Tanya Fernández, la salense que lleva la cirugía oncológica al futuro: “Salas nos ha permitido hacer lo que queramos a nivel formativo”
La traumatóloga investiga en el Gregorio Marañón cómo aplicar Inteligencia Artificial en la operación de tumores

La doctora en quirófano con el doctor Cuervo, haciendo una biopsia con guías 3D personalizadas. / R. M. F. S.
Marcos Francos Segurola
En el Hospital General Universitario Gregorio Marañón se gesta una investigación pionera que aplica guías 3D a la cirugía oncológica. La iniciativa comenzó hace años por parte de diferentes profesionales a quienes Tanya Fernández Fernández, nacida y crecida en Salas, ha tomado el relevo. Su pueblo le genera mucho “orgullo” porque, pese a lo pequeño de su tamaño, “nos ha permitido hacer lo que queramos a nivel formativo”.
La salense estudió Medicina en la Universidad de Oviedo. Tras superar el examen de Médico Interno Residente (MIR), se fue a Madrid a hacer la especialidad. La decisión vino guiada por “gente de confianza” que le aseguró que la capital era “el mejor sitio” para hacer traumatología. Afirma que “no se arrepiente” y que fue “una buena decisión”.
Superado el MIR con éxito, se embarcó en el doctorado en la Universidad Complutense de Madrid hace ya cuatro años. Allí terminó en la Unidad de Oncología Musculoesquelética, donde conoció a su tutor, el doctor José Calvo, y al doctor Rubén Pérez Mañanes, su compañero y jefe de servicio y creador de la Unidad de Planificación Avanzada y Manufactura 3D (UPAM). También destaca la labor ejercida por la doctora Lydia Mediavilla, quien fue su predecesora en la línea de trabajo que ahora desarrolla.

La doctora realizando un experimento preliminar. / R. M. F. S.
Tecnología 3D y realidad aumentada
Ambos especialistas habían trabajado en el estudio que Tanya Fernández continúa en su tesis doctoral: la utilización de guías 3D para la cirugía oncológica. La salense ha dado un paso más, centrando su trabajo en la inteligencia artificial y la realidad aumentada aplicadas a este tipo de operaciones.
“Es una idea muy gorda, es demasiado complicado que todo esto se le ocurra a una sola persona”, explica. “Yo afiné detalles del experimento hablando con ingenieros y aprendiendo”, añade. Entre esos colaboradores destaca a Javier Pascau y a Mónica García, que ya participaron en la fase inicial del proyecto.
Los primeros pasos se centraron en el uso de impresoras 3D para diseñar piezas específicas para cada paciente. Estas se apoyaban en el hueso y guiaban el corte, lo que permitía a los cirujanos una mayor precisión. El siguiente reto fue aplicar esas guías a pacientes oncológicos.
Con el auge de la IA y la realidad virtual, Tanya Fernández y su equipo desarrollaron un modelo de ‘deep learning’ para segmentar tumores. “Segmentarlo es como pintarlo en el escáner, una tarea laboriosa y complicada que ahora las máquinas hacen igual de bien que un humano si las entrenas”, explica.
La médica realizará la prelectura de su tesis en el próximo trimestre. El reto ahora, según subraya ella, es usar la realidad aumentada para asistir en la colocación de las guías. La aplicación generalizada en pacientes aún deberá esperar, pues es algo “difícil de prever”. “Ya lo hemos utilizado en un par de casos, pero hibridándolo con otras tecnologías para doble comprobación”, aclara. No obstante, la fase previa a la práctica clínica ya se completó con éxito: la validación en un cadáver.
Vocación de sangre
Más allá de la investigación, Tanya Fernández transmite una pasión por el oficio que hunde sus raíces en la infancia. Su padre era veterinario, y cree que de él pudo heredar la vocación. Con apenas cuatro años asistió a un parto de una vaca porque no podía quedarse sola en casa. “El señor de la casa me dice siempre que yo miraba para todos lados mientras sacaban al ternero y animaba a mi padre diciéndole que tirase”, recuerda entre risas.
Años después, su padre la puso a prueba con un perro herido por un jabalí. “Eran animales, pero es parecido. Yo vi que quería ser cirujana, hacer cosas con las manos para ayudar y no ser solo médico”, señala. Las buenas notas le permitieron entrar en Medicina en Oviedo. Al terminar la carrera decidió preparar el MIR en Madrid, por recomendación de traumatólogos de confianza. “Los hospitales de Oviedo son muy potentes, pero aquí en Madrid tienes más oportunidades en mi rama”, explica.
El Gregorio Marañón fue el hospital por el que se decantó, atraída por la “gran cantidad de recursos” destinados a la investigación. En su caso, esos recursos llegaron a través de la Fundación de Investigación del Gregorio Marañón, que canaliza ayudas y becas. Una de ellas fue la de la Sociedad Española de Traumatología (SECOT), que recibió hace dos años.
Asturias, un reto pendiente
¿Podría desarrollarse algo así en Asturias? Tanya Fernández es clara: “En Asturias hay hospitales con potencial para hacer algo así, pero en concreto para cirugía oncológica musculoesquelética ahora mismo no”. De su tierra guarda un recuerdo especial. Para ella, Salas significa “paz y retiro espiritual”. Un lugar al que siempre vuelve, y desde el que arrancó una trayectoria que ahora combina talento, investigación y vocación.
Lejos de la localidad ofrece ahora la salense todo lo aprendido con su esfuerzo y su talento. Tal conocimiento comenzó en Salas, un pueblo que, como dice ella, es “muy pequeño pero formativamente nos ha permitido hacer lo que queramos”. Eso, para la doctora, “es todo un orgullo”.
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