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Enrique Cimas | Médico de familia y Coordinador del centro de salud de Contrueces (Gijón)

“Es un error creer que puedes ir al médico porque te da la gana; eso no hay sistema que lo aguante”

"Hay temas de excesos que se tendrían que haber cortado hace mucho tiempo; no tiene ningún sentido que Gijón tenga once centros de salud que abren por la tarde"

El médico de familia Enrique Cimas, ayer, en una sala de espera de su centro de salud de Contrueces, en Gijón. | Marcos León

El médico de familia Juan Enrique Cimas Hernando (País Vasco, 1959), lleva más de dos décadas vinculado a la sanidad gijonesa. Veterano coordinador del centro de salud de Contrueces, es un firme defensor de la atención primaria y de la necesidad de difundir una educación sanitaria que evite la saturación del sistema por visitas evitables. Considera que Gijón debe reducir el número de centros de salud que abren por la tarde (ahora son cuatro por la pandemia, pero eran once) y que la falta de personal médico, culpa a su juicio de una histórica mala gestión, no encontrará una solución inmediata en los próximos años.

-Empecemos por el principio. ¿Qué hace la atención primaria en Asturias?

-La función del hospital es más clara: es el sitio a donde vas para que te curen. La de la atención primaria es más compleja y siempre intento explicarlo. Está la epidemiológica, que es su papel clásico: servir de filtro para el hospital. No es para no dejar pasar a la gente, sino para que la gente que vaya lo haga por algo. Piense en los médicos como máquinas que lo que hacen es ver si está enfermo o sano. Eso va a depender de la cantidad de enfermos y sanos, porque si tengo muchos enfermos, va a ser fácil encontrarlos, pero si tengo muchos sanos seguramente voy a decir que muchos sanos están enfermos. Imagine una bolsa con diez bolas, cinco blancas y cinco rojas, sanos y enfermos. A mí me interesa sacar las blancas para que no vayan al hospital, a quien le tengo que derivar principalmente bolas rojas. Debo asegurarme que mi compañero del hospital no pierda el tiempo con bolas blancas.

-¿Y la otra función?

-Hay otras enfermedades como la diabetes, la hipertensión o el asma que son tan prevalentes que debemos tratarlas nosotros. Si lo derivásemos al hospital se saturaría, no hay sistema que lo aguante. Y, al final, los mayores especialistas de esas patologías somos atención primaria, porque seguimos a los pacientes de principio a fin.

-Los crónicos...

-Sí, al hospital solo se mandan casos muy concretos y complejos. Desde atención primaria intentamos ir asumiendo cosas. Yo siempre soy muy pesado con la gerencia y no paro de pedir cosas, pero cosas que creo que se pueden hacer desde atención primaria y no hace falta delegarlas en el hospital.

-Como las retinografías...

-Sí, hemos empezado con eso. La diabetes, que es una enfermedad muy prevalente, tiene también un porcentaje muy grande de retinopatías, daño en la retina, que es la primera causa de ceguera en el mundo. Hasta ahora yo tenía que acordarme de mandar a los pacientes cada uno o dos años para hacerse una retinografías. Y es que eso supone mandar a muchísima gente, bloqueamos el servicio. A Crisanto Alonso (jefe de Oftalmología de Cabueñes) se le ocurrió el tema del OCT, que es como un retinógrafo pero un pelín mejor porque puede detectar glaucomas y degeneración macular asociada a la edad. Lo estamos empezando a usar ahora. La idea sigue siendo la misma: mandar pocas bolas blancas. Nosotros toleramos mejor la incertidumbre.

-¿La incertidumbre?

-Un especialista de hospital está entrenado para no tolerar la incertidumbre. Si viene un paciente con tos le va a pedir un escáner, una analítica, lo que sea, porque al enfermo lo ve cada seis meses y tiene que asegurarse de que no está enfermo. Yo, desde atención primaria, tengo que ser más sensible. Entiendo que un neumólogo no puede decir: bueno, esta tos seguro que no es nada. Están entrenados para encontrar cosas raras y yo no les puedo enviar a todo el mundo. No sería ni efectivo ni sostenible.

Enrique Cimas. Marcos León

-Aclarado qué es la atención primaria, ¿qué le pasa?

-Que qué le pasa... Si a un internista la gerencia le pregunta qué necesita, le va a decir que un escáner nuevo, un aparto de alta resolución de lo que sea. Eso a nivel de hospital viene muy bien a todo el mundo, sobre todo a los gestores, porque lo que más entusiasma es anunciar aparatos nuevos con lucecitas. Y si encima es carísimo vendrán todos los ministros a hacerse fotos con él y tal. En atención primaria nuestro gran escáner se llama tiempo. Necesitamos más tiempo. Y ese tiempo se logra con profesionales. Todo esto de las retinografías o las ecografías, que también hacemos, se hacen a costa del tiempo del personal, que tiene que formarse. Deberíamos tener muchas más enfermeras y más médicos, ajustándonos a la población. Un paciente con EPOC de Contrueces con la misma función pulmonar tiene más posibilidades de morirse que uno de Somió. La mayor enfermedad de cualquier país es la pobreza. Hay compañeros que vienen aquí y se quedan asustados de la demanda que hay, porque es una demanda real, la gente está mala.

-¿Y eso qué supone?

-Lo cambia todo, porque tienes que adaptar otro nivel para intentar explicar las cosas. Cuanto menor nivel de conocimientos tenga el paciente, más se va a guiar por lo que saben de oídas, lo que cuentan la vecina o lo que creen que han escuchado en la radio. Y a veces la pobreza es también la que te lleva a tener una hiperexigencia del sistema, porque has oído que tienes derecho a lo que sea y no te planteas que el médico o la enfermera estén haciendo bien su trabajo haciendo lo contrario. Tu vecina te ha dicho que te tienen que hacer una resonancia y punto. Eso pasa y esos mensajes calan.

-A raíz de la pandemia caló que los centros de salud tenían a sus profesionales cruzados de brazos.

-También, aunque ahí se mezclaron otras cosas. Los compañeros de Urgencias de los hospitales, que en su mayoría son médicos de familia, siempre han sido los “pim, pam, pum”, como lo somos nosotros en atención primaria. Están peleando por su especialidad. En pandemia pasó que los médicos de cabecera aumentamos el volumen de llamadas y no dejamos de ver presenciales, o al menos así ha sido en mi centro. Hablo por mí, pero la realidad es que la mayoría de compañeros están viendo a pacientes como locos. Bueno, pues empezó a llegar gente al hospital diciendo que su médico de cabecera no le quería ver. Que algún caso habrá, pero la realidad es la que digo y muchos de esos pacientes son los que antes de la pandemia iban igualmente al hospital diciendo que su médico le daba cita para dentro de diez días o que no le quiso hacer una radiografía. Ese chascarrillo en busca de la inmediatez. Eso pasó y desde el hospital se hicieron eco de ello. Pero la realidad fue otra.

-¿Y qué se hizo durante la pandemia?

-Ya antes de que nos lo dijese la gerencia limitamos la entrada. Luego cuando ya todo se hizo oficial con el estado de alarma y tal, tuvimos que decidir una estrategia. Entendimos que no podíamos desatender a nuestros enfermos crónicos e hicimos listas. Y nos pusimos a llamar, para ver qué tal estaban, de forma proactiva. Y jamás dejamos de ver pacientes presencialmente, simplemente tuvimos que aplicar un decalaje para no llenar las salas de espera. Muchos pacientes entran a un centro de salud y lo ven medio vacío y pueden pensar que no estamos haciendo nada, pero lo cierto es que estamos midiendo muy bien los tiempos para que no se junte la gente. Desde hace ya meses la presencialidad es diaria. Lo que pasa es que no puedes llegar por tu cuenta y decir que te vea el médico.

-Eso no es algo de ahora.

-Ya. Es el gran problema del morir de éxito de la atención primaria. En Inglaterra esto jamás fue así. Tú llamas por teléfono y te atiende una enfermera. Y le dices: tengo un grano. Y ella te dice: póngase tal pomada y si no se le pasa llame dentro de unos días. Y si dentro de unos días sigues teniendo mal la piel, entonces sí, te da cita con el médico. Que a los ingleses tampoco les van bien las cosas, eh, les preguntas y te cuentan lo mismo que un médico de Gijón: que les acusan de esconderse detrás del teléfono, y tal. Cualquier país con cierta accesibilidad lleva mal que le recortes de cualquier manera. Y también es que se confunde accesibilidad con inmediatez. Es un error creer que se puede ir al médico cuando te de la gana y por lo que te de la gana. Eso no hay sistema que lo aguante. Una emergencia debe atenderse de inmediato. Lo demás, no. Es en gran parte culpa nuestra: lo hemos enseñado mal. La gente entiende que lo mejor es ir al médico y que te hagan todas pruebas posibles. Hay que explicarles que si no hay necesidad, en realidad, se ahorran posibles complicaciones.

-Parte de la atención en centros de salud también cubre la soledad de personas mayores.

-Claro, hay muchísimo problema social. Gente que vive sola y no tiene o no sabe cómo usar la red social de su entorno. Yo que venga la señora a hablar conmigo porque no tiene con quién hacerlo, pues mira, lo hago. Es parte de mi trabajo, es la parte comunitaria de mi especialidad. También estaría la parte familiar, atender los problemas de las familias en su conjunto y no de cada individuo. Pero hacerlo todo es imposible. De nuevo, no hay recursos, no hay personal.

-¿Por qué no hay médicos?

-Tiene difícil solución de forma inmediata. Yo llevo un porrón de tiempo pidiendo médicos. Y me lo han concedido, ahora tengo uno más, pero yo necesito dos. Y eso para estar como antes, para que el agua nos llegue al cuello pero al menos podamos asomar la cabeza. No sé, en Oviedo lo paran porque no hay dinero y porque nadie se quiere quedar aquí. Simplemente no hay médicos. Muchos acaban de urgenciólogos porque las condiciones son algo mejores. Aquí ya mejoraron las cosas, pero no tanto. Me llegan ofertas todas las semanas muy tentadoras. La última, de Irlanda. Mucho más dinero por muchas menores horas.

-También se está jubilando ahora una generación “boom”.

-Sí, y nadie tuvo la feliz idea de verlo venir, que tampoco era tan difícil, y eso tendría que haberse ido corrigiendo desde hace años. Lo que nos quema, no obstante, es la cantidad de trabajo por tonterías que asumimos. El papeleo diario y los pacientes de “yo tengo derecho a una analítica”. Y no, nadie tiene derecho a una analítica. Tiene derecho a consultar con un médico que decidirá si la necesita o no. Gran parte del problema es la mala educación de la población, no educación de decir tacos, sino de saber usar el sistema sanitario y demandar cosas sin sentido. Hay temas que se tendrían que haber cortado hace mucho tiempo. No tiene ningún sentido que Gijón tenga once centros de salud que abren por la tarde.

-Pues ya que saca el tema...

-Es que no es de recibo. Un médico con 60 pacientes todas las tardes y a lo mejor ocho llamadas de domicilios. Que ahí el médico ya se la juega y decide que va a tres, porque los otros cuatro, por lo que le cuentan al teléfono, intuye que pueden esperar. Pero esos domicilios se hacen e imagina que toca justo la urgencia de verdad, el del infarto o el de ictus, que aparece en el centro de salud y el médico está a varios kilómetros. Y eso, más los pacientes que haya visto por la mañana. Es que no está justificado ni médicamente ni económicamente ni de ninguna manera. Cuatro centros de Gijón por la tarde ya sobran. Otras ciudades similares solo tienen uno. Porque están para lo que están, no para que los que usan mal las consultas de mañana puedan usar también mal la atención de por la tarde. Los vecinos alegarán que no se puede desplazar a la gente mayor, pero es que salvo para la gente que viva delante de un centro de salud se va a desplazar igual. ¿Qué hacemos? ¿Ponemos un médico por las tardes también en La Camocha? ¿Cuál es el límite de cercanía? No tienen ningún sentido.

-El trabajo en cuatro centros sería el mismo que en once, ¿no?

-Sí, pero agrupados es otra historia. Yo puedo irme tranquilo a un domicilio sabiendo que hay compañeros que van a seguir atendiendo de forma presencial. No tiene nada que ver. Yo sé de varios compañeros que, como se autorice reabrir los once centros de salud en horario de tarde, van a pedir el traslado a otro centro que no implique guardias. Porque es insoportable asumir eso tú solo. Cuatro centros en Gijón valen de sobra.

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