Bufandas azules en el HUCA: María Ronderos, hospitalizada por Crohn, anima al Oviedo desde la planta de Digestivo
“Nos da la energía que necesitamos y no tenemos”, asegura la paciente, que contagia su ilusión a personal sanitario y otros enfermos

El Real Oviedo se la juega esta noche en el Carlos Tartiere (21.00 horas) con el ascenso a Primera División en juego. En la ida, el Mirandés ganó 1-0, pero al conjunto de Luis Carrión le vale un empate para volver a la élite del fútbol español. Y aunque el estadio estará lleno hasta la bandera, hay muchos aficionados que vivirán el partido desde otro lugar. Uno de ellos, muy especial: la planta 3C del área de Digestivo del HUCA.
Desde allí, María Ronderos, paciente afectada por la enfermedad de Crohn, sigue el fútbol como una inyección de ánimo: “El hospital es muy aburrido, las horas no pasan. Y cuando juega el Oviedo sabes que por lo menos dos horas vas a tener de entretenimiento. Si encima ganan, ese entretenimiento viene con alegría y te dan ganas de tirar más para adelante. Nos da energía, nos da la energía que necesitamos y que no tenemos”, confiesa.

Lorena Valledor, enfermera / María Ronderos
Una afición que cruza muros
Ronderos, segoviana afincada en Asturias desde hace 20 años, no es abonada del Oviedo, pero siente los colores con intensidad: “Si no estuviera hospitalizada habría intentado ir, aunque conseguir entrada sin ser socia es muy complicado”.
Hoy se conforma con animar desde su habitación, donde ha colgado con orgullo una bufanda azul que le trajo su hermana por la mañana. “Bien estiradita, la tengo puesta”, cuenta.
En los pasillos del hospital, el ambiente es el mismo que en la ciudad. “He hablado con varios aficionados, algunos hospitalizados, otros trabajadores del hospital, y todos están entusiasmados y convencidos de que vamos a subir. Yo también lo creo, pero con cautela. No quiero hacerme demasiadas ilusiones, por si acaso”, reconoce. Aun así, no esconde su fe: “El Oviedo se lo merece por historia, por afición. El año pasado se quedó a las puertas, pues que esta vez sea la buena”.

Javier Muñiz / María Ronderos
Incluso el personal sanitario comparte esa ilusión. “Una enfermera me decía que esta noche el timbre no va a sonar de 9 a 11, porque todo el mundo estará viendo el partido calladito”, cuenta entre risas. “En el fondo todos necesitamos esto. Aunque estemos aquí, el corazón está en el Tartiere”.
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