La invasión del Tartiere completó la historia: "Sois la mejor afición del mundo"
Los aficionados estuvieron en el campo durante más de una hora mientras escuchaban a Cazorla

EN IMÁGENES: Así se vivió en el Carlos Tartiere la noche del ascenso del Oviedo a Primera División 24 años después /

Cuando el árbitro pitó el final hubo una breve pausa… un segundo de silencio que precedió a la euforia. Miles de personas saltaron desde las gradas, desde los vomitorios o, simplemente, desde donde pudieron. Invadiendo el campo como una ola azul imparable, fundiéndose en abrazos con jugadores, técnicos, y entre ellos mismos.
A pocos minutos del final del partido, los de las gradas más altas corrían escaleras abajo parar colocarse en la línea de salida. Hasta que el campo estalló. La escena - caótica y emocionante a partes iguales - pasará ya a la historia de un Real Oviedo que ayer cerró un ciclo. Ni policías ni personal de seguridad pudieron - ni quisieron - frenar a la multitud. El césped del Tartiere se llenó de banderas, lágrimas y cánticos. Gente que no se conocía se sonreía. Los padres alzaban a sus hijos. Y los más fieles, los que en su día vieron al Oviedo en UEFA, no podían contener el llanto en ese nuevo Tartiere que olía a los días más gloriosos del antiguo campo.
No fueron pocos los que, en ese momento, buscaron llevarse el souvenir perfecto con el que recordar un viaje que duró 24 años. Emilio Infiesta, "del barrio de La Pixarra", fue el más previsor de todos. Tijera en mano fue cortando la red del fondo sur, la misma en la que minutos antes Cazorla había anotado el primer tanto: "Son muchos años, sabía que esto iba a pasar", dijo mientras repartía los trozos entre una muchedumbre de brazos suplicantes. Diego Fernández fue uno de los que se llevó premio: "Es un sueño", alcanzó a decir, y con los ojos llorosos partió el trozo de red en dos y le entregó la mitad a un niño de apenas 7 años que le miraba desde el suelo. El niño hizo lo propio con Omar Pérez, que observaba, emocionado, la escena. "¿Quieres?", le ofreció. Pérez le tocó cariñosamente el pelo: "No, chaval, yo hoy de aquí me llevo el recuerdo".

Así se vivió en el Carlos Tartiere la noche del ascenso del Oviedo a Primera División 24 años después / MIKI LÓPEZ
Entonces, Cazorla se arrancó a coger el micro para entonar el "Volveremos" de Melendi. Al acabar le preguntó a los miles de oviedistas allí presente: "¿Vamos a la Plaza América o qué?", pero nadie se movió. "Después de 24 años, creo que merece la pena". Le cedió el relevo a Sibo, que pronunció algo ininteligible que levantó el aplauso de todos. "Esto sin vosotros no hubiese sido posible", añadió Cazorla. "La mejor afición del mundo", sentenció.
Lo escuchaban, sentados en medio del terreno de juego, dos amigos que, ajenos al bullicio que los rodeaba, se habían encendido un puro. A la segunda calada, Manu Nagues bromeó: "Lo compré hace 24 años". Junto a él, Jorge Reguero sonrió, y siguieron disfrutando de un momento en el que el tiempo parecía que se había parado.

Así se vivió en el Carlos Tartiere la noche del ascenso del Oviedo a Primera División 24 años después / Miki López
A diez minutos de empezar el partido, en los aledaños del Tartiere, un chaval repetía, a todo el que lo quisiese escuchar: "3-1, llevo toda la semana soñándolo". Lo decía con convencimiento, con una mirada que invitaba a creer. Hubo quien entró con sus palabras al campo, movidos por la ilusión que desprendía la esperanza. Con el primer gol del Mirandés, en la parte alta de la tribuna Naranco, Nacho Cuartas recordó: "El chico de la puerta soñó este gol, también los tres del Oviedo". Dos horas después ambos volvían a cruzarse en la invasión del césped. Entonces un dedo le señaló: "Lo soñé y te lo dije". Los dos se fundieron en un abrazo.
Quizás Calderón de la Barca pensó en esa imagen mucho antes de que los oviedistas llegasen a vivirla: porque toda la vida es sueño… Y tiñendo de azul el blanco y negro, la estampa era un poema (de los buenos).

Así se vivió en el Carlos Tartiere la noche del ascenso del Oviedo a Primera División 24 años después / MARCOS LEÓN
A los que lo soñaron. A los que saltaron al campo, a los que gritaron en Miñor, a los que celebraron en algún lugar del mundo, y a los que no llegaron a verlo, pero empujaron desde la mejor tribuna de la eternidad. A todos ellos… Enhorabuena, oviedistas.
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