La final del Oviedo en Miranda también fue intensa en casa... y hubo hasta quien vino desde Luxemburgo para vivirla

Los oviedistas que se quedaron en la ciudad viven el partido contra el Mirandés entre cánticos, "confianza", nervios y esperanza en la remontada en el Tartiere n"Esto es ser del Oviedo", afirman los hinchas del equipo carbayón

Aficionados del Oviedo, ayer, en la plaza de Pedro Miñor, durante el partido del Oviedo ante el Mirandés en Anduva.   | JUAN PLAZA

Aficionados del Oviedo, ayer, en la plaza de Pedro Miñor, durante el partido del Oviedo ante el Mirandés en Anduva. | JUAN PLAZA / Fernando Rodríguez

María Rendueles

María Rendueles

Oviedo

"Cazorla no está convocado". La frase se repetía como un eco en la plaza Pedro Miñor, donde el azul del oviedismo teñía cada rincón. La noticia, difundida tan pronto el Oviedo publicó la convocatoria, se colaba entre grupos de amigos y mesas de bar.

Juan Moreno lo tenía claro: "Una pena. Después de salvar el partido ante el Almería se merecía jugar". Esteban Álvarez, un luanquín convertido en oviedista hace dos años, confiaba en el equipo: "¿Cómo no confiar si lleva cero derrotas?". La palabra que lo resumía todo era "confianza", repetida una y otra vez entre los aficionados.

Un vuelo para vivir el oviedismo

Entre todos los asistentes destacaba una historia especial: la de Oren Grela, consultor en Luxemburgo. Recibió como regalo un vuelo para estar en Oviedo con sus amigos. "Me regalaron el vuelo para estar con el Oviedo", decía emocionado, sin dejar de mirar a su grupo, que sonreía sabiendo que ese gesto quedaría grabado para siempre.

Oren Grela

Oren Grela / Fernando Rodríguez

El partido comenzó y el ambiente era único. Los cánticos brotaban de las gargantas como si el Tartiere estuviese allí mismo. Llara González rompía en lágrimas, emocionada, abrazada a su hermano Illán. "Esto es ser del Oviedo", decía Carla Martino, contagiada por la emoción azul.

Unas 2.000 personas se repartían por los bares. Aunque, como advertía Adriana Gutiérrez, "hay menos que el año pasado. Muchos están en Miranda", el espíritu seguía intacto. Lucía García, profesora de Cudillero, lo resumía a la perfección: "Nací socia. Aunque no pueda estar en Miranda, vengo a Miñor. Tenía muchos exámenes que corregir, pero el Oviedo es el Oviedo".

Irene Martino, Róber Dueñas, Diego Braña, Illán González, Esteban Álvarez, Carla Martino y Llara González

Irene Martino, Róber Dueñas, Diego Braña, Illán González, Esteban Álvarez, Carla Martino y Llara González / Fernando Rodríguez

La televisión transmitía el partido con retraso, generando situaciones cómicas. "Estoy escuchando las voces antes de ver la falta", comentaba un aficionado. Otros, como Diego Andrés, dueño de uno de los bares, ni siquiera podían verlo. "Mientras mi gente esté contenta, me conformo", decía este ecuatoriano oviedista desde hace 33 años.

Durante el descanso, la plaza seguía viva. Sergio Montañés, convertido en DJ improvisado, ponía ritmo y ánimo: "Melendi como cabeza de cartel esta tarde", bromeaba. El ambiente estaba cargado de energía: "Volveremos, porque vamos a volver a Primera".

La esperanza resistía a pesar del marcador

Los aficionados analizaban cada jugada, cada detalle, convencidos de que llegaría la remontada. "Paunovic les dará una buena charla", repetían. Pero el gol no llegó. Ni siquiera el penalti fallado por Colombatto logró levantar el ánimo.

Cuando el árbitro pitó el final, las caras eran de desilusión, pero los corazones seguían firmes. Álvaro Gutiérrez, con media sonrisa, resumía el sentir general: "Ahora en Miranda hay más gente del Oviedo que del propio Miranda del Ebro". Más que una frase, una forma de vivir el fútbol.

Todos los que ayer llenaban Pedro Miñor miran ya hacia el Carlos Tartiere. Allí, en casa, donde se juega todo. Porque si algo quedó claro, es que esta afición no falla. Y creen, con razón, que el Oviedo levantará el 1-0.

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