Viñas, el delantero que perdió el “gustito” por el fútbol y que volvió con 95 kilos vuelve a sonreír: así es la curiosa historia del ariete del Oviedo

El charrúa, que descubrió que era delantero con 17 años, llevaba casi un año sin celebrar un gol

Fede Viñas celebra emocionado su gol ante el Racing de Ferrol.

Fede Viñas celebra emocionado su gol ante el Racing de Ferrol. / JUAN PLAZA

Nacho Azparren

Nacho Azparren

Oviedo

Fue el 3-0, en principio un gol sin mucho elemento emotivo, y sin embargo fue de los más celebrados por el vestuario del Oviedo. Una nube de camisetas azules, a la que se unieron los componentes del banquillo y staff técnico, sepultó a un emocionado Fede Viñas tras anotar, derechazo de killer, el tercer tanto de una noche redonda ante el Racing de Ferrol. Fue el colofón a la fiesta y un gol con un especial significado. El internacional uruguayo anotó casi un año después: su anterior tanto había sido el 21 de abril de 2024, en un León-Monterrey. Su historia de sacrificios merecía recompensa.

El "Toro" Viñas aterrizó en Oviedo en los últimos compases del mercado estival por convencimiento de Jesús Martínez, pero con un asterisco importante a un fichaje con cartel: debía finalizar la recuperación de su grave lesión en el tendón de Aquiles.

Los servicios médicos del Oviedo trabajaron en consonancia con los del Grupo Pachuca para cumplir con el último tramo. Volvió Viñas el 17 de noviembre, antes de lo esperado, con buenas sensaciones, además. Pero un mal gesto le sacó del campo el 21 de diciembre, ante el Córdoba, y se temió lo peor. Tanto que, al día siguiente, con la plantilla de vacaciones, Viñas acudió a El Requexón para valorar la gravedad de su lesión. Muchos sospechaban que podía ser de nuevo el Aquiles, un golpe que hubiera sido difícil de digerir. Al final se quedó en una rotura muscular que le dejó fuera casi tres meses.

El sacrificio del "Toro" vino esas Navidades, cuando renunció a volver a Uruguay con la familia para quedarse en la ciudad deportiva y trabajar día a día en la recuperación. Por ese detalle, y muchos más, se ha ganado en el club la fama de trabajador esforzado.

Una carrera atípica

En realidad, todo en la vida futbolística de Viñas tiene su miga. Su forma de llegar al estrellato no fue, digamos, la más ortodoxa. El propio delantero lo detalló en una entrevista a LA NUEVA ESPAÑA el pasado diciembre. "Con 13 años decidí dejar el fútbol, había perdido el ‘gustito’ de ir a entrenar", contaba.

El charrúa abandonó la pelota a nivel competitivo, también dejó los estudios, y se puso a trabajar de ayudante de un repartidor. Se pasaba el día en un camión entre Montevideo y sus alrededores.

El regreso se dio cuatro años después, cuando Fede ya tenía 17 y su cuerpo había sufrido cambios. "Estaba grande, con mucha grasa. Pesaba 95 kilos, era una mole", contaba Viñas a este periódico. Un amigo le propuso apuntarse a un equipo de la última categoría de Uruguay y como faltaba un delantero él aceptó el reto: hasta entonces, nunca había jugado de punta.

Su historia en el fútbol, despegó a partir de ese regreso tan insólito. Viñas goleó en Uruguay, fue subiendo escalones, y siguió a lo suyo en México. Llamó tanto la atención el León que el Nápoles tenía preparados más de 20 millones por su pase. Pero una desgracia lo impidió: la lesión de Aquiles que en Oviedo ha quedado superada.

Ahora, Viñas vuelve a sonreír y quiere aportar su olfato en un final apasionante. Aún está a tiempo de dejar huella.

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