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Así saltó Jesús Cedeira todas las barreras desde su silla de ruedas

El gijonés logra el doctorado en Psicología tras sortear a diario obstáculos físicos y mentales: “Había profesores que no sabían cómo evaluarme”

La historia de superación de Jesús Cedeira

La historia de superación de Jesús Cedeira VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Luisma Murias

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La historia de superación de Jesús Cedeira José Luis Salinas

La vida de Jesús Cedeira es una carrera de superación en la que ha tenido que ir rompiendo barreras y saltar todos los obstáculos que se le ponían por delante. Graduado en Psicología, en el plano de los estudios consiguió hacer cumbre hace unas semanas con la presentación de su tesis doctoral sobre “Los perfiles de personalidad en la población con discapacidad”. Ha trabajado como rastreador durante lo peor de la pandemia, de hecho, sigue vinculado a este servicio. Y aunque ve la vida desde una silla de ruedas –tiene distrofia muscular espinal–, la mira con ilusión y sin miedo. Para hacer cumbre se ha apoyado desde siempre en el bastón que son sus padres, Jesús Manuel Cedeira y Eloína Costales, que eran quienes lo llevaban y lo traían todos los días a clase a la facultad en Oviedo –viven en Gijón– para que su hijo, pese a las dificultades, pudiera llegar tan alto como pudiera. Esta es su historia. La cuenta él mismo.

Pero, antes de nada, llega la sesión fotográfica que acompaña a este reportaje. Su madre apunta: “Es muy presumido”. Ahora sí.

La enfermedad. Jesús Cedeira tiene una distrofia muscular espinal, que es congénita y cuyos efectos son la debilitación de la musculatura corporal. Lo que obliga al gijonés a ver la vida desde una silla de ruedas. Es una enfermedad de nacimiento.

La psicología. “Comencé a estudiar la carrera después de haber tenido una nota muy alta en la selectividad”, empieza el relato. El campo de la salud siempre le había atraído – “lo que me gustaba era ayudar a las personas”–, así que la opción más natural era la de estudiar medicina, pero era un plan que considerable inalcanzable por sus propias barreras físicas. “Veía que atender a un paciente iba a ser muy dificultoso”, señala. Por eso optó por la psicología, afín a las ciencias de la salud, aunque con trazos de las humanidades. “Es una carrera que yo creía que sí que podía desempeñar, donde lo que más se utiliza es la palabra para ayudar a todas las personas que lo necesiten”, asegura. Con mucho esfuerzo hizo cumbre.

Los estudios. La Facultad de Psicología era una especie de carrera de obstáculos para Cedeira. Cada día era una nueva aventura. Aunque las dificultades ya venían de atrás. “Me tenían que llevar mis padres. Tanto en el instituto como en el colegio tenía un asistente técnico sanitario o cuidador como se llamaba antiguamente”, explica. Pero la universidad fue bastante diferente. “A base de insistir e insistir conseguí que pusieran a dos becarios a ayudarme”, señala. Aun así, sus padres estaban al tanto de todos sus cambios de clase y de llevarlo y traerlo cuando lo necesitaba. “Lo de los becarios fue una solución que no duró mucho porque querían cobrar, pero no trabajar”, critica. En cuarto y quinto de carrera una de sus compañeras se presentó voluntaria a ayudarlo sin cobrar nada. De forma totalmente desinteresada. Altruista.

Jesús Cedeira, junto a sus padres, Jesús Manuel Cedeira y Eloína Costales, en Oviedo. | Luisma Murias

Las barreras. En esa carrera de obstáculos que fue para Cedeira la universidad había barreras “físicas y también psicológicas, que son las más difíciles de romper”. En el caso de las primeras era el propio edificio el que se las imponía. No podía entrar por la entrada principal de la facultad, tenía que hacerlo por una secundaria. Había días que eran toda una odisea. “Mi padre tenía que avisar al conserje para que me abrieran esa puerta y poder acceder al aula, pero muchas veces el conserje no estaba en su sitio, estaba haciendo el reparto de las cartas u otras tareas, y había veces que perdíamos hasta 20 minutos hasta que conseguíamos localizarlo”, destaca. En cuarto y quinto ya le dieron la llave de aquella puerta, pero lamenta que “durante la mayor parte de la carrera no tuve las mismas oportunidades que el resto de mis compañeros. Por ejemplo, no he podido subir a los laboratorios de la facultad nunca, están en el último piso de la facultad y el ascensor solo llega hasta el segundo”. Solo el hecho de acceder al ascensor era una toda una aventura. Como una yinkana.

Las psicológicas. “Durante la carrera me encontré con profesores que no sabían cómo hacerme un examen. Muchas veces los propios profesores tenían que revisarme los apuntes que me dejaban mis compañeros porque me los llegaron a dar mal hechos adrede”, asegura. Pese a todas estas barreras físicas y psicológicas consiguió sacar adelante la carrera con muy buenas notas. “Hubo algún hueso, pero las conseguí sacar todas”, destaca. Antes de comenzar con el doctorado sacó un título propio de la Universidad de Oviedo en políticas sociales e investigación en personas en riesgo de exclusión social.

El doctorado. Con el doctorado todo volvió a la casilla de salida, las mismas barreras físicas se replicaban. Pero lo logró. En febrero presentó su tesis doctoral con el título de “Perfiles de personalidad eficaz en población con discapacidad física”. Fue, como todo proceso de investigación, un camino largo. Y, evidentemente, también cargado de obstáculos. “No había ningún estudio de este tipo para personas con discapacidad física”, asegura. ¿Qué es la personalidad eficaz? “Es un constructo que define cuánto éxito puede llegar a tener una persona en la vida y cómo puede afrontar los retos que tiene por delante”, asegura.

Las conclusiones. “No hallamos ninguna diferencia significativa entre los perfiles de personalidad eficaz de la población normal y de aquella afectada por discapacidad física”, concluye. “Sí que encontramos barreras mentales, en los movimientos asociativos y en las propias familias, que no querían que sus familiares participaran en este tipo de estudios, nos ponían pegas”.

El coronavirus. “En julio del año pasado empecé a trabajar, me llamó el Principado para hacer de rastreador del covid”, asegura. “Ahora estoy con las incidencias de los certificados del coronavirus y su validación”. Está teletrabajando y llevando los datos del área IV, de Oviedo. “En el ámbito laboral todo han sido facilidades”, asegura. Como rastreador trabajo no le faltó. “Julio y agosto fueron unos meses muy complicados, de muchísimo trabajo constantemente”, concluye.

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