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De aquellos barros, estos logros

El club de A. R.: sobre la figura imprescindible de Rivas en la historia reciente del Real Oviedo

Una persona que, pongas donde la pongas, triunfa y de manera destacada y profesional

Antonio Rivas y el Oviedo, una vida en imágenes

Antonio Rivas y el Oviedo, una vida en imágenes / IRMA COLLIN

Antonio Bernardo

Desde siempre me han llamado la atención esas personas que todo lo que hacen, lo hacen mal y, aun así, alcanzan el éxito. Cualquier actividad que se proponen, la llevan a cabo de forma deficiente y, pese a todo, el público los acoge en su seno como ídolos incontestables. Por poner un ejemplo que dé muestra de mi vasto conocimiento intelectual, puedo recordar a una de las mujeres más aclamadas de nuestro país, como Ana Obregón que, mala actriz, peor presentadora y deficiente modelo, ha alcanzado la gloria patria, sin saber aún qué méritos ha conseguido reunir para lograr tal estatus. De su faceta como bióloga no puedo opinar, pese a que no me la imagino yo investigando la reproducción de la ranita de San Antonio.

Nosotros, en el Real Oviedo, disfrutamos todavía, hoy en día, de la antítesis de la carismática Anita. Una persona que, pongas donde la pongas, triunfa y de manera destacada y profesional.

Desconozco quién fue el visionario que en 1989 fichó a un espigado futbolista manchego, procedente de Segunda y de nombre Antonio Rivas que, 36 años después, sigue ligado al club, convertido por méritos propios en auténtica leyenda del Real Oviedo. De lateral izquierdo que se disputaba la titularidad con Paco pasó a uno de los centrales más destacados de la Liga en los 90. Un defensa duro, rápido, contundente, que iba muy bien de cabeza y con un golpeo de balón soberbio. Inolvidables varios de sus goles, como el que transformó en Riazor desde el medio campo; los que sirvieron para vencer al Madrid, tanto en el Tartiere como en el Bernabéu, o el que enmudeció San Mamés, cuando Rivas, con la cabeza vendada al más puro estilo Herrerita, golpeó el balón desde 30 metros hacia la escuadra.

Buscaba el Oviedo central zurdo este verano. Carmo, no te confíes que todavía veo a Antonio en forma y conviene que recuerdes que somos los que fichamos a Collymore cuando el inglés y yo ya compartíamos talla de pantalón.

Posteriormente, en 2003, Manolo Lafuente lo recuperó como entrenador del primer equipo, junto a la persona que más sabe de fútbol del mundo mundial, Pedro Luis González. En una situación desesperada, que nos dirigía irremediablemente a Segunda B, le faltó un mes más para salvarnos, mejorando significativamente los números de sus antecesores. Sus lágrimas y el puñetazo a la valla publicitaria de la sala de prensa, tras perder con el Salamanca, que nos condenaba al descenso, es uno de los momentos más icónicos de la historia del Real Oviedo y una muestra clara de que, para el míster, ese descenso no era un fracaso deportivo más, sino una herida profunda en su corazón azul.

Ya en Tercera conformó una plantilla de la nada, ya que, como ilustró este periódico con, en mi opinión, nulo tacto, mediante una foto de Rivas ante un urinario del Tartiere, el Oviedo parecía un club en descomposición. Comenzamos con seis puntos menos y concluimos líderes destacados, por encima del "equipo de estrellas" que confeccionó Gabino para su club de renegados. La final perdida ante el Arteixo fue extremadamente dolorosa, pero preludio de una nueva temporada donde Antonio y Pedro Luis lograron un ascenso "fácil".

Usted que me lee, si acudía regularmente al Tartiere durante la 2005/06, seguro que fue uno de los que dirigió sus silbidos hacía el banquillo solicitando la destitución de Rivas y, si el partido no va bien, seguramente repita el día del Español, en esta ocasión, contra Paunovic. Recuerde, por favor, que, pese a que Toño Velázquez también era un buen entrenador y gran oviedista, nada pudo hacer por mejorar los números de Rivas y a la temporada siguiente volvimos a descender. La calma y la confianza suelen reportar más beneficios que el nerviosismo y el desánimo.

Carso recuperó a Rivas como director de la cantera y, desde entonces, no hemos parado de cosechar títulos en todas las categorías inferiores, erigiéndonos en la cantera referencia del Principado y dejando atrás la nefasta etapa de distintas "familias" en El Requexón, enfrentadas entre ellas. Ahora se sabe quién manda y se le respeta. A partir de ese liderazgo, llegaron los frutos y los buenos resultados.

Futbolista de primer nivel, entrenador comprometido y eficaz, y director de cantera exitoso, considero oportuno buscarle un nuevo destino, susceptible de mejora en el club. Se me ocurre que, en aras a alzarnos ya de una vez con el campeonato de mascotas de la Liga, Antonio se pueda enfundar el disfraz de "Garra" y bajarle los humos a "Super Pepino", que se lo tiene muy creído.

El fútbol se ha poblado de profesionales de quita y pon que, rara vez, ayudan a alcanzar el éxito. Nosotros tenemos el modelo en casa sobre el que cimentar un futuro de logros deportivos que se base en premisas como el oviedismo, el compromiso y la calidad. Antonio Rivas los ejemplifica y personaliza mejor que nadie.

Vayan estas palabras para elevar mi más sincero reconocimiento a un hombre cuya trayectoria ha quedado eternamente ligada al Real Oviedo gracias a su tremenda profesionalidad y buen hacer. ¡Que sea así por muchos años más!

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