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De la ilusión por entrenar a una carta inesperada de despido: así fue el último día de Paunovic en el Oviedo

El técnico serbio abandona El Requexón tras una breve reunión con Martín Peláez y Agustín Lleida y sentencia: "No voy a pedir perdón por ser exigente"

Paunovic saliendo de El Requexón

Paunovic saliendo de El Requexón / LNE

Joaquín Alonso

Joaquín Alonso

Oviedo

El último día de Veljko Paunovic como entrenador del Oviedo comenzó temprano, como muchos otros desde que asumió el banquillo azul. Llegó a El Requexón poco antes de las ocho de la mañana, puntual y concentrado, con la mente ya puesta en el entrenamiento. Venía repasando jugadas en el coche, imaginando variantes tácticas para aplicar en la sesión. Pero no se imaginaba lo que estaba a punto de ocurrir.

Una vez en el recinto, Paunovic se puso manos a la obra como cada día. Ordenó colocar los conos, preparar los balones y dejar listo el material. La jornada transcurría como cualquier otra hasta que, minutos antes del inicio del entrenamiento, se le acercó Gabriel Piquero, delegado del primer equipo, para pedirle que entrara en el interior de las instalaciones, algo poco habitual.

Dentro lo esperaban Martín Peláez, presidente del club, y Agustín Lleida, director general. Ambos lo recibieron. Sobre la mesa, una carta de despido. No hubo grandes rodeos. Le comunicaron que el club había decidido prescindir de sus servicios, no por los resultados, sino porque buscaban "aires nuevos" y "otra forma de trabajar". Paunovic escuchó, leyó la carta y asintió. No protestó ni pidió explicaciones adicionales. Simplemente lo aceptó. Lleida intentó explicarle, de manera muy breve, el por qué de la decisión. Pero no hubo muchas palabras.

Tras esa breve conversación, el técnico pidió dirigirse al vestuario. Allí estaban los jugadores, ya cambiados y esperando el inicio del entrenamiento. Paunovic habló con ellos. Fue un discurso corto, directo. Les dio las gracias a todos, uno por uno, y dejó una frase que resumía bien su manera de entender el fútbol: "No voy a pedir disculpas por ser demasiado exigente, esto es Primera División".

Después de eso, el entrenador serbio abandonó las instalaciones junto a su cuerpo técnico: Nuno Gómes, Claudio Arzeno y Alberto Martínez, preparador físico carbayón. Lo hicieron en silencio, sin pararse ante las cámaras ni hacer declaraciones. Cada uno subió a su coche y puso rumbo a casa.

Ya en la caleya que da acceso al complejo deportivo, Paunovic se detuvo unos segundos con LA NUEVA ESPAÑA. "El fútbol es así. Mucha suerte en el futuro. No ha pasado nada, pero así son las cosas", dijo el serbio antes de despedirse. No dijo más. Arrancó el motor y se alejó lentamente por el camino de salida, dejando atrás El Requexón y una etapa que, pese a su final abrupto, deja huella en el club tras cosechar el ascenso a Primera después de veinticuatro años. Así fue el cierre de una historia marcada por la exigencia, el trabajo y el mayor éxito que se recuerda en las últimas décadas.

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