Volcanes, frío y fútbol: la exitosa experiencia de un canterano del Oviedo en la liga islandesa
Dani Benéitez encara su segunda temporada en la liga de Islandia tras ganar el año pasado la «Fotbolti Cup»: «Físicamente van como aviones, pero les cuesta tácticamente»

Dani Benítez, con el prebenjamín de Teresianas. / Miki López
A la mayor gesta del atípico fútbol islandés (derrotar a Inglaterra en los octavos de la Eurocopa de 2016), le siguió la frase del clásico Gary Lineker que sirve de perfecta síntesis de esta historia: «Nos ha eliminado un país que tiene más volcanes que futbolistas profesionales». Y es precisamente a la competición islandesa hacia donde se encamina ahora Dani Benéitez, nacido en Oviedo hace 25 años, formado en El Requexón y que ha militado en diversos equipos de la Tercera asturiana. El centrocampista afronta su segunda experiencia en Islandia tras el éxito del cuso pasado cuando se proclamó campeón de la "Fotbolti Cup".
«Justo hace unos días entró un volcán en erupción cerca de donde voy. Pero ya está todo controlado», cuenta Dani Benéitez en otra referencia volcánica antes de pasar al fútbol. El ovetense jugará esta temporada (condensada entre marzo y septiembre, por razones climatológicas evidentes: «Hay que evitar jugar a -20 grados…») en el impronunciable Knattspyrnufélagið Víðir Garð: El Vidir, en su versión más entendible. Un conjunto de la tercera categoría islandesa con aspiraciones claras: «La meta es ascender».

Dani Beneitez / LNE
Para Benéitez es la segunda experiencia en un fútbol antagónico al asturiano. Pero, ¿cómo llegó hasta allí? «Siempre me había picado la curiosidad de probar en el fútbol de fuera», cuenta el protagonista; «y hace dos temporadas estuve a punto de irme a Armenia, pero al final no cuajó. Cuando surgió el año pasado lo de Islandia no lo dudé». El país nórdico se unió a la larga lista de clubes en los que ha mostrado sus dotes como centrocampista, tras pasar por las canteras del Real Oviedo y Villarreal, y jugar en clubes como Avilés, Caudal, Urraca, Mosconia o Condal, donde ha militado hasta la semana pasada.
La primera experiencia ya fue más que positiva. Al asturiano apenas le costó adaptarse, «es una sociedad quizás más cerrada que la nuestra, pero muy agradable y educada», dice, y en lo deportivo la cosa fue sobre ruedas. Contra todo pronóstico, el Vidir se impuso en la "Fotbolti Cup", la segunda competición por eliminatorias del país, eliminando a un equipo de Primera y dos de Segunda. Para el pueblo de Garour, situado en el suroeste del país y con unos 1.500 habitantes, un éxito sin precedentes.
«Una cosa que me llamó la atención es que apenas hay diferencia entre las categorías», indica el asturiano. «El nivel de la tercera de allí diría que es variable: los equipos fuertes son como un Segunda Federación española y los más flojos como un Preferente», analiza. «Físicamente, el futbolista islandés va como un avión. El problema es que no tienen tanta disciplina táctica. Les cuesta…», añade. Más detalles diferentes de la competición: «En infraestructuras nos sacan bastante ventaja. Los campos son brutales, algunos son ‘indoor’ y la mayoría de césped natural, a pesar del clima».
El país también recibe los elogios de asturiano: «El año pasado me dio tiempo a visitarlo un poco y espero ahora también poder hacerlo. Es un país flipante, marcado por la geografía volcánica y con mucho interés para conocerlo», resume.
Pinitos en los banquillos
A sus 25 años, Benéitez disfruta del fútbol como jugador, pero también ha empezado a entrenar. Ha llevado hasta la semana pasada a los equipos prebenjamín, benjamín y cadete de Teresianas. Y le ha cogido el gusto: «Me llama mucho el día a día, disfruto en los entrenamientos, más aún que en los partidos. Creo que tengo vocación. Voy a echar de menos a los chavales». Y añade: «Como reto me gustaría subir con algún equipo de Teresianas algún día». En Islandia, también tiene previsto asumir el mando de algún equipo de la cantera, seguramente a un sub-15, para seguir con esa carrera como técnico que espera asentar en el futuro.
Al margen del balón, Benéitez estudia contabilidad y finanzas. «Lo llevo con calma, pero sigo con ello. Con la posibilidad de jugar fuera puedo hacerlo así y también posponer el empezar a trabajar porque logro unos ingresos y tengo menos urgencias», asevera. De momento, le toca disfrutar, otra vez, de un fútbol diferente al de aquí. De un país, como dijo Lineker, con más volcanes que futbolistas profesionales.
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