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Ni los resultados ni un grave incidente: así se cocinó el despido de Veljko Paunovic del Real Oviedo

La salida del serbio es la consecuencia de un distanciamiento progresivo entre el técnico y los directivos

"Si he sido demasiado exigente, no voy a pediros disculpas por ello; porque esto es Primera", les dijo el técnico a los jugadores en la despedida

Veljko Paunovic

Veljko Paunovic / EFE

Nacho Azparren

Nacho Azparren

Oviedo

En plena exaltación de la alegría, alguien se encargó de pinchar la burbuja de la felicidad. Oviedo, Asturias en realidad, se echó a la calle aquel 21 de junio y a esa fiesta le siguió una resaca de la que a algunos le costó salir. No a Paunovic, competitivo como pocos, esa es la cualidad que más le define. Pelearlo todo. Cada balón, cada partido, cada fichaje. Fue él el que trató de despertar al personal de la siesta. "Alguno sigue en el viaje de novios…", repetía el entrenador de puertas hacia dentro, para poner a todos con las orejas tiesas porque Primera exigía el máximo de cada uno, entendía. Ahí, en ese complicado mercado de fichajes surgieron los primeros roces, también un enfriamiento con Jesús Martínez que durante la temporada pasó a ser un muro de hielo que ha acabado en el abrupto despido del serbio.

Ni los malos resultados (estar fuera del descenso es motivo de brindis) ni un incidente que hiciera volar todo por los aires (a pesar de algunas teorías conspirativas que circulan de móvil en móvil). Entonces, ¿qué hizo que la exitosa etapa de Paunovic en el Oviedo acabara con ese portazo repentino? Básicamente, la diferencia de criterio. Roce a roce, todo se fue rompiendo.

No siempre fue así. Hasta el celebrado 21 de junio, todo eran halagos hacia la labor de Paunovic. "Nos ha traído profesionalidad", "ha transmitido gen ganador al equipo", "hay que ver cómo entrena…". Todos querían apuntarse su cuota en el nombramiento del técnico que obró el milagro. Después, empezó a cambiar.

En el periodo estival llegaron los primeros roces. En las reuniones iniciales, se hablaban de jugadores como Lomónaco o Maksimovic, a los que luego se unió Jovic. Apuntó alto Pachuca, muy alto, pero no concretó aquellas ambiciosas operaciones. Y Paunovic, lógico, se sintió decepcionado.

Porque el serbio se había hecho ilusiones. Cuentan que una de las preocupaciones de Paunovic al negociar su renovación no era la cuantía de la prima por la salvación. No, lo que a él le interesaba era incluir una prima por clasificarse a Europa. Un detalle que habla de la ambición del serbio, pero también de hacia dónde quería ir Pachuca.

La diferencia de criterio se acentuó al final del mercado, cuando Jesús Martínez no dio el visto bueno a la llegada de cuarto delantero. Martínez y Paunovic, los dos de carácter fuerte, nunca llegaron a tener la misma sintonía y esos días finales de mercado crearon un muro entre ambos.

Dentro del club, empezó a crecer la sensación de que el entrenador había acumulado demasiado poder. Fue primero a petición de los directivos, de ahí que interviniera de forma directa en fichajes. Pero también afectó otras áreas, como los viajes, instalaciones, comunicación… Un desgaste extra para el serbio que algunos en el club observaron con recelo.

Más tensión

Ya metidos en la pelea de la Liga, las posiciones entre club y entrenador se fueron distanciando por detalles. A Paunovic, por ejemplo, no le gustó que el club solicitara a LaLiga empezar fuera de casa por las obras del Tartiere. Y la tardanza en cerrar la plantilla, claro. O el hecho de jugar el martes en Mestalla, tras el aplazamiento, con solo tres días para preparar la final ante el Levante. Incluso la gestión de los capitanes acentúo la brecha entre las partes. Nada que no resolviera un par de buenos resultados, pero en México vieron con el parón la ocasión de acelerar un proceso que otras temporadas ha espabilado al equipo.

Así que Paunovic aglutinó funciones al mismo tiempo se distanciaba del club. Y en la entidad tampoco gustaron algunas cosas. Le veían como demasiado rígido, poco flexible con las sensibilidades de la entidad. "Buscamos otras formas de trabajar", le soltaron como explicación Pelaéz y Lleida ayer por la mañana, entregándole la carta de despido. Su último contacto con México fue después del triunfo en Valencia, felicitándole por el juego y el resultado.

Su despedida

El espíritu del serbio se condensa en una frase de despedida que pronunció ayer mismo, ya como exentrenador del Oviedo, a los futbolistas. "Si he sido demasiado exigente, no voy a pediros disculpas por ello. Porque esto es Primera", cuentan desde el vestuario que les dijo en su última charla. Una exigencia que no todos en el club entendieron. Al técnico, cuentan desde su entorno, le sorprendió gratamente la reacción de los futbolistas tras su despido. Especialmente, el de uno en concreto con el que las había tenido tiesas y que le agradecía haberle convertido en mejor futbolista.

Ese "no hay memoria" que subrayó Martín Peláez en la entrevista a RNE Asturias el día anterior al despido suponen el mejor resumen del fin de la etapa Paunovic en el Oviedo. El debate está en la calle: ¿decisión acertada o precipitación de los rectores? Lo que nadie podrá negarle a Paunovic es ser el artífice de uno los mayores éxitos en la ya casi centenaria del club carbayón. Porque sin él, es difícil entender a este Oviedo de Primera.

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