Alternar casa y oficina: la fórmula laboral preferida por expertos y trabajadores

Los psicólogos recomiendan a las empresas “una incorporación escalonada” a la labor presencial en beneficio de la salud de sus plantillas

Consejos para la vuelta a la presencialidad

Consejos para la vuelta a la presencialidad / Patricia ORDIZ

Patricia ORDIZ

“La presencialidad al cien por cien en el trabajo ya no tiene sentido”, proclama Nadia Díaz, asturiana de 27 años que vive y trabaja en Oviedo como programadora. Lleva teletrabajando desde mayo del año pasado. Comenzó en su puesto de trabajo cuando la jornada laboral en remoto ya estaba implantada en todo el país. A Nadia Díaz, el proceso de confinamiento la pilló en un cambio de etapa: la independencia de sus padres. “El hecho de teletrabajar me resultó muy agobiante. Necesitaba gente, oficina, respirar aire que no fuese el de mi casa porque pasaba los días sin salir de mi piso”, explica. “Me da miedo la gente que, después de todo lo que hemos pasado, sigue negando la situación y pone en riesgo la salud de la población. Pero yo solo puedo decir que tengo ganas de volver a ver la oficina llena”, admite la joven.

Aún hoy, cuando se acerca el final del verano, muchas empresas no han recuperado la presencialidad total. En muchos casos, se plantea el regreso a la normalidad para este septiembre. Con este motivo, se pone sobre la mesa una nueva fuente de malestar psicológico para los trabajadores: después de haberse adaptado deprisa y corriendo al modelo en remoto, toca regresar a las oficinas tras largos meses de pandemia –todavía no concluida– con duras consecuencias económicas, sociales y humanas. ¿Qué les espera?

“Uno de los retos principales que tienen ahora las organizaciones y empresas de cara a la nueva normalidad está vinculado con el tecnoestrés y la desconexión digital”, explica Christine Loos, directora general de Stimulus, consultora europea especializada en la gestión de la salud mental y de los riesgos psicosociales de los trabajadores. “La idea es que las organizaciones deben entender que no se puede lograr el éxito empresarial sin cuidar de las personas”, explica Loos. Desde la consultora, se traslada la necesidad de que las empresas aporten herramientas para “acompañar a los trabajadores en procesos complicados”.

Es una nueva fuente de malestar psicológico para los trabajadores: después de haberse adaptado deprisa y corriendo al modelo en remoto, toca regresar a las oficinas tras largos meses de pandemia

Marián Naredo, ovetense de 54 años que trabaja en una empresa especializada en ventas, marketing y formación, hace balance de lo que supuso para ella el teletrabajo. “Fue muy intenso, con jornadas superiores a lo normal, pero de modo voluntario. Estar teletrabajando no me permitió descansar, como quien dice, pero me mantuvo activa y no se me hizo tan largo el confinamiento”, asegura.

“Como ya teletrabajaba de vez en cuando, no tuve problemas de adaptación”, expone Fernando Vázquez, de 41 años, residente en Brañes (Oviedo) y trabajador en una empresa de telecomunicaciones como responsable de atención al cliente. Y añade: “Algunos compañeros sí tuvieron más reticencias; al final muchas casas no pueden ser un lugar de trabajo tranquilo”.

“Yo, ahora mismo y viendo cómo está la situación con el virus, prefiero estar desde casa para reducir el número de personas con las que tengo contacto”, sostiene Covadonga Gil, gijonesa de 25 años que trabaja en el área ejecutiva de una empresa de marketing y comunicación. Así lo ve también Juan Carlos Alonso, informático en Oviedo: “El teletrabajo fue un cambio a mejor, sin duda, aunque el proceso de adaptación fuera complicado”. Con 24 años, Iván Gómez, administrativo ovetense, también tuvo que adaptarse a trabajar en casa: “Es mucho más sencillo en remoto que de manera presencial. Lo único que cuesta un poco más es comunicarse con los compañeros”.

"Los índices de satisfacción han subido en los momentos de teletrabajo, pero hay informaciones y sensaciones que no es lo mismo verlas por escrito en un chat que cara a cara”, explica Fernando Vázquez

En el otro plato de la balanza se sitúa Mónica Castro, profesora de 51 años, de La Felguera: “La enseñanza presencial es la única que garantiza el derecho a la educación para todos los alumnos. Opto por la presencialidad, sin duda”, expone.

“Los cambios en los que nos hemos visto afectados tienen un fuerte impacto en nuestra salud por múltiples factores”, analiza Tamara Fernández García, psicóloga y formadora asturiana especializada en inteligencia emocional y coeducación. “A nivel emocional y social es complejo sobrellevarlo si no estamos preparados para saber gestionarlo. La pandemia ha supuesto un enorme esfuerzo físico y psicológico que puede tener consecuencias en nuestra salud si no atendemos a nuestro propio autocuidado mental y el de quienes nos rodean”, detalla la psicóloga.

Una clara diferencia con la adaptación al trabajo en remoto es que la vuelta a la oficina puede tener un proceso más lento. “Una incorporación de forma escalonada sería mucho más recomendable que hacerlo de golpe”, explica Ana María Rodríguez Fernández, doctora en Psicología: “No hay que olvidar que en España el teletrabajo se adoptó a marchas forzadas por la situación sobrevenida y ha supuesto un importante esfuerzo de adaptación que ha pasado factura a la salud mental de algunos trabajadores”. La experta agrega: “Es conveniente evitar otro esfuerzo de las mismas características para la vuelta, ya que esta vez sí que se puede planificar”.

Otros profesionales de la psicología, como Marta Robles Pérez, comprenden el temor de los trabajadores a regresar a sus puestos presenciales: “Volver a la oficina implica enfrentar distintos tipos de miedos, como al contagio, a retomar las relaciones sociales o a lidiar con problemas que se habían quedado en el pasado”.

Así pues, una vuelta a la presencialidad en septiembre va a obligar a los empleados a enfrentarse a una situación conocida pero que ahora aporta cierta desconfianza. Y es que el virus sigue ahí. De esta forma, tanto trabajadores como profesionales de la psicología apuntan a un modelo híbrido como la mejor opción para la etapa.

“El volver presencialmente al trabajo tiene muchos factores beneficiosos, como son el retomar contactos sociales, diferenciar la vida privada de la laboral y cambiar físicamente de lugar”, agregan Calvo y Blanco

“Creo que lo más lógico y normal sería algo mixto, una semana teletrabajando y otra presencial, o cosas similares. Los índices de satisfacción han subido en los momentos de teletrabajo, pero hay informaciones y sensaciones que no es lo mismo verlas por escrito en un chat que cara a cara”, explica Fernando Vázquez. “El teletrabajo me devuelve tiempo a mi vida, me permite compatibilizar mi rutina diaria con mi familia, puedo ir a recoger o dejar a mi hijo del colegio o, si surge algún evento, comer con ellos”, indica José Bermejo, informático de 39 años y residente en Oviedo. Y añade: “Si logramos encaminar las oficinas a un modelo más híbrido, enfocado a las reuniones y con espacios abiertos, sería aún mejor”. Covadonga Gil coincide con ellos: “Entiendo que el trabajo presencial volverá, así que apostaría por un modelo mixto. Varios días desde casa y uno o dos en la oficina para no perder el contacto humano y tener alguna reunión, por ejemplo”.

Desde la Clínica Psicológica Persum (Oviedo), Esther Blanco y Andrés Calvo inciden en una idea: “El hecho de teletrabajar desde sus hogares, en la mayoría de las ocasiones, facilitó unos nuevos hábitos más flexibles que ahora han de abandonar. Eso produce en algunos trabajadores reticencias a la hora de incorporarse al trabajo como antes de la pandemia”. Pero también indican el lado positivo: “El volver presencialmente al trabajo tiene muchos factores beneficiosos, como son el retomar contactos sociales, diferenciar la vida privada de la laboral y cambiar físicamente de lugar”. Y agregan Calvo y Blanco: “Todas estas cuestiones suponen por sí mismas factores de protección contra la posibilidad de padecer patologías mentales”.

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  1. Aceptar y normalizar que todos los cambios conllevan estrés. Toda fase de cambio implica una adaptación. Aunque sea una situación que ya “se conoce”, es útil enfrentarse a esos miedos con calma y no ser demasiado exigente con uno mismo. 
  2. La planificación es imprescindible para mantener la ansiedad en niveles adecuados o funcionales. Así, se evitará vivir en un caos o un horario caótico. La vuelta a los viajes para trabajo pueden quitar tiempo y es necesario organizarse bien para no agobiarse.
  3. Mantener un tiempo para el ocio y el autocuidado. Es posible que, con la vuelta a la presencialidad, se intente hacer más tareas que, teletrabajando, se cumplían sin moverse del lugar, pero no se puede suprimir el tiempo de ocio ni las rutinas de cuidados.
  4. Contar con herramientas para afrontar el estrés. La respiración y la relajación son técnicas que ayudarán a salir de la espiral de autoexigencia y evitar que la ansiedad interfiera de forma negativa en la calidad de vida y en la productividad laboral y personal.

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