Fútbol para golpear, épica para resistir: gran victoria del Oviedo ante el Levante (1-0)
Los azules, con buen juego durante 60 minutos, se reponen de cuatro lesiones para batir al segundo y lanzarse en la persecución del ascenso directo
Cayó lesionado Seoane. Puede pasar. Y luego Costas y Calvo. Algo olía mal. Después lo hizo Hassan. ¿Las meigas? Incluso a Viñas se le vio cojear en su cambio. Todo esto sucedía en el contexto de un Oviedo defendiendo una renta mínima ante un equipazo, el segundo, tocado en todas sus líneas, especialmente en la zaga, donde por ejemplo debutó el joven Eze, cuyo techo es la tercera asturiana. El panorama empujaba a la épica, y así lo entendieron el Oviedo de Paunovic y, sobre todo, un Tartiere encendido, ese que pedía el serbio desde su llegada, consciente el público de lo que había en juego. Levantó el Tartiere al equipo, que hasta las desgracias había cuajado un gran partido, para mantenerlo erguido y, incluido un añadido de 9 minutos, guiarlo hasta una victoria con propulsión. El 1-0, con buen fútbol primero, con resistencia después, permite al Oviedo mantener el sueño del ascenso por vía directa, el atajo reservado para los dos mejores equipos de la temporada.
Entró el Oviedo con ritmo en el partido, con más ataques directos que de costumbre, fútbol rápido, al espacio, con Rahim convertido en estilete en la banda zurda, donde coincidieron un par de decisiones que facilitaron su supervivencia. Una, que Paunovic situó a Portillo de falso extremo, con imán permanente el andaluz hacia el centro. Otra, que Calero ubicó a Carlos Álvarez en el ala derecha de su ataque, tan talentoso como invisible en defensa. La suma de factores dio como resultado que Rahim vivió en un carril de aceleración, llegaba y llegaba y casi siempre sin vigilancia cercana.

Así fue el partido entre el Oviedo y el Levante /
A los 7 minutos ya había puesto tres centros con cierto peligro. No es que el tacto en los envíos sea su fuerte, aún debe pulirlo, pero la insistencia suele tener premio. Antes del golpe, un par de aviso. Seoane, muy ágil entre líneas, lanzó desde la frontal rozando el poste de Andrés. Hassan sí logró probar los guantes del meta, pero de forma inocente.
El Levante sumó defensas atrás con fases con algo más de balón, pero el Oviedo siempre supo cortarle las alas cuando quiso desplegarlas.
Superado el cuarto de hora, la sensación es que no habían pasado tantas cosas pero que la moneda tenía más pinta de caer del lado carbayón.
Había sorprendido Paunovic con su propuesta en el once. Agarrado a las rotaciones, eso sí, pero con varios retoques considerables. Con Costas de vuelta al centro de la zaga, con Hassan otra vez en al derecha y con Portillo partiendo de la izquierda para salir siempre de allí con un GPS hacia la pelota. Buena puesta en escena, a decir verdad.
Así que, visto lo visto, el Oviedo se aprovechó del poco tráfico en la izquierda para lanzarse a por el Levante. De esa circunstancia y de ese extraño elemento llamado Rahim. A los 27 minutos, el nigerino vio otra vez la vía abierta y se lanzó como un tren de mercancías. El que diseñó la jugada fue Colombatto, en una de sus mejores versiones en mucho tiempo, que lanzó en el momento preciso. Rahim, ya en el área, prolongó con tiento a la zona cero y entre Pampín y Miquel crearon una carambola que llevó el balón a su propia red. Gol en propia que Rahim reivindicó como propio en la celebración. Merecido, por otra parte.
Fue entonces cuando Calero movió sus piezas para situar a Kochorashvili en la rutina de Rahim. Al menos alguien que le cobrara peaje.
El tanto fue el detalle que le faltó al Oviedo para soltarse. Porque de ahí al final del primer acto, el dominio azul creció. Los intentos de zarpazos visitantes fueron neutralizados por Calvo y Vidal, sin planos para Aarón, magnífica señal, y los de Paunovic aún se acercaron a Andrés en un par de ocasiones. Viñas ganó el saltó pero se quedó cerca del premio con su testarazo y a Hassan le faltó un socio en el área que entendiera su sutil envío con el exterior. Con todo, una primera parte bastante redonda del Oviedo.
No cambió mucho el panorama tras los refrigerios del descanso. Así se encargó de subrayar Rahim con otra aventura con centro y remate, tras despeje, de Vidal al cuerpo de un zaguero. La batalla se fraguaba en el medio, pero seguía resolviéndose en la izquierda.
A los 61, más de la misma historia, con Rahim ganando la banda, invadiendo el área y poniéndola abajo, pero la defensa despejó cuando Viñas se relamía para el gol.
La balanza seguía decantándose para el Oviedo, pero el partido se vio de pronto golpeado por los infortunios. Paunovic ya había retirado a un Seoane renqueante cuando vio desde la banda cómo caía Costas. Digerido el golpe, y con Luengo ya en el césped, el que se tiró al verde fue Calvo, conmocionado. Eze, central del Vetusta que reclutó en su día el club de Nigeria, se bautizó en un escenario de altura.
Así que con más de 20 minutos por delante, al Oviedo le tocó defender una renta mínima ante el segundo sin sus dos centrales titulares ni Seoane. Aarón palmeó el primer intento serio del Levante pero un cabezazo de Viñas sirvió para mantener el peligro azul a los espacios.
La cosa es que seguirían las desgracias para los azules, porque Hassan fue otro de los hombres a tierra. Aprovechó Paunovic este último bofetón y que el reglamento le daba un cambio extra por el cambio de Calvo (golpe en la cabeza) para tratar de refrescar – y sanar- al equipo: Alemão, Moyano y Cazorla. También Viñas parecía cojear en el cambio...
Pero surgió ahí la versión más aguerrida del Oviedo. La que entra en comunión con la grada, esta vez la de las grandes ocasiones. Y aunque inquietó el Levante con más fue que fútbol en un añadido eterno -9 minutos- resistieron los de Paunovic, que esta vez defendieron la última falta un par de metros por delante del área, y explotó el Tartiere. Lógico, tras lo vivido en noventaypico minutos.
El triunfo mantiene intacto el sueño del ascenso. Lo alimenta en sensaciones, se vio a un señor equipo en todos los aspectos, y en los números: el Levante se pone a 4 puntos, con el goal-average para los azules. Queda mucho por soñar en estas cinco jornadas.
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