“La historia de las historias” del Real Oviedo en su cita histórica por el ascenso: habla Manolo Lafuente, el hombre que cogió el timón del barco para evitar que se hundiese

Lafuente sostuvo al Oviedo sobre sus hombros, convirtiéndose en el guardián silencioso de un sueño colectivo

La historia de las historias: Manolo Lafuente, expresidente del Real Oviedo

Amor Domínguez / Sara Bernardo

En el verano de 2003, mientras el fútbol español bullía con fichajes millonarios y estadios llenos de esperanza, en Oviedo reinaba el silencio. Un silencio denso, cargado de miedo. El Real Oviedo, un club histórico, se desplomaba hacia la Tercera División no solo en lo deportivo, sino también en lo económico. Pero en medio de esa desalentadora situación, hubo un hombre que no dudó en coger el timón del barco para evitar que se hundiese. Manolo Lafuente llegó a la presidencia de la entidad carbayona por puro "orgullo": "Gabino de Lorenzo había propuesto la creación de un consejo de notables en el que me incluía a mí", recuerda Lafuente. "Cuando tomó la decisión de prescindir del Oviedo y crear un equipo nuevo le dije que eso a mí no me lo llevaba el cuerpo".

No era un millonario ni un antiguo jugador, sino un profesor de la Universidad de Oviedo. Un oviedista de corazón. Fue él quien dio un paso al frente cuando nadie más se atrevía. Sin prometer milagros, pero con una misión clara: evitar que el club de su ciudad desapareciera. Y con el sueño del ascenso fijado en su retina.

Manolo Lafuente, rememora esos años en el último capítulo de "La historia de las historias", la serie de cuatro episodios en la que estamos contando las batallas que, a lo largo de los años, superaron los azules para intentar volver a la máxima categoría del fútbol español.

El sueño del oviedismo

Con el estadio Carlos Tartiere vacío y las oficinas desmanteladas, Lafuente se enfrentó a una montaña de deudas: 40 millones de euros. Coordinó reuniones interminables con acreedores, instituciones públicas, jugadores y trabajadores del club que no sabían si cobrarían algún día. "La masa social era espectacular, yo no podía dejar a toda esa gente en la cuneta", se emociona Lafuente, que por aquel entonces cogió un club con más de 10.000 abonados. Luchó contra el tiempo, contra la burocracia y contra la desesperanza. Consiguió un convenio con Hacienda, Seguridad Social y la AFE que evitó la liquidación del club. Salvó al Oviedo con acuerdos que hipotecaban el futuro, pero compraban algo más valioso: tiempo. Tiempo para reconstruir. Y para intentar llegar, volver. "El Oviedo es un equipo de Primera, y la historia nos lo recuerda", sentencia.

Durante tres años, Lafuente sostuvo al Oviedo sobre sus hombros, convirtiéndose en el guardián silencioso de un sueño colectivo. Un sueño que, quizás, en muy pocas horas, pueda hacerse realidad.

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