El análisis del rival: el ascenso directo pasa por el Levante, una dura prueba

El Tartiere recibe, a las 16.15 horas, a uno de los equipos más en forma de la categoría. Llega el Levante, segundo clasificado con 66 puntos y dueño provisional del último billete para el ascenso directo a Primera. Un equipo que, de la mano de Julián Calero, ha encontrado no solo resultados, sino también identidad. Enfrente estará un Oviedo que suma 59 puntos y quiere engancharse con fuerza a la pelea por todo.

El Levante que visita Oviedo no es el mismo que empezó la temporada. Ha ido de menos a más, y atraviesa ahora el que probablemente sea su mejor momento del curso. Así lo acredita una racha de cinco victorias consecutivas que lo catapultó a la zona noble de la tabla. Lo que hasta hace poco era un objetivo prudente –asegurar el play-off– ha dado paso a un sueño cada vez más tangible. Y lo hace con un estilo de juego diferente de lo que podría esperarse del conjunto valenciano. Tradicionalmente asociado a la posesión, este Levante ha demostrado una capacidad notable para adaptarse al contexto del partido. De hecho, en más de la mitad de sus encuentros ha estado por debajo del 50 por ciento de posesión. Lejos de un síntoma de debilidad, esa estadística habla de un equipo con una identidad más vertical, que no necesita el balón para imponerse.

Calero ha apostado por un fútbol directo y eficaz, apoyado en futbolistas con una punta de velocidad temible como Morales, Iván Romero o Roger Brugué. El Levante es especialmente peligroso cuando puede correr, y ha convertido el contragolpe en un arma letal. A ese vértigo se suma el talento en la sala de máquinas, donde nombres como Pablo Martínez, Kochorashvili –traspasado al Sporting de Lisboa a final de temporada— o Carlos Álvarez dan pausa y precisión entre líneas. Este último destaca especialmente por su capacidad para leer el juego y conectar zonas.

Pero más allá de nombres, el gran mérito de este Levante es colectivo. Es un equipo que no se cae, incluso cuando pierde. Ante el Córdoba, por ejemplo, se adelantó en el 92 y encajó el empate en el 97, pero tuvo aún tiempo y arrestos para estrellar dos balones en el larguero. Y en Almería, con todo en contra, rozó el empate en la última jugada. Señales de que el equipo está vivo y compite. Ahí aparece la figura de Calero. El técnico ha sabido implicar a todos los jugadores, incluso a los que menos minutos tienen. Su discurso ha calado en el vestuario: todos suman, jueguen lo que jueguen.

Esta tarde, en un Tartiere que se espera abarrotado, el Oviedo tendrá delante a un rival en alza, que no solo juega bien, compite de buena manera. Un equipo que ha hecho del momento su bandera y que, a falta de seis jornadas, ya huele a Primera. A no ser que los de Paunovic trunquen sus planes, algo que metería a los azules de lleno en la pelea por todo. n

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