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Este sí es el Oviedo: victoria ante el gallito Eibar con un Chaira estelar (1-0)

Alemao, a servicio del extremo, anotó en un choque muy bien planteado por los de Calleja, merecedores de una renta superior

Nacho Azparren

Nacho Azparren

Este, sí. Este es el Real Oviedo que todos se imaginaban en verano, cuando los fichajes fueron completando el álbum de cromos. Un equipo fuerte en el duelo, con las ideas claras y con todo al servicio del talento de los de arriba. Porque, como se intuía, hay muy buenos futbolistas. Cazorla volvió a dar un clínic, Alemao reiteró que es un tanque y Seoane siempre aporta frescura. Pero esta vez, el partido de la mayoría de edad del Oviedo (victoria 1-0 contra el Eibar), fue el de Ilyas Chaira, desequilibrante una y otra vez. Un tipo con soluciones, que suelen explicarse con un balón cosido al pie.

Real Oviedo
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1 0
Eibar
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1-0, min. 47: Alemao.

Alineación Real Oviedo

Aarón (1);
Luengo (2), Costas (1), Calvo (1), Rahim (2);
Seoane (2), Colombatto (1);
Chaira (3), Cazorla (3), Moyano (1);
Alemão (2).

CAMBIOS

Sibo (1) por Colombatto y Paulino (2) por Moyano, min. 62.
Del Moral (1) por Cazorla y Paraschiv (1) por Alemao, min. 81.
Pomares (s.c.) por Chaira, min. 89.

Alineación Eibar

Fuzato (3);
Corpas (1), Arambarri (1), Arbilla (1), Arrillaga (1);
Nolaskain (1), Matheus (1);
Alkain (1), Mada (1), Puertas (1);
Bautista (1).

CAMBIOS

Pascual (1) por Mada y Villa (1) por Puertas, min. 59.
Cubero (1) por Corpas y Kento (1) por Nolaskoian, min, 75.


Sánchez López (comité murciano). Expulsó al visitante Arambarri por doble amarilla (min. 82). Amonestó al local Calvo.

Carlos Tartiere: 19.281 espectadores.

Aunque con bastantes menos decibelios de intensidad, el choque tuvo algunas cosas del que se vio no hace tanto en la batalla del play-off. Porque Oviedo y Eibar igualaron en intensidad y ambos quisieron quedarse con la pelota. De la bonita pelea, más táctica que visual, salió un encuentro con un sinfín de “mini-partidos” con su historia propia. Por resumir, el primer acto tuvo viento racheado, hubo minutos para los dos contendientes.

Entró bien el Oviedo, instalado en campo rival y con las ideas claras. Nada de posesiones redundantes, tampoco lo dejaba un Eibar que mordía muy arriba, sino que la intención era llevar el balón a las alas y desde ahí acelerar.

Sorprendió Calleja con su apuesta, que incluía a Moyano en la izquierda, un doble pivote de talante ofensivo (Seoane-Colombatto) y Luengo en el lateral con Costas guardándole las espaldas. De todos los movimientos salió especialmente favorecido Chaira, que en la dercha siempre se sintió en su hábitat.

De sus botas surgieron parte de las opciones azules del primer tiempo. Mérito del equipo haberle llevado tantos balones limpios al uno contra uno con su marcador. Y logro suyo el saber salir casi siempre sonriente. 

La primera parte del guion del choque fue azul, con Moyano avisando cuando solo se había cumplido un minuto. Pero se repuso el Eibar con largas posesiones y mostrando su intención de acercarse al área carbayona. A los 12 minutos, Costas tuvo que ir al suelo para evitar una cita íntima de Bautista con Aarón.

Respondió el Oviedo. Cazorla dibujó un pase para el que ni parecía haber vías abiertas. Luengo controló y, casi sin ángulo, chutó abajo. Pero faltó un rematador en el área. Eso, la ausencia de más acompañantes de Alemao en los balones al área fue algo que se echó de menos en las varias llegadas azules desde los costados.

La acción de Cazorla y Luengo precedió un buen momento del Oviedo en el choque. Otro cambio de viento. Aunque el Eibar siempre supo cerrar cada pequeña grieta que se intuyera en su muro. Una prolongación de Moyano sin rematador en el área fue la más clara de este pequeño periodo de dominio azul.

Poco se sabía del Eibar en ataque cuando llegó la acción más ruidosa del primer acto. Nolaskoain encontró a Bautista (que tira más desmarques que balones toca en el partido) a la carrera y Costas, que trataba de rectificar desde atrás, se lanzó a despejar. La pelota pareció impulsada por el gallego, pero Sánchez López (que en su última actuación en el Tartiere ya había firmado un escándalo desoyendo el VAR -y la lógica-) señaló falta y roja. La escuadra y el cartabón del VAR (4 minutos eternos) evitó el debate sobre la acción de Costas (repito, parecía dar el balón, pero hoy en día ya nadie sabe a que atenerse con el videoarbitraje) señalando fuera de juego en la acción previa a la caída.

El parón pausó el ritmo, el ambiente se crispó a pesar de que el veredicto fue favorable, y todo resultó un poco más turbio desde entonces. Mada probó a Aarón, sencillo, y Cazorla devolvió la atención al verde con un par de recortes de cuando tenía ventipico. La útima antes del descanso fue local, con un chutazo de Moyano que se fue cerca de la escuadra armera.

El Oviedo había dejado buenas sensaciones en el primer tiempo, como si hubiera estado trabajando como debe un choque ante un hueso. Pero que le faltaba un chispazo.

Y no tardó este en llegar. Fue a los dos minutos de la reanudación. Chaira, vivo, le birló el balón a Matheus y corrió. Llegó al área y la puso con mucho mimo. Alemao, que acompañaba, puso el músculo: cabezazo inapelable a la red. No podía empezar mejor el segundo acto. Y aunque respondió el Eibar con rabia al tanto, el Oviedo empezó a serenar el ambiente con la pelota. Con Cazorla, cómo no, como imán de cada posesión.

Alkain casi aprovecha un duda de Calvo pero Rahim corrigió. Y pasaron los entrenadores al plan B, al que ponía nuevas piezas sobre el tablero. Sibo y Paulino entraron en escena y el cántabro, el día de su regreso, pudo triunfar de manera instantánea. Pero primero Fuzato le negó el gol a su derechazo (el linea señaló un fuera de juego que la repetición descarto de pleno) y luego a un testarazo cercano. Fuzato ya era el único motivo por el que el Eibar se mantenía en el partido cuando volvió a lucirse en un mano a mano ante Chaira, que llevaba ya unos minutos campando a sus anchas sobre el césped. El siguiente fue Luengo, con un latigazo: otra gran respuesta del meta eibarrés.

No cambió el choque a pesar de que el Eibar no se conformó. Favoreció la segunda amarilla a Arambarri, pero sería injusto explicar el buen hacer del Oviedo también en los últimos minutos por una mera cuestión de superioridad numérica. No, el Oviedo cerró sin sustos el choque porque compitió mejor que su rival y no le tembló el pulso. Fue un señor equipo. Y Calleja, punto para él, supo interpretar cada ciscunstancia con los cambios. El choque que todos estaban esperando desde el verano. Esta vez, sí.

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