Opinión

Cuando un amigo se va

Estamos, un año más, inmersos en la vorágine navideña, donde el marketing comercial parece cobrar cada día más protagonismo, al ir conquistando terreno al verdadero espíritu navideño. Casi todo es cíclico, por ello hay que dar tiempo al tiempo y, probablemente, unos antes y otros después, iremos reflexionando conforme Dios nos dé a entender, y nunca mejor dicho.

Lo que ese marketing no ha conseguido, ni espero consiga lograr, es que en estas fiestas de Navidad, el recuerdo de los familiares y amigos que nos han precedido en el viaje definitivo, se acreciente y sea vivido con un especial sentimiento. Si esas, siempre desgraciadas despedidas, se producen precisamente en estos días, los sentimientos se desbordan; y eso nos está pasando en Salas actualmente, pues este 1 de enero de 2025, tras un tiempo de brega ejemplar, de él y de toda su familia, nos ha dicho hasta luego, a sus veintiséis años, un joven y muy querido amigo y vecino, Ignacio Garrido Álvarez, Nacho "el de Cosas".

Todos los desenlaces son desgraciados y sentidos, pero en casos como el de Nacho, y similares, el corazón se encoge y la mente se bloquea tratando de encontrar un razonamiento que se escapa a nuestra humana capacidad.

Nacho forma parte de una de las familias más queridas de nuestro concejo, es hijo de Luisa, la de "Cosas", y de Ignacio, el de Llazán, siendo sus hermanos Vanesa, Lara, David y Mario, quienes junto con su extensa y apreciada familia, han llevado, todos ellos, (abuelos, tíos, sobrinos, primos, etc.) el proceso, desde el inicio de su enfermedad, con una entereza admirable.

Como, según se conoce, la pérdida de un hijo, es el golpe más duro que se puede recibir, yo, y todos los salenses, llevamos semanas en las que esa admiración la personalizamos en Luisa, la madre, que es la que diariamente vemos en su surtido establecimiento de nuestra villa.

Al igual que me consta, sé que opinan todos ustedes, mi familia y yo somos, desde siempre, fervientes fans de Luisa, por su ejemplar trayectoria, personal, familiar, social y comercial, siempre con el apoyo de Ignacio, su marido, y de todos sus hijos y hermanos, para los que representa el mejor espejo donde mirarse.

Como es obvio, la familia de Nacho ha agotado todas las posibilidades existentes para tratar de reconducir la complicada situación, y eso ha de resultar reconfortante. Nacho sabe que ni su familia, ni nosotros sus vecinos y amigos, lo olvidaremos mientras existamos, y por eso siempre seguirá viviendo en nuestro recuerdo.

Luisa, Ignacio, Vanesa, Lara, David, Mario, abuelos, tíos y resto de la familia, vaya con estas líneas todo nuestro ánimo y cariño. Nacho, no tengáis duda, descansa en paz. Quiero cerrar este abrazo sentido, citando una, creo, antigua bendición irlandesa, que siempre forma parte de mis favoritas:

Que el camino salga a tu encuentro.

Que el viento sople siempre a tus espaldas.

Que la lluvia caiga con suavidad sobre tus campos.

Y hasta nuestro próximo encuentro, que Dios te sostenga suavemente en la palma de su mano.

Fuerte abrazo.

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