El empujón definitivo de Pachuca hacia un sueño

Jesús Martínez y sus hombres, liderados en Oviedo por Martín Peláez, hacen historia conjugando victorias con cercanía

Martín Peláez y Jesús Martínez, en su primera visita a Oviedo.  | IRMA COLLÍN

Martín Peláez y Jesús Martínez, en su primera visita a Oviedo. | IRMA COLLÍN

Xuan Fernández

Xuan Fernández

Oviedo

13 de julio del año 2022. El oviedismo está en shock: Carso, otrora máximo accionista, había anunciado el día anterior que daba un paso al lado. El Grupo Pachuca pasa a ser el nuevo dueño. Jesús Martínez, "Chucho", por entonces un desconocido para el gran público azul, se dirige por videoconferencia por primera vez a la afición del Oviedo. No hay grandes titulares más allá de los esperados, tampoco frases grandilocuentes, pero sí una declaración que hoy, tres años después de aquello y con el club ya entre los mejores, cobra especial sentido.

"Tenemos que tener la ilusión de subir al equipo a Primera División. El Grupo ha agarrado a todos los equipos en Segunda y los hemos subido. Ofrecemos trabajo, pasión y nuestro modelo práctico", aseguró Martínez, al lado de Martín Peláez, que todavía no había pisado Oviedo ya como presidente de la institución.

La ilusión ya es una realidad: Pachuca ha conseguido devolver al Oviedo a Primera. Chucho y sus hombres ya forman parte para siempre de la historia con mayúsculas de la entidad, que desde 2012 se escribe con acento mexicano. El Grupo Carso de Arturo Elías lo reflotó, y el Grupo Pachuca de Jesús Martínez lo aupó a lo más alto. Aunque todo el que conozca un poco de cerca a Chucho sabe que este ascenso, su mayor alegría en los últimos años, no es el fin de la travesía ni un fin en sí mismo.

El conglomerado azteca tenía entre sus objetivos controlar un club en la Primera División española y ahora, superado el reto y con el dinero que se avecina en derechos de televisión, Pachuca ya traza el esqueleto del nuevo Oviedo. Habrá cambios importantes y un estirón del club en todas las áreas. Martínez y sus hombres han logrado el objetivo marcado, consiguiendo a su vez un gran encaje en la ciudad y en la región. La unidad social ha sido inquebrantable prácticamente desde la llegada de Pachuca, que aplicó el bisturí e impuso su método, cambiando a personas relevantes del organigrama, pero lo hizo con tiento, sin entrar como un elefante en una cacharrería.

Martín Peláez y Jesús Martínez, en una de las últimas visitas del máximo accionista a Oviedo.  | I. C.

Martín Peláez y Jesús Martínez, en una de las últimas visitas del máximo accionista a Oviedo. | I. C.

Una de las obsesiones de Chucho y su equipo era lograr que el club tuviese una imagen amable y cercana después de tiempos en los que la institución se alejó mucho de la gente, encapsulada en sí misma y en búsqueda de constantes enemigos. Ese objetivo también se consiguió.

Pachuca lo logró con paciencia. No le quedó más remedio: en su desembarco ya estaba todo el pescado vendido en lo deportivo, con un entrenador (Bolo) y un director deportivo (Tito), firmados por la anterior propiedad. A decir verdad, pocas decisiones tenía claras al 100 % el bueno de Chucho. Le tocó entrar con lo puesto. Sí había una premisa clara: Federico González, en aquel momento máximo representante de Carso en la entidad, saldría por la chimenea.

Después llegaron más cambios: primero, David Mata, gerente; semanas después, Jorge Menéndez Vallina, presidente con Carso, que en un principio se iba a mantener en el consejo como vicepresidente, pero finalmente fue cesado.

El cambio fue total en la directiva, con consejeros de la máxima confianza. En lo deportivo, la pelota fue guiando las decisiones, con algún volantazo que otro. Cervera fue reclutado para evitar apuros en la primera temporada de Pachuca y luego fue cesado en la séptima jornada del curso siguiente. Las ideas estaban alejadas.

Carrión le sustituyó, llevando al equipo a la orilla del ascenso. El siguiente fue Calleja, el quinto en la lista, que nunca acabó de cuajar. Chucho lo tuvo claro, incluso con el equipo en play-off: era necesario cambiar de entrenador. El hombre elegido, ya en los altares del oviedismo, fue Paunovic, que ha llevado al equipo a Primera por la vía rápida.

Pachuca, esto está fuera de toda duda, se ha tomado en serio al Oviedo, con una inversión altísima en la plantilla desde su llegada, conscientes en el grupo azteca de que para dejar atrás al fútbol de plata era necesario apostarlo todo al ascenso. Ese proceso ha llevado a un cambio de mentalidad, con el equipo por fin, en esta última etapa, luchando realmente por ascender, algo que no había conseguido nunca a lomos de Carso. Ya no se repetirá este mes que el sueño del oviedismo es ascender, nada de si por vía directa o por play-off. No es un sueño: el Oviedo es de Primera.

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