La historia de una carraca de Primera que pide estar en el museo del Oviedo

Luis Secades y Javier Gonzalvo encuentran 30 años después un instrumento que, lanzado desde la grada del viejo Tartiere, dio pie al gol de Carlos en el tiempo añadido para devolver a los azules a Primera División en 1988

Por la izquierda, Luis Secades, con su peto de recogepelotas, y Javier Gonzalvo, con la carraca que lanzaron en el partido del  ascenso del Oviedo en 1988, en  el lugar donde estaba el viejo Tartiere. | MARIO CANTELI

Por la izquierda, Luis Secades, con su peto de recogepelotas, y Javier Gonzalvo, con la carraca que lanzaron en el partido del ascenso del Oviedo en 1988, en el lugar donde estaba el viejo Tartiere. | MARIO CANTELI

Joaquín Alonso

Joaquín Alonso

Oviedo

Oviedo vuelve a soñar con Primera División. Y cada vez que la ciudad se asoma a las puertas de la élite, las historias de antaño resurgen con fuerza. Como la de 1988. Como la de la carraca. Una anécdota insólita desconocida para el oviedismo y que, tres décadas después, sale a la luz. Lo cuentan para LA NUEVA ESPAÑA dos de sus protagonistas, Luis Secades y Javier Gonzalvo. Su historia terminó con la celebración de un ascenso que el oviedismo quiere renovar este sábado en el Tartiere.

Aquel junio de 1988, el Oviedo recibía al Mallorca en el viejo Buenavista. El ascenso estaba en juego. "Nos daban carracas al entrar. Era una fiesta. Todo el estadio sonaba al unísono, un estruendo continuo que acompañaba cada ataque azul", recuerda Javier Gonzalvo, oviedista de siempre y uno de los protagonistas de esta historia. El Oviedo se adelantó con un tanto de Julià, pero los bermellones empataron. Y entonces, el destino quiso que la pandilla de Gonzalvo hiciese historia. "Cortés, un defensa del Mallorca, estaba desquiciando a la grada. Un amigo, que ya venía calentito, lanzó la carraca desde la tribuna. Le dio de lleno zaguero en la cabeza", cuenta este hincha, entre risas. "Era de madera maciza, imagínate el golpe. Se quedó grogui en el suelo", dice al recordar lo sucedido.

El partido se paró. Salieron las asistencias, se montó un buen revuelo y Enríquez Negreira, el árbitro popular en los últimos tiempos por otras cuestiones, empezó a sumar minutos de descuento. "Se armó la de Dios. El masajista del Mallorca incluso se giró hacia la grada y se tocó los genitales. El estadio hervía", recuerda Luis Secades, que solía ejercer de recogepelotas junto a su amigo, Enrique Carlos Sánchez.

Una imagen del estadio de Buenavista. | LNE

Una imagen del estadio de Buenavista. / LNE

El reloj marcaba ya el minuto 51 de la segunda parte, cuando Carlos cazó un centro y marcó de cabeza el 2-1. El gol que, a la postre, valdría el ascenso tras el 0-0 de la vuelta en el Luis Sitjar. "Siempre decimos en broma que fue ‘gracias al carracazo’. El ascenso es gracias a nosotros, vaya", sonríen Secades y Gonzalvo sobre el desenlace de aquello que desembocó en el tanto del delantero azul.

Aquel incidente dio origen, años más tarde, a la peña "La Carraca". Sin embargo, Gonzalvo y Secades no se conocían de nada, hasta que, cosas del destino, se encontraron en una cena de instituto. "Nos volvimos a reunir 30 años después en la espicha de la promoción del Instituto Aramo. Éramos ciento y la madre, pero no nos acordábamos uno del otro. Entre cervezas, uno dijo: ‘El Oviedo subió a Primera gracias a mí’. Y ahí recordamos toda la historia. Claro, nos quedamos flipando. Fue cuando Luis dijo: ‘Esa carraca la tengo yo en casa’", explica Gonzalvo.

Pero el destino aún tenía reservado otro giro. Secades, que había recogido la famosa carraca tras el impacto, la guardó durante años sin darle importancia. "Un día, trasteando en el trastero, la encontré flotando entre juguetes mojados por una fuga de agua. No me lo podía creer. Ahí seguía, intacta", cuenta. Entonces, Gonzalvo hizo todo lo posible por recuperar la carraca del grupo de sus amigos. "Me llegó a ofrecer dinero por ella", bromea Secades, que no dudó en quedar con su excompañero de instituto para entregarle el instrumento para que el grupo de amigos la conservase.

La sorpresa fue mayor cuando descubrieron que Marián Arévalo, conocida suya, había participado en la fabricación de aquellas carracas por encargo urgente del club. "Las cortaban, pintaban y montaban a mano", recuerdan. "Esa carraca tiene que estar en el museo del club", reivindica Gonzalvo. "Es parte de nuestra historia. De la historia del Oviedo", cree. El sábado, Gonzalvo no podrá asistir al estadio con su carraca, por temas de seguridad. En todo caso, estos dos seguidores volverá a hacer lo posible para ayudar a ganar el partido ante el Mirandés.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents