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La historia de Severino Fernández, un salense "ilustre y guerrero" que nació en Malleza

Fue un destacado sindicalista y luchó, entre otras causas, para lograr que los vecinos de su parroquia tuvieran pleno dominio de las tierras que cultivaban

Severino Fernández tras regresar del exilio.

Severino Fernández tras regresar del exilio.

Salas

Severino Fernández Suárez (1978-1962) nació en el pueblo de Los Rubieros, en la parroquia de Malleza (Salas). Fue sindicalista y político socialista y, entre otras gestas, encabezó la larga lucha que los campesinos de la citada parroquia salense mantuvieron para lograr el pleno dominio de las tierras que cultivaban. El hostelero jubilado e investigador salense Paulino Lorences acaba de publicar un trabajo repasando la trayectoria de este salense al que define como "ilustre y guerrero".

Hijo del labrador Elías Fernández y de la también salense Rosalía Suárez, Severino Fernández ejerció como agricultor, pero también lideró la defensa del sector, logrando implantar en Malleza una sección del Sindicato de Agricultores Asturianos que alcanzó los 262 afiliados en la parroquia. El conocido como "Asunto Malleza" llegó a ocupar páginas de la prensa madrileña, en la que se exponía el desacuerdo existente entre los labradores de la parroquia y la condesa de Casares. El conflicto acabó en los tribunales.

El salense, afiliado al PSOE y a UGT, fue concejal desde 1922 y en diferentes periodos y activo sindicalista. En diferentes escritos se da cuenta de su "firmeza negociadora" en representación de los derechos de los labradores. Participó en la revolución de octubre de 1934, por lo que acabó en la cárcel. Severino Fernández también se inició en la masonería y formó parte de la Logia Argüelles bajo el nombre simbólico de "Pino", alcanzando al menos el grado de "maestro".

Cuando estalló el golpe de Estado en julio de 1936 perteneció al Comité de Guerra de Malleza-Salas, pero acabó marchándose a Gijón, donde permaneció hasta la caída de Asturias en octubre de 1937. "El 30 de septiembre de 1937, a las 05:30 de la madrugada, junto con otras 3.000 personas, casi todos niños, mujeres y ancianos, emprendieron en el mercante inglés Thorpebay la ruta del exilio. Su destino de llegada inmediato era Pauillac, pueblo galo situado en el estuario de la Gironda, en la costa Atlántica cerca de Burdeos", según se recoge en el trabajo realizado por Paulino Lorences.

En 1960 regresó a Salas, donde residió hasta su fallecimiento.

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