El Tartiere empuja a un candidato: sexta victoria del Oviedo en casa, muy superior al Tenerife (3-1)
El equipo azul mata a su rival en la primera parte y dosifica después para auparse a la zona noble de la tabla
La pelota sale de banda a un metro de la línea divisoria y Chaira, más vivo que nadie, atrapa el balón y lo impulsa con sus brazos hacia la carrera de la locomotora Alemao. Lo hace unos tres metros por delante de donde había salido, pero esa pillería también forma parte del ejemplo de por qué el Oviedo se comió a un tibio Tenerife. Porque fue un equipo enérgico, metido en el partido desde el primer minuto. Con hambre. Fue un detalle, uno de importancia, en otra tarde de festejos del Tartiere, que va camino de convertirse en el estadio más festivo de España: barra libre de victorias locales desde hace 3 meses. Vuela el Oviedo en el Tartiere y ya pisa la zona más noble de la tabla. El 3-1 ante el Tenerife es otro tic en la casi perfecta (borrón del Racing) hoja de servicios de los de Calleja como locales.
Quiso imponer desde el principio su ley el Oviedo en un equipo con remiendos atrás (Jaime asentado con Calvo y Lucas de lateral zurdo postizo) y los habituales de ahí en adelante. Con Chaira y Hassan como puñales, siempre lo son en casa, empezó el partido. El zurdo ganó el primer pulso a su par y cedió a Alemao que remató cerca del poste. Habían pasado 2 minutos. 6 después, Sibo remató arriba una variedad novedosa de córner, con saque inicial raso para crear una superioridad.
No dejaría su papel principal Sibo a los 10 minutos. Lucas invadió campo rival y tuvo la mejor idea que uno puede tener a esas alturas: dársela a Cazorla. La de problemas en el mundo que podrían resolverse con un simple “dásela a Cazorla…”. Santi recibió el pase y devolvió otro envuelto en papel de regalo a Lucas que, esta vez, cedió a Sibo a la frontal. El africano metió el interior y el chut sorprendió a Carrasco para firmar un bonito 1-0.
El mérito del Oviedo -en este punto- fue no bajar la intensidad. Y llegó, a los 16’, la jugada descrita al principio de la crónica. La de la picardía de Chaira. Alemao meditó las opciones y la puso al palo más alejado, donde emergió Hassan para hacer el segundo.
Solo se había cubierto un cuarto de hora y el Oviedo ponía tierra de por medio, alejando el peligro de este tipo de partidos: un exceso de relajación. Solo un infortunio o una caída azul podían complicar la tarde.
Sucedió un poco de cada cosa. Antes de la media hora cayó Alemao, lesionado en la cadera. Su ausencia del campo, suplido por Paraschiv, no le sentó bien a los de Calleja. También hubo algo de decaimiento en la intensidad, una invitación para que el Tenerife tratara de agarrarse a una tabla.
La prematura siesta azul estuvo cerca de ser castigada poco antes del descanso. Fue una jugada de Luismi Loro que agradeció la tibieza del Oviedo para conducir hasta la frontal. Desde allí chutó y la trayectoria fue directamente a impactar con el brazo de Sibo. El colegiado no vio nada, pero desde la sala VOR pareció iniciarse un debate sobre la naturalidad o no de la posición de la extremidad del oviedista, que finalizó con el árbitro frente a la pantalla y, después, señalando penalti.

EN IMÁGENES: así fue el encuentro entre el Oviedo y el Tenerife /
Luismi se encontró con la oportunidad de meter a los suyos en el partido, pero se encontró con Aarón y, se puede decir ya a estas alturas, aura de gran portero. Chutó el chicharrero al medio y el meta -en lo que parecía una réplica del Lunin vs Bernardo Silva de la última Champions- rechazó haciendo la estatua. Tampoco acertó el atacante a la segunda, que pareció incluso más clara que el penalti. La enfervorizada celebración de Aarón con el Fondo Norte compitió en intensidad con un gol, uno cualquiera, para poner el perfecto colofón a una primera mitad en la que el Oviedo había entrado como un ciclón hasta amainar poco a poco y jugar a merced de un tímido Tenerife.
No salió con mucho más ritmo el equipo azul en la segunda parte. Su plan se limitaba a ceder el balón y tratar de sorprender a la contra. Pero el Tenerife asustó con un remate claro de Diarra y Calleja ordenó oxigenar las piernas con cambios. Antes de concretarse los relevos, el Tartiere estuvo a punto de descorchar el champán: Cazorla rozó el gol en otra gran acción de Hassan. Tras el cántico hacia el ídolo qu siguió a la acción, entraron en liza Moyano y -gran noticia esta- Jaime Seoane.
Los cambios le sentaron de fábula al Oviedo. No es la primera vez que Calleja acierta de pleno con los relevos, dicho sea de paso. Seoane, el día de su regreso, no tardó en dejar su firma. La dejada desde el costado de Moyano fue notable, pero el resto, obra del madrileño, fue excelente: conducción y definición con rosquita al palo más alejado. Como si no costara. Como si lo hiciera por rutina.
El 3-0 sepultó la poca moral que le quedaba al Tenerife y aumentó la fiesta del Tartiere. Además, motivos para la ilusión: debut de Fede Viñas. Quien aún no tenga ubicado al internacional uruguayo, su primera acción le define. Pugna ganada en carrera a su marcador y dejada de tacón a Paraschiv cuando se quedaba sin opciones. El Tartiere abrió los ojos imaginándose lo que puede dar en el futuro.
Ni el tanto de José León, a los 81’ de cabeza en una falta lateral, ni el último arreón de los chicharreros lograron inquietar el triunfo azul. Tampoco un árbitro con ansias de cámara que, entre otras cosas, enseñó la quinta amarilla a Calvo. Tres puntos que refuerzan el fortín -seis victorias seguidas en casa- y lanzan al Oviedo en la pelea por los puestos de ascenso directo. El Tartiere es el estadio que más festeja.
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