Segunda División | Los equipos asturianos, ante el derbi número cien
Un derbi internacional: "Lo viviremos con pasión y nervios"
Los aficionados del Sporting y Oviedo que siguen el derbi en el exilio asumen que deberán "buscarse la vida para seguir el partido": "Habrá que buscarse alguna web que eche el encuentro y si no es posible, lo escucharemos por la radio", afirman los seguidores azules y rojiblancos
El derbi que se celebra este sábado en el Carlos Tartiere de Oviedo paralizará a Asturias durante dos horas. Pero el gran clásico del fútbol asturiano no solo tendrá impacto en el Principado. El partido será seguido desde todos los rincones del planeta, con una enorme expectación. "Lo viviremos con pasión y nervios", admiten los seguidores de Sporting y Oviedo esparcidos por todos los continentes. Estas son algunas de las historias de un derbi internacional. No solamente por los propietarios. También porque supera fronteras entre los aficionados.
Keita Shimada descuelga el teléfono a LA NUEVA ESPAÑA desde Japón. Este joven nipón es uno de los aficionados más populares del sportinguismo precisamente por la pasión que siente por los colores del club de una ciudad que le coge a miles de kilómetros como es Gijón. Keita admite que se despertará a las 05.00 de la mañana para seguir el encuentro desde su residencia. El cambio de hora (9 horas de diferencia en Japón) le obliga a hacer este esfuerzo para seguir el derbi. Reconoce que el bache del Sporting le preocupa: "Hay cosas en las que toca pensar". Pero considera Shimada que ganar un derbi es "la mejor medicina" para recuperarse. "Si ganamos, mejorará seguro la condición del equipo", admite este seguidor que otros años llegó incluso a gastarse un dineral para ver el encuentro desde Asturias, pero que este año ha tenido imposible cruzarse el planeta para estar en el encuentro.
Luis Perez-Espinosa es un joven gijonés que reside en la capital de Republica Checa Praga. Desde allí este fanático del Sporting seguirá el derbi. Él forma parte de una colonia asturiana. Un grupo de amigos que es muy sportinguista. La historia es curiosa. Porque en el edificio donde vive Luis hay también varios asturianos más. Forman una colonia sportinguista. Se unen cada fin de semana para ver los partidos del Sporting. Luis vive en el sexto. Pero la sala de reuniones está en realidad en la primera planta, donde vive Diego González, un joven avilesino que se encuentra de Erasmus en Praga. En la habitación de Diego tienen un proyector. En él pondrán el partido. "En un derbi no importan las dinámicas. Todos mueren ganar", cuentan estos jóvenes seguidores del Sporting en Praga. "Vamos a animar todo el partido. Hay que confiar". Ambos seguidores confían en Dubasin como factor diferencial para el derbi: "Ha estado a un nivel espectacular". Luis también confiesa que tiene simpatía por Pablo García, al que conoce de Gijón. Mientras que Diego es fan de Diego Sánchez, por su origen avilesino.
Desde Chile una familia asturiana seguirá con enorme pasión el derbi. Residen en Santiago de Chile desde 2014. La familia Falagan-Pidal ya tiene todo preparado para seguir el encuentro. Allí José María, el padre, ha hecho grandes esfuerzos porque sus hijos (Eugenia e Iñigo) mantengan ese sentimiento sportinguista. También Eugenia, la madre.
"Somos una familia muy sportinguistas. Se vive mucho el fútbol en casa. Hay muchos procedentes sportinguistas en la familia. Desde Chile seguimos mucho al Sporting. No es fácil seguir a un club de Segunda. No ponen mucho sus partidos. Este año íbamos bien hasta este pequeño bache. Son cosas que pasan: rachas buenas y malas. El año pasado seguimos mucho al Sporting. Curiosamente echaron los partidos de play-off por ESPN. "Esperamos poder ver el partido en casa. Me temo que hay que buscar alguna web. Si no, en alguna radio", explica José María Falagan.
La pasión azul no se limita a las gradas ni a la región. Cruza fronteras y se instala en rincones tan lejanos como Nueva York, Shenzhen o Ciudad de México, donde aficionados oviedistas siguen al equipo desde la distancia, con rituales y emociones propias de quien mantiene viva su conexión con "la tierrina".
Íñigo Álvarez lleva más de 22 años fuera de Oviedo, y en su paso por ciudades como Madrid, Los Ángeles, Boston y ahora Nueva York, el Real Oviedo ha sido una constante en su vida. "Llevo aquí poco más de siete años, de un total de unos quince en Estados Unidos. Mi mujer es de Valladolid, y tenemos dos hijos, Matilda y Pelayo, que nacieron aquí. Los dos tienen carné del Oviedo desde el día de su nacimiento", cuenta con orgullo desde la Gran Manzana.
Su pasión por el equipo comenzó en los años 90, cuando asistió a su primer partido en el viejo Tartiere, viendo a leyendas como Carlos, Cristóbal, Rivas, Jerkan o Jankovic. "Me hice socio por primera vez en la 96/97, con un abono que costaba 7.000 pesetas, 42 euros al cambio. Desde 2004, soy socio ininterrumpidamente", relata. Íñigo ha vivido los años más duros del club. "Tragué mucho campo de Tercera y Segunda B, y sufrí mucho en la distancia. Estuve en los playoffs en Ávila, Arteixo, Cádiz… Esos momentos dejan huella".
De cara al derbi, Álvarez confiesa que su plan será improvisado. "En Estados Unidos no hay ninguna cadena ni plataforma que emita la Segunda División, así que llevo años apañándome con la radio e internet. Para este derbi haré lo mismo, buscarme la vida". Sin embargo, su optimismo no se tambalea. "El partido será un 2-1 a cara de perro, con goles de Alemão y algún central, como Calvo o Costas. Hay que eliminar de la mente el bochorno de la ida con el 3-1. Este equipo tiene plantilla para, como mínimo, estar en playoff, y si nos volvemos más regulares, creo que podemos pelear incluso por el ascenso directo. Pero hay que dejar de perder partidos como el del Córdoba. Debemos ser más regulares y empezar a ganar a domicilio".
Desde Shenzhen, China, Ignacio Blanco se prepara para vivir una nueva madrugada oviedista. Profesor y director deportivo en un instituto internacional, Blanco es oviedista desde niño, a pesar de que su padre era del Sporting. "Fue mi abuelo paterno quien me inculcó el amor por el Oviedo. Mis padres me sacaron el carné en el verano del 97, cuando tenía nueve años, y fui socio hasta 2014. Desde entonces, con la distancia y viviendo en lugares como Irlanda, apenas he podido ver un partido al año, o ninguno, como en la temporada del último ascenso", explica.
Para Ignacio, el ritual del derbi incluye la bufanda del Oviedo a los pies de la televisión. "No suelo hacer mucho más, porque toca verlo de madrugada y en silencio para no despertar a los vecinos", dice con humor. Desde su perspectiva, el equipo necesita mayor regularidad. "Da la impresión de que funciona a fogonazos. Creo que falta que tres o cuatro jugadores más se sumen a la base de los que rinden con continuidad. Si conseguimos que 17 o 18 jugadores estén en dinámica, el panorama cambiará".
Sobre el derbi, Blanco es claro. "Mi porra es un 2-1 o un 3-1 que iguale el goal average. Por pedir, confío en goles de Alemão y que Chaira, Hassan o Portillo echen una mano. Este equipo tiene nivel para dar un paso adelante, y ojalá para la jornada 42 estemos, como mínimo, en play-off, y quién sabe si algo más".
Rodrigo Martín dejó Asturias en 2014 para instalarse en Ciudad de México, donde trabaja en una agencia de marketing digital. "Estoy muy contento con el país, la ciudad y la gente. Aunque siempre se echa de menos la tierrina, los amigos… trato de volver todos los años", cuenta.
Oviedista desde los años más duros del club, Rodrigo recuerda con nitidez momentos históricos. "Fui abonado en Tercera, estuve en el Tartiere viendo la decepción de Arteixo y tuve la suerte de estar en Ávila, en el ascenso a Segunda B en 2005. Cuando cambié España por México, seguir al Oviedo era complicado en Segunda B, pero recuerdo perfectamente una mañana viendo como pude el gol de David Fernández al Cádiz".
Este año, el horario del derbi le permitirá vivirlo con más tranquilidad. "Será a las 14 horas, así que ya tenemos montado un asado, como dicen aquí, con cervezas y sidra. Vendrán amigos mexicanos que ya son un poco oviedistas, algún español del Sporting y otros que solo vienen por el evento. Pero siempre lo disfrutamos. Algún año lo vimos a las 8 o 9 de la mañana, y no sería la primera vez que desayunamos sidra y cerveza".
Aunque Martín admite cierta cautela por la irregularidad del equipo, confía en la victoria. "Voy con un 2-1, con goles de Alemão y Chaira. Jugando en casa y con la plantilla que tenemos, deberíamos hacerlo valer".
Para estos tres oviedistas que viven fuera de las fronteras españolas, el derbi es mucho más que un partido. Es una conexión con sus raíces, una forma de mantener vivo su amor por el Oviedo a miles de kilómetros de casa. Este sábado, mientras el Tartiere ruja, ellos estarán pendientes, sintiendo que, por unas horas, están un poco más cerca de casa.
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