El secreto detrás del ascenso del Vetusta, un equipo de unos "críos" con futuro: "La clave fue la unión y el buen ambiente del vestuario"

Santi Miguélez analiza el ascenso del Vetusta a Segunda Federación tras un año casi perfecto: "Siempre vamos con la misma intención: tener personalidad para jugar a lo mismo"

El secreto detrás del ascenso del Vetusta, un equipo de unos "críos" con futuro: "La clave fue la unión y el buen ambiente del vestuario"

El secreto detrás del ascenso del Vetusta, un equipo de unos "críos" con futuro: "La clave fue la unión y el buen ambiente del vestuario" / LNE

Joaquín Alonso

Joaquín Alonso

Oviedo

Por una vez, el día no terminaba en El Requexón. El Vetusta había conquistado el ascenso a Segunda Federación con un mes de margen y una autoridad que, aunque esperada, no deja de impresionar. Lo hizo en el Tartiere, delante de unos 3.500 aficionados que decidieron repetir estadio tras el partido del primer equipo, como quien quiere cerrar un fin de semana de aniversario perfecto. El 3-0 ante el TSK Roces fue solo el remate de una temporada casi impecable: una sola derrota, ocho victorias consecutivas para cerrar el campeonato, y una plantilla que recuperó el orgullo y el juego tras el descenso del curso pasado.

Santi Miguélez, uno de los pilares del equipo, lo vivió desde dentro, repartiendo juego y firmando uno de los goles que sellaron la tarde. De ello habló ayer con LA NUEVA ESPAÑA, apenas unas horas después de la celebración del alirón. "La verdad que me encantó el día", cuenta con una sonrisa aún fresca. "Al final, en el Tartiere, que es el escenario perfecto... En casa, con cuatro partidos de diferencia. Todo lo que nos den nos suma", celebró.

Miguélez ha estado varias veces convocado con el primer equipo esta temporada, pero jugar en ese estadio sigue siendo especial. "Nunca te deja de sorprender. El campo es muy grande y prefiero campos así, lógicamente, que otros que nos tocaron este año... Pero también hay que ir a jugar ahí y ganar, como hicimos", sostiene. El camino no ha sido fácil, aunque el resultado final lo parezca. El Vetusta descendió el año pasado, y lo que podía haber sido un golpe difícil de encajar, se convirtió en una oportunidad para reconstruir con calma. "El año pasado fue malo en muchos aspectos, pero mantuvimos mucha base. Jugadores a los que les faltaba crecer y este año se vio realmente lo que son. Dieguito, Cheli, Omar Falah, Marco Esteban... Yo los llamo los niños, pero al final este año se vio que dieron el paso", asegura.

Esa mezcla de juventud y madurez ha sido una de las claves del ascenso, pero no la única. Para Santi, todo empieza dentro del vestuario. "La relación que tenemos es muy buena y muy sana. Nunca me había encontrado algo así. Es difícil de ver en el fútbol profesional. Luego está la parte física, que fue perfecta. Y, sobre todo, la identidad de juego. Da igual si jugamos en El Requexón, en el Tartiere o en campos como el del Tuilla, siempre proponemos. Siempre vamos con la misma intención: tener personalidad para jugar a lo mismo", explica.

El ascenso se confirmó un domingo al mediodía, pero la celebración fue más moderada de lo que uno podría imaginar. "Lo celebramos lo normal, para un día que se puede...", dice entre risas. "No entrenamos hoy (por ayer), nos dieron un poco de banda ancha. Pero ya mañana (por hoy) vuelta al trabajo", zanjó Miguélez. Ni rastro de excesos. La noche ovetense no ofrecía mucho más un domingo.

Pero mientras otros piensan ya en las vacaciones, en el Vetusta aún queda faena. El filial azul ha recuperado el sitio del que nunca debió salir si el Oviedo quiere seguir profesionalizándose en su camino a Primera. La solidez que aporta un filial en una categoría nacional es básica. Pero más allá del ascenso, ha recuperado algo igual de importante: el alma. Con una generación de guajes que ya no son tan niños, y con un vestuario que se siente como una familia, el futuro parece más que prometedor.

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