha cambiado. No he comido nada diferente ni he hecho nada nuevo, y ya tuve la suerte de meter un gol. Con un poco de confianza ya es más sencillo que salgan las cosas.

–¿Su primer recuerdo con un balón?

–En el Trovador, el campo del APA Sancti Petri. Allí me dejaba mi madre para entrenar y jugando hasta que me venía a recoger. Empecé allí y desde el principio arriba, marcando muchos goles.

–Su padre fue futbolista.

–Sí, delantero también. En Chiclana dicen que mejor que yo. Los más mayores, los que le vieron jugar, dicen que ojalá yo jugara la mitad que él… ¡Pero los números están ahí! (Risas).

–También dicen que usted es más aplicado en el fútbol.

–Me considero muy cabezón. Siempre peleo por lo que me propongo. Eso me enseñaron en casa.

–Sus padres tienen un bar, la Venta Espadita. ¿Cómo fue crecer allí?

–Echamos muchas horas allí porque mi casa está conectada al bar. Muchas veces nos tocó a mi hermano Álvaro y a mí echar un cable. Mi padre nunca me pidió ayuda, decía que tenía que salir de mí. Pero si había lío ya llegaba mi madre y decía: "Manu, a echar un cable". Y para allá iba.

–¿Por su estilo, se considera un futbolista de barrio?

–Puede ser. Y es algo que hoy en día se ha perdido. He visto mucho fútbol desde pequeño, allí en Chiclana, me he rodeado de gente mayor. Esas cosas marcan. Me considero un futbolista de barrio, sí.

–Llegó al Cádiz a base de goles.

–Firmé en cadetes y fue bastante natural. Seguí marcando, escalando en la cantera poco a poco. Hasta que llegué al filial.

–¿Estuvo en el Carranza el 31 de mayo de 2015?

–Estuve, sí, sí. El día que subió el Oviedo. En Cádiz había mucho optimismo por el resultado de la ida. Me acuerdo que cantaron Andy y Lucas y que el gol del Oviedo fue en un córner. Y que le echaron la culpa a Tomás, un chaval de la cantera. En Cádiz fue un día muy triste.

–Dicen que es Cordero el que le recomienda a Cervera subirle.

–Juan Carlos (Cordero) era el que tenía controlado el filial y ese verano se hablaba de varias salidas en el equipo. Vi una oportunidad y me agarré a ella. Me salió bien desde pretemporada.

–¿No le sorprendió una adaptación tan rápida?

–Es que fue todo muy natural. En realidad estaba haciendo lo mismo que venía haciendo en las categorías inferiores. No supuso un gran cambio.

–Le llama el Valencia. que apuesta fuerte por usted. ¿Más responsabilidad?

–Lo recibí con ilusión. Estamos hablando de uno de los grandes de España, aunque no pase su mejor momento. El míster (Cervera) también me habló muy bien de ese club. Era un gran movimiento tanto para el Cádiz como para mí. La oportunidad de jugar en Primera.

–¿Qué faltó en Valencia para funcionar bien?

–Más confianza en mi juego. El primer año empecé bien, metí un par de goles, luego me lesioné y ya no tuve continuidad. Mi segundo año creo que ya sí fue muy bueno. Tuve minutos, noté que Gracia, el entrenador, contaba conmigo. El tercer año en Valencia lo afronté con muchas ganas y con optimismo por lo que había pasado el anterior. Pero vino un nuevo entrenador (Bordalás) y con él no hubo…

–¿No hubo "feeling"?

–Ni "feeling" ni nada. A partir de ahí me costó, sobre todo psicológicamente. Pensé que sería un buen año y me costó asimilarlo. Ni me dejaron estar bien ni yo lo estuve. Los números en Valencia no fueron malos hasta ese tercer año, pero desde el principio supe que no entraba en los planes. Lo pasé mal.

–Además de la familia, ¿en quién se apoya en los momentos malos?

–La familia es lo más importante, la que me aguanta en los malos momentos, pero en los últimos tiempos estoy trabajando con un psicólogo deportivo. Es una herramienta que cada vez se usa más a este nivel y que ayuda. Yo lo agradezco.

–¿Cómo es ser campeón de Europa sub-21?

–Algo increíble. En ese equipo estaba rodeado de estrellas, fue una experiencia inolvidable. Estaba Merino, Ceballos, Soler, que se convirtió en un buen amigo, Oyarzábal…

–¿Por qué elige el Girona el pasado verano?

–Me quedaba un año de contrato. Venía de Vitoria donde no fueron buenos meses, pero en la pretemporada con el Valencia sí di buen nivel, pero, claro, la situación contractual no era la mejor. Era lo mejor para el club y salió la opción del Girona. Era un estilo dinámico, de ir hacia el rival y me gustaba. Decidí dar el paso y no me arrepiento.

–En Girona le costó...

–Nada más llegar participé. Me hicieron un par de penaltis, supusieron puntos, me anularon un gol ante el Betis… No tuve muchos minutos, pero aporté. Llegué al final y había mucha gente de ataque, el míster prefería otros jugadores.

–¿Qué objetivos personales se pone en el Oviedo?

–Ayudar. Como sea. Si marco, doy asistencias y juego bien, más cerca estaremos de ganar. Eso es lo que busco.

–¿Qué le pide Cervera?

–Lo tiene claro conmigo. Me dice lo que tengo que hacer, a qué zonas debo ir, lo que tengo que correr (risas). Conmigo no ha cambiado nada de nada.

–¿Qué le parece este Oviedo?

–Es un equipo muy competitivo. Si logras dos o tres victorias seguidas, que es muy difícil, lo sé, te cambia la perspectiva. En ello estamos. Si logramos ganar al Burgos nos metemos ahí y podemos mirar las cosas con objetivo.

–Complete la frase: El play-off es…

–Un objetivo. Hay que ser ambiciosos. Pero no vale con decirlo solo, hay que trabajar para intentar alcanzarlo. Si nos ponemos una meta es para exigirnos y trabajar por ello. Iremos primero a por los 50 puntos, pero cuanto antes los logremos primero nos pondremos a pensar en pasos más ambiciosos para todos.

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