Tal vez piensas que comer fuera de casa y comer saludable no es posible. De hecho, salir a comer es una de las razones principales del porqué no se logra tener un buenos hábitos de alimentación.

Tengo buenas noticias que darte. Sí es posible comer mejor y seguir disfrutando de aquellos alimentos que nos encantan (y que no comemos todos los días). Con un poco de conocimiento, tú puedes transformar esa bomba calórica de restaurante en una opción más saludable Si tú, así como yo, estás a favor de que hay que controlar lo que se come pero también es importante disfrutar de los alimentos, comer fuera de casa se ha convertido en un momento para desconectar, para aprovechar el tiempo con los amigos o la familia y, sobre todo, para degustar cosas ricas. O tal vez no tienes la oportunidad de comer en casa todos los días y tienes que comer en un restaurante de forma rutinaria. En ambos casos, seleccionar correctamente tus alimentos es indispensable para tener buenos hábitos alimenticios.

Según un estudio de Cambridge, más del 90% de los platillos principales que se venden en los restaurantes son excesivos en calorías, sodio, grasa y grasa saturada. Por ejemplo: los aperitivos o entrantes tienen un promedio de 813 calorías, en comparación con los platos principales, que promediaron 674 calorías por porción. Comer fuera de casa se considera un factor de riesgo para la ingesta excesiva de grasas y calorías extras. Los diez mejores trucos para comer sano fuera de casa son:

No pases hambre durante todo el día antes de salir a comer, ya que podrías comer en exceso cuando acabes sentado delante del plato. Una pieza de fruta puede ser una buena opción. Una manzana, una pera o una mandarina antes de salir a comer es una excelente idea para no llegar con demasiada hambre. El azúcar natural presente en las frutas ayudará a que la curva de glucosa esté en niveles normales, dándote tiempo para digerir mejor.

2. Elegir el restaurante. Siempre que la decisión dependa de ti, intenta elegir restaurantes con opciones saludables y aptas para cuidar la línea. Te recomiendo que selecciones los restaurantes que encajan en las siguientes categorías:

-Carnes: Si hay un asador cerca, hay una oportunidad de comer una pieza de alta calidad de proteína y acompañarla de algunas verduras increíbles.

-Pescados: Si estás de vacaciones en la playa o vives cerca del mar, es bastante fácil encontrar una opción saludable cuando se trata de comer las cosas que viven en el agua.

-Japonesa: La base de la comida japonesa son pescados crudos y los granos. Es una opción segura.

Aunque dentro de esos restaurantes también debes tomar algunas precauciones. Recuerda: no toda la comida saludable es realmente saludable en un restaurante. Nuestro consejo: si no te queda más remedio que ir a un restaurante con auténticas bombas calóricas, intenta ir un poco saciada de casa para comer menos cantidad.

El agua es la bebida más natural y saludable que existe, de eso no hay duda. Además, nos puede ayudar a evitar que comamos más de la cuenta porque llena el estómago. Antes de que te llegue el plato, bebe un vaso de agua a pequeños sorbos. Así, cuando te traigan la comida ya no tendrás tanta hambre y comerás menos. Nuestro truco: beber el agua del tiempo es más saludable. Pide que no te echen mucho hielo, así podrás beber algo más de cantidad. Si quieres un toque exótico, añade una rodaja de limón.

Es normal que mientras esperas a que te traigan el plato que has elegido te entren ganas de picotear un poco de pan. Y es que parece que la cesta con pan fresco y crujiente te está mirando. Además, en muchos restaurantes ofrecen mantequilla o aceite de oliva para combinar... ¡Qué tentación! Aunque sea complicado, intenta no ingerir pan antes de comer si estás a dieta. Piensa que son calorías que no necesitas y lo único que van a hacer es evitar que pierdas peso. Nuestro consejo: cuando haces dieta no significa que no puedas comer pan. De hecho, casi todas las dietas permiten su consumo de forma moderada. Si sales a cenar fuera puedes comerte una rebanada pequeña sin problemas, ¡pero no abuses!

Aunque salgas a cenar, no se te puede olvidar que estás a dieta, así que deberías elegir solo un plato principal y olvidarte del postre y de los entrantes. Porque aunque el entrante sea una ensalada o una sopa, contiene calorías. Concéntrate en el plato principal y elige uno que te sacie y que te apetezca. Nuestro consejo: si no te puedes resistir y vas a pedir un entrante, pídelo con cabeza. No elijas platos que contengan muchas salsas o queso. Decántate mejor por una ensalada sencilla o una crema o sopa de verduras sin mucha nata. Una buena opción es el gazpacho. Si tampoco te puedes resistir al postre, la solución es un sorbete o una macedonia.

No hay duda de que los filetes empanados, las croquetas o la tempura de verduras son deliciosos, pero el contenido calórico de estas recetas es muy alto. Por este motivo, en la mayoría de las dietas el empanado no está permitido porque contiene mucha grasa. Un ejemplo: un filete de 150 gramos contiene más o menos 210 calorías; si lo empanas, añades 140 calorías. En este sentido, también tienes que evitar los fritos: nuggets, patatas, san jacobos, etcétera. Nuestro consejo: aunque no esté tan bueno, pide platos cocinados al vapor, a la plancha o al horno. El aporte calórico será mucho menor.

¡Qué buenas están las salsas! No hay mayor placer que mojar un trozo de pan crujiente en una buena salsa. La mayoría de los platos las incluyen en alguna de sus variantes, como la salsa de pimienta, la de mostaza, el pesto? Abusar de ellas no es saludable porque tienen un alto contenido de grasa.

Los padres no siempre tienen razón. Así que olvídate de la norma de que tienes que terminarte todo lo que hay en el plato y dejarlo reluciente. Si te dejas las patatas fritas, el maíz asado o la ensalada de col en el plato no pasa nada. Nuestro consejo: si existe la opción de pedir una ración más pequeña, no lo dudes y evita llenarte de calorías de más que no necesitas. No pasa nada si te saltas la dieta un poco, ¡pero en pequeñas cantidades!

l. ¡Cuidado con lo que bebes!, ya que los refrescos, los zumos y las bebidas alcohólicas contienen un montón de calorías vacías que no te llenan para nada pero que van a parar a tus células grasas. Pide para beber agua o bebidas light bajas en calorías y azúcares. Pero si quieres acompañar tus comidas con vino o cerveza, entonces después de cada cerveza o copa de vino, toma dos vasos de agua.

10. Come sin prisa. ¿ Sabías que las personas que comen demasiado rápido tienen tres veces más probabilidades de padecer sobrepeso? Esto se debe a que la sensación de saciedad tarda entre 20 y 30 minutos en viajar desde el estómago hasta el cerebro. Por tanto, comer más rápido implica ingerir más alimentos para sentirse saciados. Por eso, cuando vayas a comer fuera, relájate y disfruta, así comerás menos y te sentirás mejor. Aprovecha esto para conversar y comer más lento. Así tendrás espacio para escuchar a tu cuerpo cuando estés satisfecho y no comer más de la cuenta. Pero si no lo lograste y comiste de todo sin pensar, no te preocupes, aún hay algo que puedes hacer?

-Después de comer: un buen truco es levantarse de la mesa y dar un paseo de al menos media hora en familia.

-Y el día después: no vale saltarse la siguiente comida, mejor come algo ligero y sano. Por ejemplo: verduras al vapor, pollo a la plancha, ensalada de lechuga, espárragos, tomate, crema de verduras o caldo de apio. Tampoco es válida esa mentalidad de decir: "Ups, fallé con mi plan de comer más sano, seguiré comiendo mal durante todo el día, ya da igual". Una comida poco saludable no arruinará tu estilo de vida, siempre y cuando el 80% del tiempo estés decidiendo comer sano.