Una jornada de Primera: así llegan los cuatro primeros clasificados de Segunda a una jornada que huele a oro
Elche, Racing, Levante y Oviedo se juegan el pan este fin de semana

Una jornada de Primera / LNE

La Liga «Hipertensión» se resuelve en un mes -en su fase regular-, pero la sensación de muchos es que lo que suceda este fin de semana puede ser un spoiler de ese desenlace de la jornada 42.ª. Porque hoy hay un Elche-Levante, primero contra segundo, con olor a Primera. Y mañana, un Racing de Santander-Real Oviedo, tercero contra cuarto, que puede tener, en el caso de tropiezo de los de Calero, el premio añadido de una plaza en ascenso directo. Elche (71 puntos), Levante (67), Racing (66) y Oviedo (65) son los protagonistas directos de una jornada mágica en Segunda, una de las más apasionantes que se recuerda. Y el conjunto de Paunovic quiere seguir alargando su racha una semana más. De hacerlo, el estado de euforia quedaría automáticamente declarado.
Del efecto Paunovic al sueño de Cazorla
La del Oviedo es la historia del equipo que llega lanzado a la recta final y acaba pasando a todos por la derecha. O así al menos desea que se concrete el aficionado carbayón, seguramente el más ansioso por volver a verse en Primera. Han pasado demasiados años desde que en 2001 los azules cayeran a Segunda, en lo que parecía una breve parada. Ahora, el equipo carbayón tiene ante sí la oportunidad de acceder a la pasarela que lleva directamente, sin los apretones del play-off, a Primera División. Y nadie quiere desaprovecharlo.
Gran parte de culpa la tiene Veljko Paunovic, el técnico al que recurrió Pachuca y la dirección deportiva, tras detectar que la etapa de Calleja estaba agotada. Un mes con un punto de 12 fue la excusa perfecta para el cambio en el timón. Al Oviedo le ha sentado de lujo. Porque con Paunovic a los mandos son 14 puntos sobre los 18 que ha habido en juego. El conjunto más en forma de Segunda, en igualdad con el Elche.
El serbio ha sido inteligente: Sin volantazos ni cambios drásticos. Se propuso en primer lugar recuperar la moral, para que así algunos futbolistas básicos volvieran a brillar. Y luego sí han venido las mejoras, la más evidente en el ritmo de juego, con una ejecución mucho más veloz a la que se había acostumbrado el equipo con Calleja.
Ahora llega a Santander (domingo, 14.00 horas) ante la gran oportunidad que estaba esperando tanto tiempo. Nunca en la última década había alcanzado el último mes de la Liga regular en semejante situación, con 65 puntos, a dos del ascenso directo. Ese es el objetivo que se marcó Paunovic desde el primer día y solo ahora, tras esta magnífica racha, no suena a brindis al sol. Recupera, además, piezas el serbio para la cita, pues Jaime Seoane, fundamental cuando está entonado, cumplió sanción contra el Huesca y aprovechó la semana para descansar cabeza y piernas. Está llamado a ser importante, como también veteranos como Calvo, Costas o Colombatto, que además cuentan con esa experiencia en la mochila del play-off truncado a última hora de la temporada pasada.
Pero está Santi Cazorla, sobre todo. El ídolo de vuelta a casa, en busca ahora de la cuadratura del círculo. Emigró de Oviedo cuando el futuro pendía de un hilo y quiere ser partícipe del regreso más esperado. Ganar en Santander, dispararía las opciones azules al ascenso.
La presión acecha en un momento de dudas
El Levante tiene una plantilla trufada de talento, un entrenador que sabe de qué va esto y dosis extra de fortuna, como se ha podido comprobar en varios momentos de la temporada con goles en el último suspiro. Por ejemplo, ha anotado 19 tantos a partir del minuto 80. Una barbaridad. Tiene ese componente de fortuna, sí, pero también habla de la fe de un equipo que pelea hasta el último minuto. El último ejemplo, ante el Tenerife el pasado domingo en su campo, cuando rascó un empate con el tiempo añadido ya avanzado.
También ese choque contra el conjunto isleño, muy cerca de certificar su descenso, resume cómo llega el Levante a este tramo final. En plenas condiciones de pelear por todo, pero algo tocado. Las cosas ya no funcionan con la naturalidad de antes y, por ejemplo, en las seis últimas semanas de competición, los de Calero solo han avanzado con 8 puntos. Muy lejos de los 14 de Elche y Oviedo e incluso por detrás de los 10 de un Racing con dudas.
Y eso que empezó la temporada con brío, líder por ejemplo en las jornadas 5 y 7, y con un juego que quizás sorprendió un poco al mirar al banquillo. Venía Calero de un estilo muy práctico en el Burgos, el de "bocadillo de mortadela", como él mismo bautizó en una de esas intervenciones que parecen venir cuidadosamente preparadas de casa, que implicaba mucho esfuerzo gregario, una defensa sin fisuras y aprovechar las que tuviera. No era el fútbol más atractivo, pero sí lograba resultados.
En el Levante ha sabido adaptarse a lo que tenía, con una plantilla con el genial Carlos Álvarez rompiendo líneas y con una nómina de delanteros amplia, con los Brugué, Morales, Romero o Espí. También con el poso del incombustible Kochorashvili, y una defensa que sí ha sabido conectar con la idea de fútbol de su entrenador.
Los dos últimos resultados, derrota en el Tartiere y empate en casa contra el Tenerife, ha supuesto un doble revés del que ahora se tratarán de reponer en el choque estrella de la jornada, el que le lleva a la casa del líder. De ganar, saldría muy reforzado para las tres jornadas que restan. Pero de no hacerlo, podría perder su puesto de privilegio. Un extra de presión
Acechan las sombras del pasado reciente
En la 15.ª jornada de Liga, el Racing de Santander era líder de Segunda tras un magnífico inicio, sostenido en los primeros meses, que le hacían gobernar la competición con mano de hierro. De hecho, aventajaba al tercero en ¡10 puntos! No es que en Santander ya se vieran en Primera, aún era noviembre, pero sí se percibía que podía ser un año redondo por lo que se veía a los de José Alberto sobre el terreno de juego. Con ese fútbol ágil, rápido, de pierna fuerte y clara visión ofensiva estaba un paso más por encima que el resto: 11 victorias en 15 partidos. Y, sin embargo, ahora todo aquello suena muy lejano.
Porque llega a la cita ante el Oviedo en uno de los momentos de mayores dudas de la temporada. Poque navega fuera de la zona de ascenso directo, tercero a un punto del Levante, eso sí, pero sobre todo porque duele de forma especial la derrota de la semana pasada en Cartagena.
Allí, en Cartagonova, los cántabros cayeron ante un conjunto que ya ha descendido a Primera Federación. Pablo Campos, meta local, fue uno de los héroes, pero tampoco se vio a un Racing especialmente ambicioso ni insistente. La derrota, ante un conjunto que llevaba 19 partidos sin ganar, alimenta además los fantasmas del pasado.
Porque pocos olvidan lo que le sucedió al Racing la temporada pasada, cuando ya se convirtió en uno de los animadores del campeonato y llegó a las dos últimas jornadas con el play-off casi amarrado. Solo necesitaba un punto de los seis en juego y se enfrentaba al Zaragoza en El Sardinero y al Villarreal B, descendido, a domicilio. Perdió ambos enfrentamientos, especialmente doloroso fue el del filial amarillo, y fue el Real Oviedo el que sonrió colándose sexto.
No está siendo la regularidad el arma más envidiable de los de José Alberto, que asustan algo más fuera (31 puntos, el que más de Segunda) que ante su gente (no ha logrado la victoria en 9 enfrentamientos, con 5 empates y 4 derrotas) pero se agarran al último mes para tratar de acabar la temporada sonriendo.
Como le sucede al Oviedo, el hecho de tener el play-off muy a mano podría jugar a su favor. Ganar a los azules, en un partido que se juega al día siguiente del Elche-Levante, podría tener como premio un puesto en zona de ascenso directo. El choque es, para el Racing, decisivo.
Una filosofía y un ritmo inalcanzable
Hace algunas semanas, en uno de esos excesos de euforia en los que a veces cae Eder Sarabia, el técnico del Elche expuso que su equipo era un "ejemplo a nivel mundial". No parece que el mundo del fútbol que aún se recupera de la trepidante eliminatoria Inter-Barça desvíe mucho su atención al líder de la segunda categoría de España, pero sí es cierto que el Elche domina la Liga con un estilo inconfundible y digno de admiración. Si la competición tratara de identidad, el Elche de Sarabia no tendría rival.
El pase es el idioma por el que se expresa el Elche, que lidera la estadística en Segunda en todos los conceptos que tienen que ver con los envíos, tales como la posesión o el número de pases acertados. Y que ha sabido pulir los errores en la salida que a comienzo de curso le costó algunos disgustos -y puntos-.
Llega al último mes el conjunto alicantino en plena forma y con todas las papeletas para ser el campeón. Son 71 puntos, con cinco de ventaja sobre el Racing, tercero, al que además le tiene ganado el goal-average. En este contexto, siete puntos le darían matemáticamente el ascenso, aunque la sensación es que con seis le daría de sobra. Dos victorias. Y derrotar al Levante, en el duelo que ambos dirimen hoy a las 18.30 horas en el Martínez Valero.
Sarabia ha sabido encauzar durante toda la temporada el talento que el Elche ha heredado de años anteriores, en el que contaba con mayor músculo económico por la ayuda del descenso. Es un clásico también, 24 temporadas en Primera, pero al menos no le acompaña esa sensación de ansia por regresar que sí puede acompañar a otros rivales: desde 2013 ha competido cinco veces en la máxima categoría. Eso le debería dar algo más de tranquilidad a una afición que, no obstante, es de las más exigentes de la categoría.
La marcha del equipo, el sello que le ha impuesto su entrenador, hizo que el Elche se repusiera rápidamente a la salida de Chema Aragón, el director deportivo fichado desde el Mirandés, que se fue en verano por desavenencias con el técnico. Tampoco parece importar la ausencia de un goleador implacable, al que se suele asociar a los equipos que triunfan en Segunda. En la plantilla de Sarabia, no hay ningún futbolista que llegue al doble dígito de goles, pero la cosa está repartida: 8 de Agustín Álvarez, 6 de Mourad y Nico Fernández, 4 de Nico Castro y Josan.
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