Oviedo, paraíso azul: decenas de miles de personas colapsan el centro de la ciudad para celebrar el ascenso con los jugadores
Miles de oviedistas de todas las edades aclaman a la plantilla y a Paunovic en un recorrido en autobús desde el Tartiere al Ayuntamiento
Santi Cazorla manejó desde el balcón del Ayuntamiento a la marea azul, entonó con miles de personas el "Volveremos" de Melendi
Uría se desbordó de gente desde horas antes de que los jugadores llegasen a la Escandalera

Locura azul en las calles de Oviedo para celebrar el ascenso del equipo a Primera División / Marcos León / LNE
La afición del Oviedo celebró ayer la fiesta por la que llevaban esperando 24 largos años. No es extraño que la euforia de miles de personas desbordara las calles de la ciudad para rendir homenaje a los héroes del ascenso y, especialmente, a la figura de Cazorla, que agranda su estatus de mito viviente del oviedismo.
El desfile de los campeones partió del Tartiere y enfiló por Alejandro Casona y Fuertes Acevedo, donde ya se dieron cita los primeros miles de aficionados. Los jugadores fueron recibidos por oviedistas de todas las edades. Desde bebés a señoras de avanzada edad. La fiesta fue total.
La comitiva estuvo compuesta por dos autobuses. El primero, para la plantilla, con Veljko Paunovic, el presidente y Agustín Lleida, director general del club, en los primeros asientos. El segundo, para empleados del club y algunos familiares.
Micrófono en mano, y secundado por Aarón Escandell y Paulino de la Fuente, Cazorla fue el encargado de animar con bromas y cánticos la marcha, que no tardó en llegar a la avenida de Galicia, para seguir por la calle Real Oviedo y entrar en Independencia, donde se desató la euforia.
Bufandas al viento, banderas y cánticos recibieron a unos futbolistas que parecían hasta sorprendidos del enorme gentío que les aclamaba. Sonó el himno oficioso de Melendi, sobreviviente de los años del barro, y el oficioso que compuso para la entidad el poleso Falo Moro en 1969. Pero la apoteosis se produjo al encarar Uría, cuando una auténtica marea humana rodeó los autobuses. El buen tiempo y la jornada dominical animaron la presencia de miles de niños, todos ellos ataviados con los colores de un sentimiento del que son herederos y que ayer explotó de orgullo en manos de una afición con memoria y que, como bien decían los rótulos de los autobuses, "no abandonó".

Locura azul en las calles de Oviedo para celebrar el ascenso del equipo a Primera División / Marcos León / LNE
La comitiva paso por la confluencia con la calle Gil de Jaz, donde el año que viene hará un siglo que se fundó el Real Oviedo, club que celebrará su centenario en Primera. Entre los más aclamados en ese tramo estuvo Kwasi Sibo. El ghanés, que ha caído de pie en el club y en la ciudad, se tiñó el pelo y la barba de azul. Además, ondeó una camiseta con el lema "Mi puta casa", frase que ha repetido tras muchos partidos para expresar su compromiso con la entidad azul.
Los jugadores también fueron vitoreados desde las ventanas de muchos edificios, con ventanas y balcones adornados con banderas del club. Una fiesta histórica e inolvidable.

Amor Domínguez /Marcos León/ Félix Vallina
Cazorla, alcalde del oviedismo
Mayoría absoluta de camisetas azules en la plaza del Ayuntamiento para celebrar el ascenso a Primera con los futbolistas y para coronar a Santi Cazorla como alcalde emérito del oviedismo. La estrella del equipo manejó los festejos desde el balcón del Consistorio como hace con la pelota, con la misma soltura y con total entrega a una afición que le idolatra. El doble campeón de Europa, emocionado como un canterano, se hizo con el micrófono para emocionar a miles de personas -esta vez sin balón-, cantó con ellos el "Volveremos" de Melendi y lanzó mensajes que van a quedar grabados para siempre como parte de una jornada histórica. "Oviedistas, hemos sufrido mucho, llevábamos mucho tiempo sufriendo, pero hoy es un día para disfrutar y eso nadie nos lo va a quitar. ¡Hala Oviedo!", gritó.
El capitán azul manejó ayer el Ayuntamiento. Hasta tal punto que los aficionados no dejaron hablar al Alcalde hasta que Cazorla les pidió que permitiesen intervenir a Alfredo Canteli, que antes había sido abucheado y ni siquiera había podido hacer público un anuncio que tenía preparado para la ocasión. Lo hizo cuando la estrella del equipo logró calmar a la marea azul. "Hacedme caso por favor, lo mínimo es dejar que el alcalde hable. Os pediría que lo escuchaseis. El Oviedo sois vosotros, eso no lo duda nadie, pero escuchadle", insistió Cazorla. Fue sólo entonces cuando Canteli volvió a coger el micrófono y, como pudo, lanzó la bomba: "Quiero proponer que la plaza de América lleve el nombre de Santi Cazorla ¡Viva Oviedo, viva el Real Oviedo!", dijo el alcalde.

F. Vallina / Real Oviedo
Después, ya en el interior del salón de Plenos, Alfredo Canteli pudo explicarse mejor. Su idea es que la plaza de América pase a llamarse plaza de América-Santi Cazorla -así, con guión- y que su propuesta se apruebe en la junta de Gobierno que se va a celebrar el próximo jueves.
Se notaba que la noche había sido larga para los futbolistas, aunque la sonrisa no se les quitó de la cara desde que el árbitro pitó el final del partido tras la prórroga del sábado. No es para menos, saben que son de Primera y que han cumplido con las expectativas de una afición también de Primera.
Oviedo canta su regreso
Ilusión y emoción. Eso fue lo que se respiró ayer en el epicentro de la fiesta, un escenario situado en la plaza de La Escandalera. A las 19:35 horas los protagonistas. Los héroes de la gesta fueron subiendo, uno a uno, al escenario de la Escandalera, principal novedad de esta celebración histórica en la que los actos, la ciudad y, sobre todo, la afición, estuvieron una vez más a la altura.

A. Domínguez / Real Oviedo
Con la alineación lista, el confeti azul bañó a la multitud. Y cuando los interminables aplausos cesaron, el cómico Joaquín Pajarón hizo de maestro de ceremonias: "¿Queréis escuchar al capitán?". Y salió él. Santi Cazorla. Con la voz rota y su incansable sonrisa, solo alcanzó a decir: "Hola, familia", antes de que la masa suplicase: "Santi, quédate". El guaje del Requexón agradeció una vez más: "Nos sentíamos en deuda, porque lo que hacéis por nosotros no os lo podemos devolver". Él, que volvió a jugar a Oviedo para vivir lo de ayer, confesó: "Para nosotros no es un ascenso, porque somos de Primera desde hace mucho tiempo". Se acordó, también, de todos los que lo hicieron posible: "El cuerpo técnico, los utilleros...".
Le cogió el testigo otra de esas almas que en su día se fue de Asturias con la espina clavada. Veljko Paunović se dirigió a su afición: "Durante estos tres meses, ellos - por el equipo- y vosotros habéis sido mi familia y por eso, juntos, lo hemos logrado", el míster cerró un ciclo, que todos sintieron como propio.
Sibo gritó su ya mítica frase: "Esta es mi puta casa", alargando mucho la U, y añadiendo: "Y ahora también mi sangre es azul". Todos los jugadores pasaron por el micro. Todos agradecieron y todos se emocionaron viendo ante sí una infinita marea de camisetas, bufandas y banderas.

A. Domínguez / R. Oviedo
La alegría y las canciones se iban encadenando. Por el escenario pasó también Miki González, cantante de "Ciudad Bambú", el grupo que fue pionero en eso de componer con el Oviedo como musa. Y González hizo romper las gargantas: "Soy del Oviedo y fui una de ellos, 30.000 voces gritando que volveremos".
De allí nadie quería irse, sin cumplir "el último deseo del capitán". Una inmensa "haka" para el recuerdo más dulce del oviedismo. Y llegó la foto de familia en la que todos llevaban la camiseta especial del ascenso. Menos uno. Dani Calvo lucía en su torso un 6. Un "Pelayo" al que le dedicó el ascenso.

A. Domínguez / M. Rendueles
Había una cita con la historia. Y nadie quiso faltar. La Policía Nacional fue incapaz de pasar lista. No hay cifras oficiales porque ayer, en Oviedo, las incontables cabezas se fundieron en un único corazón.
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