Opinión

Y Masip prometió un campo nuevo

Y Masip prometió un campo nuevo

Y Masip prometió un campo nuevo / LNE

La anterior vez que el Oviedo subió a Primera, Antonio Masip era alcalde y prometió un campo nuevo. Y eso que hacía poco menos de seis años que habíamos estrenado la reforma del Carlos Tartiere. Por suerte, no lo hizo y pudimos disfrutar de un montón de episodios que han quedado para siempre en la historia de la ciudad. Trece temporadas seguidas entre los mejores dan para mucho, aunque me quiero detener en lo que sucedió justo antes, en esa promoción de ascenso. Un doble partido eléctrico contra un equipo de Primera, el Mallorca. El ganador jugaría en la máxima categoría. El ascenso de ayer en el Tartiere puso los corazones a prueba y sacó a los oviedistas a la calle hasta las tantas de la madrugada. Alegría desbordada con el regreso a la categoría de oro 24 años después, limpios de una vez por todas de la costra de barro tras tantos años en las ciénagas del fútbol.

En 1988 no habían pasado dos décadas sin estar en Primera pero la presión era idéntica. Tengo los recuerdos frescos pese a mis 11 años de entonces gracias a aquellas grabaciones en un vídeo Beta que visioné una y otra vez durante semanas. Ahora está todo en Youtube y ahí se pueden ver las chupas vaqueras, el pantalón pitillo y el calceto blanco con zapato negro de esos tiempos. Y a Thompson bajando del autobús en la plaza del Ayuntamiento. A mí me parecía un portento pero Miera no le daba bola. Creo que se lesionaba.

Fui al campo en el partido de ida, de pie, en primera fila agarrando a esa valla verde flexible y chupando el hierro de vez en cuando. En el segundo tiempo solía colarme a los asientos, aunque ese día estaba todo a rebosar. La grada de pie lo aguantaba todo. No recuerdo bien el gol del Juliá (lo he visto miles de veces en vídeo) y del penalty de García Cortés tengo la idea de que lo mandaron repetir y que marcó las dos veces. No lo habría situado en el minuto 89 ni en dos vidas. Sí tengo nítido el cabezazo de Carlos. La mala salida de Ezaki Badou, al delantero cimbrarse hasta casi romperse y soltar un cabezazo desde tan lejos que en su parábola hacia el arco el tiempo se detuvo.

La vuelta la dieron por televisión a toda España y a mí me dio un poco de vergüenza que el partido hubiese sido tan malo (0-0). Pero vi a Sánchez Arminio media segunda parte con una cáscara de huevo en la cabeza; a nuestro Luis Manuel soltar alguna barbaridad con el labio partido de un monedazo; escuché a Enrique Casas felicitar a Berto y vi a nuestro presidente, José Manuel Bango, mantenerse imperturbable en la entrevista del palco, frente a la exuberante felicidad del alcalde Masip. Puse el Youtube hace poco y Matías Prats preguntaba con cara de crío.

Como tenía 11 años y además estaba algo pachucho, coloqué una bandera del Oviedo en la ventana y me acosté. Al día siguiente lo grabé todo con el Beta de la marca Sanyo. Y por eso vi la autopista atestada y el autobús escoltado por coches y motos desde el aeropuerto. La ciudad estaba del revés. Como ayer, como hoy. Nos lo merecemos. n

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