Opinión

El 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

Llama al 016 si necesitas ayuda contra la violencia machista o pide a la mujer que encuentres al lado que lo haga por ti

Se entiende violencia contra la mujer como todo acto de violencia basado en la pertenencia al género femenino, que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada.

No está confinada a una cultura, región o país específico, ni tampoco a grupos específicos de mujeres en la sociedad. Afecta a las mujeres desde su nacimiento hasta la edad avanzada, encontrándose su origen en la discriminación persistente hacia las mujeres, cuyo objetivo ha sido y es el de mantener o incrementar la subordinación femenina al género masculino.

Miles de mujeres mueren al año en el mundo víctimas de violencia de género - feminicidios- y millones de mujeres en todo el mundo (hasta el 70% del total de las mujeres, es decir, casi una de cada tres) han sufrido algún tipo de violencia en el transcurso de su vida, por el hecho de ser mujeres. De este grupo, casi el 26% de ellas lo ha sufrido por parte de sus parejas (actuales o anteriores), en sus propias casas, en su entorno más cercano. Y esto tan sólo son datos de entre los países que mantienen un registro de estos dramáticos sucesos.

Solo en México, 12 mujeres al día son asesinadas por el hecho de ser mujeres. Son cifras escalofriantes de actos asimismo espeluznantes. Confrontándonos a las estadísticas, e intentando digerirlas, me sorprendo mí misma observando mi entorno y calculando las posibilidades de encontrarme con alguna de estas chicas/señoras/niñas: Si una de cada tres mujeres sufre violencia machista a lo largo de su vida, significa que en esta cafetería en este momento al menos hay 5 mujeres en esa situación.

En el bloque de pisos donde vivo, por estadística, 2 mujeres lo sufren. En el supermercado, un día sin mucha gente, unas 10 mujeres están afectadas. En este semáforo en rojo, en el que atisbo a ver unas ocho conductoras, casi tres están actualmente sometidas a esas terribles circunstancias… Podría seguir así todo el día. En clase, en el gimnasio, en el grupo de madres del cole de las niñas, en mi propia familia entre las primas y las tías, … Cuando nos atrevemos a ponerle cara a las cifras es cuando tomamos conciencia de la terrible realidad.

Cuando se habla en los medios de la violencia machista, de las medidas de protección a las víctimas, a veces nos suena lejano, ajeno a nuestra cotidianeidad. Se trata, quizá, de un escenario tan aterrador que es difícil mirarlo a la cara. Quizá la educación que nos han dado nos empuja a no meternos en la vida de las demás, a no cuestionarnos que los asuntos de un matrimonio les conciernen solo a ellas, a estar seguras de que podemos hacer sentir vergüenza a una amiga o compañera si le preguntamos sobre su ambiente en casa. Este silencio y esta inacción hacen que las mujeres en situación de abuso se encuentren mucho más desamparadas.

No es fácil de comprender cómo una persona no es capaz de pedir ayuda por sí misma, o porqué soporta la violencia repetida sin rebelarse ni defenderse. Sólo podemos acercarnos a ella desde la mirada compasiva, desde el no juzgar, desde el darnos cuenta de que el miedo, la costumbre, los patrones, el silencio, la vergüenza, la fuerza, … van minando la esencia de las personas heridas brutalmente, sumergiéndolas en una nube de niebla, confusión y dolor. Creo yo por ello fundamental que como sociedad tenemos el deber de abrir los ojos ante estas experiencias y empezar a detectar actitudes de abuso y violencia contra las mujeres que nos rodean. En todas partes, en toda circunstancia, en cualquier reunión ya sea familiar, social o laboral. Desde los más inoportunos comentarios, o bromas, o invasiones, o dichos o costumbres.

La única forma de defender nuestra libertad es ejerciendo nuestro derecho a vivir. Nuestro derecho a expresarnos, nuestro derecho a ser personas con todos nuestros matices. A defender nuestras fronteras, la de nuestros cuerpos y las de nuestras mentes, a expresar nuestras emociones y a tomar nuestras propias decisiones. Tenemos derecho a decir que NO. Tenemos derecho a decir BASTA. Tenemos derecho a irnos. Incluso cuando no tengamos voz, cuando creamos que todo está perdido, puede aparecer una mano tendida que nos ayude a levantarnos. Entre todas. Entre todos. Nos lo debemos.

LLAMA AL 016 SI NECESITAS AYUDA CONTRA LA VIOLENCIA MACHISTA O PIDE A LA MUJER QUE ENCUENTRES AL LADO QUE LO HAGA POR T

Tracking Pixel Contents