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"Noté un '¡pum!' y el doctor empezó a llorar": la dura travesía al éxito de Santi Cazorla, con Sid Lowe

"Mi sentimiento por el Oviedo me lo ha inculcado Cervero", indica el internacional

VÍDEO: Santi Cazorla interviene en la Cátedra de Jesús Martínez sobre deporte

Real Oviedo

Nacho Azparren

Nacho Azparren

La charla, entre dos amigos, empieza con una foto y una revelación. La instantánea es la de Santi Cazorla, de cuclillas, mirada fija en el césped, imperturbable mientras se juega un partido. Son los últimos minutos del Real Oviedo-Mirandés del pasado 21 de junio.

“¿Qué piensas?”, le lanza Sid Lowe. “Que el sueño de un niño estaba cerca”, responde Cazorla. A continuación, la revelación: esa carrera tras el gol de Portillo algunos minutos antes que acaba con Santi tirado en el suelo, preso de la emoción. “Salí corriendo para abrazarme a Portillo, pero se me subió el isquio y por eso me tiro al suelo...”, reconoce Cazorla entre las risas de los presentes. “O sea que fue lesión, no emoción”, cierra Lowe.

El capitán del Oviedo y el periodista y embajador azul fueron protagonistas en las jornadas de la Cátedra Iberoamericana “Fútbol y valores”, organizada por ASICOM en colaboración con LA NUEVA ESPAÑA, en el edificio histórico de la Universidad de Oviedo.

La charla repasó los momentos más emotivos en la extraordinaria carrera de Santi Cazorla, símbolo indiscutible en el regreso del Real Oviedo a Primera División. “Llegaste al club con 9 años, vuelves con 38 y subes con 40...”, le lanza Lowe. “El proceso de la vida. Me tocó lo bonito pero también otros momentos duros, como salir de tu casa muy joven. El Villarreal me abrió las puertas de su casa, pero me fui con la tristeza de dejar tu casa y siempre pendiente de lo que le pasaba al Oviedo. Siempre dije que volvería. Y con 38 años Pachuca me ofreció participar en un gran proyecto. No volvería para recibir aplausos sino para sentirme importante”, resumió.

Ese acercamiento le trajo de vuelta a Oviedo, en un regreso ya de todos conocido. “Me habían hecho una gran oferta de Pachuca, pero no era por dinero. Era algo sentimental. No quería ser una carga. Me lo dijo mi mujer: si decides volver es para sumar, no para restar. Fue una decisión muy fácil”, señaló.

No parece que Cazorla quiera ni oír hablar de la retirada, pero sí tiene claro cuándo llegará. “El día que vea que no sumo, me voy a mi casa. A mí me mueve el fútbol, competir, participar... Si no doy el nivel no seré un problema y aportaré desde otros aspectos”.

Halagos a Cervero

Mostró la pantalla a continuación una imagen de Cazorla a hombros de Cervero festejando el ascenso. “Para mí es el jugador más especial que ha tenido este club, me he criado con él, hemos compartido. Mi sentimiento por el Oviedo me lo ha inculcado Cervero. Gran parte de culpa del sentimiento oviedista de la juventud es por culpa del 9, de Diego Cervero. Siempre ha sido un referente”, subrayó.

Superar una grave lesión

Trataron también los protagonistas la grave lesión en el tendón que acercó, tras 11 operaciones, a Cazorla a la retirada. Pero también entonces se levantó y siguió adelante. “No fui al psicólogo, pero porque los doctores hacían esa función. Me sacaban del hotel, me ayudaban a seguir, y de eso te das cuenta con el paso del tiempo. Sin grandes profesionales cerca no habría vuelto a jugar”, señaló el de Llanera, que explicó el porqué de su buen carácter: “No me soluciona el problema poner una mala cara. En la lesión fue difícil no tener a mi mujer y mis hijos y me daban ganas de arrojar la toalla, porque me estaba perdiendo la infancia de mis hijos. Ha habido momentos malos, pero me los intento comer yo solo”.

Relató Cazorla, a instancias de Lowe, el momento clave en su carrera en el que su suerte con la grave lesión cambió. Y fue con, en principio, una mala noticia. “Yo no avanzaba de la lesión, me hacían de todo y no iba. El doctor Mikel Sánchez pensó en quemarme los nervios, yo estaba desesperado y decía ‘quema lo que quieras’. Probamos con la anestesia y me dijo ‘¿quieres correr por el pasillo?’. Eché a correr y cuando giro noto un ‘pum’. Supe que había pasado algo malo, sentía cristales en el pie. Se lo dije al doctor y se puso a llorar. Me dijo que si yo quería no me trataba más. Y yo me reí. Porque ahí supimos que realmente algo no iba bien. Le dije ‘mañana lo hablamos, que seguro que encuentras una solución’, y por suerte después de la operación posterior vi la luz. Me alegré por aquello, porque vi que no iba bien la cosa y decidieron abrirme. Me lo tomé como algo bueno. Fue un antes y un después”.

Volvió a jugar Cazorla, vaya si volvió, y el regreso se dio en un amistoso ante el Hércules. “Mi miedo era futbolístico, no de la lesión, ver si estaba al nivel. Luego ya vinieron muchas cosas buenas, como la selección, hubiera ido a la Eurocopa, pero se suspendió. Volver al Oviedo... Pensé que sería imposible tras la lesión”.

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