El Tartiere exhibe una grada de récord en medio del ambiente festivo

El campo registra la mejor entrada de la temporada, donde los carbayones disfrutaron con el gol de Hassan a su exequipo

Joaquín Alonso

Joaquín Alonso

Ambiente de los que hacen historia y afición el vivido ayer en el derbi asturiano. Miles de aficionados (28.123 almas en el Tartiere, la mejor entrada del año) se dieron cita ayer en la capital del Principado para disfrutar del partido ante el eterno rival, el Sporting. Las calles de Oviedo se tiñeron de azul desde antes del mediodía, a pesar de que el árbitro no indicaría el inicio del choque hasta las 21 horas.

A la hora de comer, en las zonas de sidras y vinos, no cabía ni un alma. Las ganas de derbi ya se podían respirar en el ambiente. Tras llenar el estómago, la marea carbayona se fue acercando a los aledaños del Tartiere, donde estaba previsto el recibimiento a los jugadores del Oviedo, y donde los peñistas habían organizado la previa.

Arriba, aficionados del Oviedo en el Tartiere. A la izquierda y abajo, jóvenes seguidores azules esperan la salida del equipo del hotel de concentración y el recibimiento al  autocar del Oviedo en Alejandro Casona. Sobre estas líneas, Martín Peláez y David Guerra, antes de la comida de las directivas.

Aficionados del Oviedo en el Tartiere. / Irma Collín

Allí permanecieron toda la tarde, cantando y apoyando a los suyos, que se encontraban en el Silken Monumental, donde se realizan las concentraciones azules. Bares llenos, bengalas, fuegos artificiales y voladores dieron el toque de color a una tarde que para muchos aficionados se hizo larga.

La expedición rojiblanca llegó al feudo carbayón a las 19.15 horas, por lo que la salida de los jugadores del Oviedo se demoró. Los hombres de Javi Calleja tuvieron que esperar hasta pasadas las 19 horas para abandonar el hotel de concentración.

"¡Vamos, chicos, hay que ganar a esos!", gritaban los aficionados que esperaban con ansia tras las vallas dispuestas por la Policía Nacional mientras el equipo se montaba en el autocar. Los jugadores saludaron y poco a poco llenaron el autobús azul. Unos minutos después, atravesaron la calle Alejandro Casona entre el humo de las bengalas y los gritos de los hinchas. Los futbolistas golpeaban los cristales, motivados por la batalla que estaban a punto de vivir.

Por allí estaban Fernando Masip, Mauro García y Sergio Riesgo, quienes pronosticaron la victoria azul por 3-1, con goles de Hassan y Cardero. "Ganamos seguro y Dubasin se va a marcar en propia", bromearon. Con lo de Hassan dieron en el clavo. A su lado, David Mon y Miguel Veiguela, esperaron pacientes la llegada del autocar azul. "El equipo y la afición somos uno. Quedaremos 2-0, con goles de Alemão. El brasileño es nuestro hombre", dijeron.

Una grada de récrod

Aficionados en el Tartiere. / Irma Collín

Una vez dentro del Tartiere, ambas aficiones se acomodaron en sus asientos. Symmachiarii desplegó un tifo que rezaba "Forjado en la leyenda. Símbolo de nuestras batallas", con dos ángeles forjando a fuego la Cruz de los Ángeles asturiana. Mientras, miles de aficionados se perdieron los himnos y el inicio del partido debido al dispositivo policial. La calle en la que se ubica el palco de honor quedó cortada y muchos hinchas tuvieron que esperar casi una hora para poder acceder al feudo carbayón. La Policía Nacional lo achacó al posible lanzamiento de objetos por parte de la afición visitante, aunque la misma ya se encontraba dentro del recinto deportivo.

El lanzamiento de objetos llegaría después. A eso del minuto 35 de partido, el árbitro suspendió el juego durante casi quince minutos por la incesante lluvia de papeles al campo. Tras la reanudación del partido, Sesma Espinosa amenazó a la grada con suspender el choque de manera definitiva en el caso de que se siguiera el lanzamiento de papeles. Además, desde Protección Civil se aseguró que también se produjo el lanzamiento de una botella de cristal, recipientes que están prohibidos dentro del estadio.

El partido terminó con un sabor agridulce para los azules. Hassan marcó a su exequipo para alegría del Tartiere. Pero la felicidad no fue completa por culpa del empate.

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