Cali, del 10 al 100.9: una de las voces más reconocidas del oviedismo cuelga las botas
El periodista deja el fútbol en el Astur tras veintinueve años para centrarse en su trabajo radiofónico, pero quiere seguir vinculado al mundillo: "no me veo lejos de un vestuario"

Cali González, en el Hermanos Llana / Fernando Rodríguez

Cuando un futbolista cuelga las botas, no siempre se despide del fútbol. A veces tan solo cambia de ocupación. Deja los vestuarios y se instala en la sala de prensa, cambia el césped por el micrófono... A Carlos "Cali" González (Oviedo, 1991) le tocó vivir en ambos mundos durante años. En uno jugaba, en el otro narraba. Ahora, tras 29 temporadas como jugador y casi una década siendo una de las voces más reconocidas del Oviedo en la Cadena SER, Cali anuncia que deja de jugar. Pero sabe que del fútbol nunca se va del todo.
Nacido en Oviedo, creció en una familia donde el deporte era parte del día a día. Su hermana practicaba atletismo y baloncesto; su hermano, fútbol, incluso llegó a jugar en las categorías inferiores del Sporting. Cali siguió el mismo camino, pero con más constancia. "A mi hermano le faltó ilusión, pero tenía calidad de sobra para haber llegado", recuerda.
El Sporting llamó a su puerta cuando todavía era un niño, y sus padres no lo dudaron. En esa época, difícil para el Oviedo, el club ni siquiera contaba con categorías inferiores. Empezaban en alevines, y Cali tuvo que calzarse la rojiblanca. "El Sporting ofrecía condiciones que en ese momento eran buenas para mí y para la familia", explica. Aun así, nunca perdió el oviedismo que traía de casa. Su primer recuerdo futbolero es en el viejo Tartiere, en un partido contra el Rayo Vallecano. "No entendía qué pasaba. Solo vi a mi hermano sacar el ‘kleenex’ y empezar a pitar", rememora.
Cali se formó en Mareo, en pleno corazón de la cantera rojiblanca. Fueron diez años de esfuerzo, aprendizaje y muchos partidos. Pero su etapa allí terminó. "Salí porque sentía que ya no creían en mí. Y si no jugaba, no me sentía futbolista. Preferí irme. Antes, el nivel era mucho mayor y no se centraban tanto en lo físico. Ahora, la cantera del Oviedo va dos pasos por delante", confiesa.
Desde entonces, su carrera siguió en el fútbol regional, recorriendo campos de Tercera y Preferente. Roces, Colloto, Mosconia —"el club de mi vida", donde pasó siete años y fue capitán— y, por último, el Astur, donde decidió retirarse. "Estuvimos a un gol de ascender dos veces seguidas a Tercera. Eso, sumado a una pubalgia y una hernia, me quitaron las ganas", admite. En los últimos meses, su cuerpo le pedía parar. El dolor, las sesiones de fisioterapia y la falta de motivación lo empujaron a tomar una decisión difícil. Pero para él colgar las botas no es despedirse del fútbol. "Tengo dos títulos de entrenador y quiero empezar con chavales. No me veo lejos de un vestuario, de un campo. Es muy brusco pasar de todo a nada", asegura.
La otra vida de Cali es la radio. Entró en la SER en 2014, casi por casualidad, gracias a unas prácticas. Justo esa temporada el Oviedo dejaba atrás el barro y volvía a Segunda. Cali fue talismán. La voz del barro. Apenas un año después, Laura González Manjoya, entonces jefa de Deportes de la cadena, se iba al departamento de comunicación del club. "Me llamó un día para decírmelo y al siguiente ya estaba presentando el programa. Tenía veinte años y ella confió en mí", cuenta. Desde entonces, no soltó el micro.
Durante años compaginó los entrenamientos con la carrera de Periodismo y las transmisiones en directo. Lo vivió todo: narrar en campos de Segunda B embarrados, estar a pie de campo en el Carranza el día del ascenso con Egea. Incluso vivió algo insólito como periodista: en la Copa del Rey de 2025, el Astur, su equipo, se enfrentó al Valladolid. Cali jugó ese partido, pero también lo vivió desde el otro lado. Lo entrevistaron sus propios compañeros, entró en Carrusel mientras calentaba y analizó al equipo en directo. "Fue una locura. Entrevisté al míster, al presidente... Todo mientras me preparaba para jugar", relata.
Durante años, convivieron el futbolista y el periodista. Ahora toca elegir, y Cali ya lo hizo. Fue un buen jugador, pero también se ha ganado un lugar en la cabina. "Me quedo con el Cali periodista. Hace unos años habría dicho que el futbolista era mejor, pero si no puedo rendir como quiero, no tiene sentido seguir", dice.
Mira hacia atrás y guarda recuerdos que no cambiaría por nada: aquel hat-trick al Marino, los torneos con la selección asturiana, los días en Tercera. Pero si tuviera que elegir uno, se queda con el ascenso del Oviedo a Primera. "Narrar ese partido fue una locura. El gol de Cazorla, el de Chaira, el de Portillo… el estallido final fue una explosión de emociones que no se me va a olvidar nunca", celebra.
Hoy, con el Oviedo en Primera y el micrófono en la mano, Cali González empieza una nueva etapa. Ya no con botas, pero sí con la pizarra. Observando, analizando, contando. Ha recibido el cariño de excompañeros del prao y compañeros de pluma y transistores. Cali no se despide del fútbol, solo cambia el lugar desde donde lo vive. Ha pasado del dorsal 10 al dial 100.9.
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