"Los Luengos" presumen de sangre azul: así vivieron el partido los amigos y familiares del central en "una ciudad maravillosa"

Varios amigos del central acuden al Tartiere para disfrutar de su colega "de toda la vida": "Nos gusta que juegue en Oviedo"

Pello Gutiérrez, Íñigo Gutiérrez, Alain Ferreras, Andoni Gutiérrez, Asier Beldarrain, Asier Monente y Unai Ferreras, anteayer en el Tartiere, durante el partido del Oviedo frente al Burgos. | J. A.

Pello Gutiérrez, Íñigo Gutiérrez, Alain Ferreras, Andoni Gutiérrez, Asier Beldarrain, Asier Monente y Unai Ferreras, anteayer en el Tartiere, durante el partido del Oviedo frente al Burgos. | J. A.

Joaquín Alonso

Joaquín Alonso

Oviedo

Es frecuente ver a los aficionados del Oviedo en el Tartiere con los nombres de sus ídolos estampados en sus camisetas, pero siete seguidos con el mismo dorsal llaman la atención. Pello Gutiérrez, Íñigo Gutiérrez, Alain Ferreras, Andoni Gutiérrez, Asier Beldarrain, Asier Monente y Unai Ferreras se hicieron notar en las gradas del municipal carbayón al ir todos ataviados con la zamarra del que es "uno más del grupo desde que somos pequeños". Y es que estos chavales iban a animar a Oier Luengo, central del Oviedo, "de la cuadrilla de toda la vida" y que, casualmente, anteayer ante el Burgos anotó el primer gol de los azules para algarabía de sus colegas.

El grupo de amigos de Oier Luengo, durante la celebración de su gol. | N. A.

El grupo de amigos de Oier Luengo, durante la celebración de su gol. | N. A.

"Andoni, Oier y yo (Unai) somos amigos prácticamente desde que nacimos. Fuimos juntos a la guardería y hasta bachillerato estuvimos en la misma clase. Jugábamos a fútbol en el equipo del cole (el Carmelo Ikastetxea) y después nos fuimos los tres juntos a las categorías inferiores del Amorebieta. Siempre hemos salido juntos a la calle, en cuadrilla, y ahora lo seguimos haciendo", indica Ferreras, uno de los que más gritó con el tanto de su mejor amigo.

"Como se puede ver, hay mucho Ferreras y mucho Gutiérrez... Aunque somos amigos, nuestras familias están muy unidas desde siempre. El puente era una buena oportunidad para volver a estar con Oier", reconoce este grupo de amigos, que vino este fin de semana por primera vez esta temporada a Oviedo para ver jugar a "uno de los nuestros". "Las dos campañas anteriores vinimos bastante. La primera temporada fue un poco dura para nosotros ya que veíamos que Oier no entraba en el equipo. Todos sabíamos que acabaría jugando, porque siempre es igual, parece que no vale y después se gana a todos con trabajo. Es un gran ejemplo para todos por la forma en la que ha llegado a la élite", celebra la cuadrilla.

Ahora, con un Luengo más que enchufado, todo el grupo promete venir más a Oviedo, aunque, gracias a la clasificación al play-off la temporada pasada, sus visitas fueron frecuentes. "La temporada del play-off la vivimos como si nosotros mismos fuéramos Oier, fue increíble. Estábamos puestos en todo lo que rodeaba al Oviedo. Que nuestro amigo de toda la vida, que sigue siendo igual de cercano a nosotros, pudiera ascender a Primera División, era un sueño. Vimos los cuatro partidos del play-off desde el campo como si fuéramos del Oviedo de toda la vida, mezclados con la afición y cantando sin parar. Incluso cantábamos las canciones de la afición azul por Amorebieta, que es donde vivimos. Insisto en que parecía que éramos los que ascendíamos a primera junto a él", reconoce Unai Ferreras, muy alegre al recordar aquella "bonita época".

Además, esta cuadrilla de amigos vive encantada con que Luengo juegue para el Oviedo. "Nos gusta que Oier juegue aquí y nos gusta mucho la ciudad. A nosotros siempre nos han tratado bien, en la calle, en los restaurantes, en el Carlos Tartiere... Y, además, Oier nos habla muy bien de la gente del equipo, de los aficionados y de la ciudad", celebran.

"Este año le vemos bien. Creemos que ha empezado la temporada a un buen nivel. Además es gracioso verle jugar de lateral (risas). Nosotros, que siempre le hemos visto de central, verle poner centros desde la línea de fondo, doblando al extremo... Siempre pensamos: ‘¡Este loco donde va!’, y después podemos vacilarle un poco. Aunque el cabrón lo hace bien y no nos podemos meter mucho con él", bromean.

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