Así funciona en Asturias la medicina rural, la que no tiene prisa: "Los pacientes nos cuentan sus preocupaciones, eso también es salud"
El equipo sanitario del concejo de Salas atiende a un colectivo envejecido, cordial, paciente y que sabe lo que es trabajar en serio

VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Luisma Murias
Pablo Álvarez / Amor Domínguez
A pocas decenas de kilómetros de las grandes urbes, el tiempo discurre a otro ritmo:
–Charlas con los pacientes, te cuentan toda su vida, sus preocupaciones, y eso también es salud. Los pacientes no se quejan si la consulta se retrasa unos minutos. Todos tenemos tiempo para todos -comenta Leandro Bousquets Toral, médico del consultorio de Cornellana desde hace una década.
El doctor Bousquets forma parte del equipo de sanitarios que atiende la zona básica de salud de Salas, que comprende el centro de salud de la capital del concejo y los consultorios periféricos de Cornellana, Malleza y La Espina. En total, 4.789 habitantes con una elevada tasa de envejecimiento: el 44 por ciento tiene 60 años o más.
Mari Flor Balsera Álvarez ha madrugado para acudir al centro de salud de Salas el mismo día en que cumple 79 años. Le toca control del "sintrom":
–El trato de todos los profesionales es muy bueno. Incluso me llamaron por teléfono porque iba a operarme de varices y tenía algunas dudas -explica.

El perfil de la medicina rural: atención pausada, población dispersa y gente que aguanta
Son las ocho y media de la mañana. La calle principal de Salas está muy tranquila. Una placa en la puerta del centro de salud rinde tributo al doctor Andrés González Soto-Jove (1898-1972), nacido en Tineo y médico titular de Salas durante 41 años. En el mostrador, los administrativos Sonia Suárez Fuente y Pedro Solares Rodríguez atienden a los usuarios, pero en realidad van más allá:
–Ayudan a la gente mayor en muchas cosas –señala Francisco Javier Polledo Pérez, director de la zona básica de salud de Salas y médico del consultorio de La Espina.
Sara Fernández Castiñeira lleva cuatro años como pediatra en Salas. También pasa consulta en Cornellana, Belmonte y Somiedo, y hace guardias en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA):
–Cada mañana tengo que mirar a dónde me toca ir. No tengo muchos niños pero tengo mucho territorio. Se trabaja muy bien aquí. Puedes dedicar más tiempo a los niños, los conoces a todos y eso hace que sea más fácil tratarlos. Los niños y los padres suelen ser menos demandantes que en el área urbana; quizá son más duros, no vienen por una minucia…
Serrana Jiménez ha acudido a la pediatra con su hija Serrana Manzano, de seis años.
–Vengo para resolver un par de dudas y para que Sara mire a la niña y la resetee antes de ir al cole. Siempre nos dan consulta el mismo día o al día siguiente -señala la madre.

El perfil de la medicina rural: atención pausada, población dispersa y gente que aguanta
Eva González Pérez lleva toda la vida dedicada a la medicina rural. Ha trabajado en cinco de las ocho áreas sanitarias de Asturias, y además en Villablino. Desde hace año y medio, es la médica de familia del consultorio de Malleza, con un cupo de algo más de 500 personas. Se desplaza todos los días desde Gijón, donde reside:
–Me considero una privilegiada porque el cupo es muy pequeño. Trabajar aquí es un placer. El perfil de paciente es muy poco demandante. Un cupo tan pequeño me permite estar muy pendiente.
El volumen de pacientes en las áreas rurales suele ser inferior al del ámbito urbano. Eso permite atender a los usuarios con más calma y conocerlos mejor. Pero no todo es jauja, advierte Javier Polledo:
–El mayor problema es la dispersión. Tenemos que visitar domicilios que pueden suponer 30 o 40 minutos de ida y otro tanto de vuelta. Por carreteras muy estrechas y, en ocasiones, con una buena capa de nieve.
En un territorio de gente "dura", de gente "que aguanta", los sanitarios saben que una llamada por la noche suele responder a una situación complicada. Otro momento emocionante se vive cuando surge una urgencia y hay que acompañar al paciente en ambulancia hasta el HUCA, que es el hospital de referencia del área sanitaria IV, en la que está encuadrado en concejo de Salas.
–Los pacientes no se quejan si hay retrasos por una consulta un poco más larga o por atender una urgencia o un domicilio. En esto, la situación es muy distinta a la de las ciudades –destaca Javier Polledo.

El perfil de la medicina rural: atención pausada, población dispersa y gente que aguanta
En un territorio tan envejecido y disperso, hay muchos enfermos crónicos y cobra una importancia esencial la sintonía entre los servicios sanitarios y los servicios sociales municipales. Así lo pone de relieve Josefina González González, educadora del Ayuntamiento de Salas y coordinadora del centro municipal de Servicios Sociales:
–Nos organizamos con el centro de salud para dar una buena atención a las personas mayores. Les acompañamos al médico, les ayudamos a preparar los pastilleros, el trato es muy cercano.
Lo mismo indica Patricia Martínez Pérez. Desde el año 2008 ejerce como técnica del programa "Rompiendo distancias" y pone el acento en la soledad:
–Trabajamos con la gente día a día, los conocemos, sabemos qué problemas tienen. Nos centramos mucho en la prevención.
El dentista, Carlos Óscar García Tusso, acude los viernes. Isabel Álvarez Cosmea, la limpiadora, trabaja "sin horario". Los taxistas de Salas son una pieza importante en el traslado de pacientes que no disponen de medios propios. Lo mismo puede decirse del conductor de la ambulancia. El alcalde de Salas, Sergio Hidalgo, recuerda que la gran reivindicación actual es "que se incorpore una matrona".
Fernando García Pérez es médico vinculado a los equipos sanitarios de Salas y en Belmonte. Su labor es sustituir a los facultativos titulares que libran tras haber realizado una guardia nocturna:
–Hemos notado, desde la pandemia y por el momento general de incertidumbre, un aumento de las consultas por ansiedad y por insomnio. También vemos, con menos frecuencia, trastornos depresivos leves y moderados. Los casos graves se derivan a Salud Mental. Nuestro trabajo es muy agradecido porque la relación humana con el enfermo es más cercana.
Ascensión Jiménez Navarrete es la coordinadora enfermería. Natural de Almería –conserva el acento al cien por cien–, llegó a Asturias siguiendo a su novio y "llorando" por dejar su tierra. En el Principado han nacido sus tres hijas. Lleva 28 años trabajando en Malleza, primero, y en Salas después, y 23 años viviendo en la capital del concejo:
–La gente es muy buena, muy noble. Conoces a todos los pacientes. Muchas veces nos comunicamos por Whatsapp. Es todo mucho más cercano. Lo más difícil son las carreteras, sobre todo las caleyas.
Dejamos Salas y subimos a La Espina, territorio casi vocacional de Javier Polledo:
–La familia de mi padre y la familia de mi esposa son del concejo de Salas. Empecé a hacer sustituciones de verano. Después conseguí una interinidad y más tarde una plaza del consultorio periférico de La Espina, donde llevo desde 2010. Y como coordinador y director, desde 2013.
El doctor Polledo suma 31 años dedicados a la medicina de familia y su discurso ofrece pocas dudas:
–Soy feliz en la medicina de familia. Animo a todos los residentes de medicina y enfermería que apuesten por la medicina rural. Los cupos pueden ser no muy numerosos, pero tenemos la dificultad de domicilios muy alejados y con el HUCA en caso de urgencia vital. Intentamos facilitar la vida de los pacientes para que den las menos vueltas posibles y también porque hay gente con mucho trabajo, por ejemplo los que tienen vacas.
Ana Pérez Feito es concejala de Salas y vecina de La Espina desde hace más de 20 años:
–Los consultorios periféricos dan un servicio indispensable. Ayudan a fijar población y a que la gente se quede aquí. El trato con el médico y las enfermeras es fantástico, son casi como de la familia. Enseguida se acercan al domicilio. Ojalá lo mantengamos toda la vida.
Al doctor Polledo le espera en el consultorio su paciente Celia Lorences Rodríguez:
–El trato con el médico es muy familiar y cercano, te facilita las cosas también con el HUCA. Esto lo valoramos mucho los vecinos, y sobre todo la gente mayor. Sería una pena que se perdieran este tipo de consultas.
El médico de La Espina rememora algunas situaciones, como la sucedida en la última gran nevada. Surgió una urgencia en la aldea de Brañameana:
–Había un metro de nieve. No podíamos llegar. Conseguimos llegar gracias al Ayuntamiento, que puso a nuestra disposición un tractor pequeño. Era un paciente tumoral y pudimos resolverlo.
Javier Polledo conoce a todos sus pacientes.
–Hay de todo, pero en general aguantan mucho. A veces, no vienen el fin de semana y esperan al lunes. Los lunes pueden ser días complicados.
Y una historia final ilustra el temple de la gente rural.
–Me llegó un paciente con una sensación de gravedad importante. Tenía un problema de corazón severo. Me extrañó que no llegara hasta las doce del mediodía. Pero él mismo me dio la explicación: tiene cien vacas, y desde las cinco de la mañana hasta el mediodía no tiene más remedio que trabajar.
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