A la playa después de toda una vida sin verla: el disfrute veraniego de los mayores de Salas

Coralina Pérez, Carmen Rodríguez y Luzdivina García, de 86 años, sintieron "paz" al volver a estar cerca del mar Cantábrico: "A veces, basta un gesto para hacer felices a nuestros mayores, no se trata de muchas horas ni de una gran escapada, son cosas sencillas"

Por la izquierda, Carmen Rodríguez, Luzdivina García y Coralina Pérez.

Por la izquierda, Carmen Rodríguez, Luzdivina García y Coralina Pérez. / R. A. S.

Ana M. Serrano

Ana M. Serrano

Salas

La directora del Centro Polivalente de Recursos de Salas, Eva María Díez, no oculta su satisfacción cuando habla de la iniciativa que ha puesto en marcha este año y llevará a la playa a la mayor parte de los usuarios de la residencia y centro de día del concejo. En total, 25.

Este viernes le tocó el torno a Coralina Pérez, Carmen Rodríguez y Luzdivina García, todas con más de 80 años. Destino: playa de Salinas. Emociones: "Intensas".

A Coralina Pérez, de Villarmor, se le iluminó la cara cuando vio el mar. Sintió "paz". Sentada en un banco pudo "contemplar y amar" el mar Cantábrico, ese del que no disfrutaba desde hacía tantos años, por dos horas. Lo cuenta: "No veía esto desde hace al menos 20 años; recuerdo que fuimos a Covadonga y después paramos en la playa de Ribadesella".

En el caso de Luzdivina García, la historia cambia un poco. Natural de Turuelles, en Valdés, se casó en Salas y por ello se considera, también, de Pende, el pueblo de su marido. La última playa que vio fue la de Luarca y lo hizo tantos años que no recuerda qué edad tenía.

"Tal vez fue niña", cuenta. Basta hablar con ella, ver la expresión de sus ojos y cómo cuenta qué siente, para saber que la salida de la residencia, esta vez a la playa cercana de Salinas, ha sido un éxito.

Las usuarias en uno de los momentos del paseo.

Las usuarias en uno de los momentos del paseo. / R. A. S.

Porque sí, "la experiencia es de diez". Las mujeres, tras unas horas de aire libre y brisa marina, llegan a la residencia con energías renovadas y con la sensación de que pueden disfrutar de jornadas de verano haciendo actividades típicas de la estación.

Eva María Díez confiesa que no quiere pecar de "ñoñería", pero está fascinada con la posibilidad de hacer felices, "con tan poco, a nuestros mayores". "A veces, basta un gesto para hacerles felices, no se trata de muchas horas ni de una gran escapada, son cosas sencillas", resume a este diario.

"Viven la experiencia de sentir la brisa del mar, el romper de las olas en la orilla...", destaca. "Es una emoción indescriptible verlos tan emocionados, como niños que pisan por primera vez la playa", añade.

La excursión se repetirá a lo largo del verano con el resto de usuarios que tienen opciones de hacerla y no se ven tan impedidos desde el punto de vista físico. Pueden disfrutar del programa pocas personas por día y gracias al programa "Rompiendo Distancias".

A las usuarias las acompañan dos auxiliares. Son las que hacen posible que la visita se desarrolle con las comodidades necesarias. Ellas se encargan del paseo, de que puedan "tomar algo" en una terraza y de que vayan al aseo con seguridad antes de iniciar la vuelta.

Luzdivina García, Coralina Pérez y Carmen Rodríguez, con la auxiliar Yudith Iturralde.

Luzdivina García, Coralina Pérez y Carmen Rodríguez, con la auxiliar Yudith Iturralde. / R. A. S.

En esta ocasión, la directora del Centro Polivalente de Recursos también participó en la visita "por ser la primera vez que se hace, quería ver sus caras". "La edad nos demuestra a todos que la felicidad existe en esos pequeños o tal vez grandes momentos, resume Díez, muy implicada en el bienestar de los mayores que atiende a diario.

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