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Hacia la Salud Pública que Asturias necesita: la visión de Rafael Cofiño

Propuestas para renovar una estructura sanitaria que no resistiría otra pandemia y en serias dificultades para un relevo generacional solvente

Hacia la Salud Pública que Asturias necesita

La pandemia ha supuesto una situación de alta tensión y de estrés para la sociedad en general, y de forma particular para algunas de las estructuras de nuestro Estado de bienestar. Pensemos, por ejemplo, en educación, residencias de personas mayores o sistema sanitario, entre otras.

Posiblemente el tejido del sistema sanitario ha recibido esta presión, y sus costuras se han visto más o menos tensionadas, de forma proporcional a la dureza y resistencia previa que tenía. De esta forma, las estructuras hospitalarias han resistido mejor que la Atención Primaria, y estas dos mejor que la Salud Pública. La resistencia previa pre-pandémica de hospitales, Atención Primaria y Salud Pública tiene mucho que ver con lo que denominamos las tres Ps: Presupuesto, Personal y Poder.

La última de ellas, el Poder –un elemento muy importante y que rara vez tenemos en cuenta en la evaluación de nuestros dispositivos públicos–, tiene que ver con las dos anteriores, pero va mucho más allá de ellas y de cuánto presupuesto o personal tenemos. El Poder es un elemento también relacionado con los liderazgos, las narrativas, el reconocimiento social o el impacto mediático. Esto es un elemento clave en la relación entre Primaria y Hospital. Cualquier innovación tecnológica de nueva aparición, pese a tener un impacto poblacional limitado en salud colectiva (por ejemplo, un nuevo fármaco con evidencia aún por demostrar), será mucho más reconocido que otras intervenciones menos llamativas, menos tecnológicas pero que tienen un gran impacto en las vidas y la calidad de vida de las personas (por ejemplo, una correcta atención a enfermos paliativos en su domicilio por los equipos de atención primaria o, por ejemplo, una intervención poblacional orientada a abordar el malestar de las personas o, por ejemplo, un proceso de desarrollo comunitario en un barrio).

La narrativa y los relatos son muy importantes: todo el mundo tiene clara la importancia de una UCI, pero no todo el mundo sabría que los procesos de desarrollo comunitario (incluso usted, querido lector, se estará preguntando: pero ¿qué es eso de desarrollo comunitario?) tienen un impacto muy alto en la salud y el bienestar poblacional.

Las estructuras de Salud Pública, y el personal que trabaja en ellas, han tenido un papel central en la pandemia y se les ha exigido –lógicamente– una alta responsabilidad política y técnica. Han, hemos tratado, de responder con la mayor dignidad posible. La situación no ha sido nada fácil y se ha desarrollado trabajo a diferentes niveles: vigilancia, desarrollo normativo, medidas de autoridad sanitaria, proyectos de investigación, promoción y prevención, vacunas, papel de autoridad sanitaria, foco mediático, comunicación técnica y comunicación política... sólo por citar un listado no exhaustivo de tareas. Toda esta carga de trabajo ha generado tensión en las costuras de la estructura de Salud Pública. Veamos algunos ejemplos en Asturias:

A) El servicio de Vigilancia Epidemiológica inicia la pandemia con cuatro técnicas de Salud Pública y un jefe de servicio. A lo largo de la pandemia se ha tenido que reforzar con sistemas de vigilancia específica para educación, residencias o contactos estrechos (rastreadores civiles y militares). De las cuatro personas se pasó a tener casi 350 personas destinadas a estas nuevas labores. Las necesidades de personal se han podido compensar, casi en su totalidad, gracias al apoyo del Servicio de Salud del Principado (Sespa) y la reordenación de tareas de trabajo de todo el personal de la Dirección General de Salud Pública y de otro personal de apoyo de otras Direcciones o Consejerías. Del total de personal de la Dirección General hubo momentos en la pandemia que el 90 por ciento era personal adscrito temporalmente desde el Sespa (96 por ciento para el área de Vigilancia Epidemiológica y seguimiento de contactos estrechos). Actualmente, ese personal es de un 32 por ciento del total de personal base y algunas áreas –como Promoción de la Salud– cuentan con un 67 por ciento de personal del Sespa.

B) Dificultades para el relevo generacional. Algunas de las caras que ustedes conocen de haber visto estos dos años en pantalla se jubilarán en no muchos años y hay dificultades para encontrar un relevo generacional con una capacitación profesional adecuada en Salud Pública. Las condiciones económicas de las plazas de Salud Pública en la Consejería son muy diferentes a las de plazas en el Sespa, y esto hace complicado que sean atractivas profesionalmente.

C) Inequidades en el acceso a puestos de responsabilidad o coordinación. Se deben a que pertenecen a colectivos de personas trabajadoras diferentes dentro del régimen general del personal de la Administración del Principado de Asturias, algo que, aunque no es exclusivo de Salud Pública, sí está muy presente en su plantilla. Esta situación deja fuera de estos puestos a profesionales con otros perfiles de ciencias sociales que son nucleares para la salud pública.

A lo largo de estos dos años se han ido repitiendo los discursos sobre la necesidad de realizar un refuerzo de la Salud Pública. Asturias apostó por ello desde el principio –incluso desde el inicio de la legislatura y antes del comienzo de la pandemia–, incluyendo en el plan normativo la propuesta de elaboración de una Ley de Salud Pública para el Principado de Asturias. Para el desarrollo de la misma se contó con el apoyo técnico de la Sociedad Española de Salud Pública y de Administración Sanitaria y específicamente con Ildefonso Hernández (que fue director general de Salud Pública en el Ministerio y uno de los padres de la Ley estatal de Salud Pública vigente) y con Juan Luis Beltrán (uno de los juristas sanitarios más reconocidos de nuestro país).

El borrador inicial de la Ley se finaliza en abril de 2021 y presenta un texto que posiblemente es de los más innovadores y completos en cuanto a regulación de Salud Pública se refiere en nuestro país. Algunas de las propuestas más novedosas de la ley están relacionadas con regular la colaboración público-privada contemplando cuestiones tan relevantes como el conflicto de intereses; ordenar las actuaciones de Salud Pública desde los principios de “One Health” y “Salud en todas las Políticas”; impregnar la planificación y desarrollo del buen hacer en Salud Pública de temáticas transversales, como son la equidad en salud, la acción comunitaria y la participación ciudadana; reconocer la importancia de que exista una estructura propia formando parte del Servicio de Salud y garantizando que su cartera de servicios sea igual de relevante que otros servicios de salud a los que la ciudadanía tiene pleno derecho.

En relación con la sostenibilidad y el futuro de la Salud Pública en Asturias, el elemento clave que se presenta en el borrador de la Ley es definir las funciones y hacerlo dentro de una nueva estructura de Salud Pública. El planteamiento que se ha hecho para esta nueva estructura es un traslado de la Dirección General de Salud Pública desde la Consejería de Salud al Servicio de Salud, siguiendo la experiencia organizativa que ya tienen desde hace años otras comunidades autónomas, como es el caso de Extremadura. ¿Por qué esta propuesta? (1) Se garantiza la homogeneidad laboral entre profesionales de Salud Pública y, por tanto, se garantiza la sostenibilidad y la incorporación de nuevas personas. (2) Se facilita la posibilidad de incremento de personal ante situaciones similares de emergencia tal como hemos observado en esta pandemia. (3) Se evitan duplicidades históricas entre las competencias de la Consejería de Salud y se favorece una integración plena de la Salud Pública en el Servicio de Salud y un trabajo de gestión directa con las áreas sanitarias y los territorios. (4) Se producirá un reto para el propio Servicio de Salud. No solamente será un organismo orientado al cuidado de la enfermedad individual sino que también incorporará las miradas de Salud Pública para trabajar con otros sectores fuera del ámbito sanitario y con los municipios, algo que en la pandemia ha sido un hecho constatable: generar políticas y entornos saludables. (5) Se mejorará la coordinación interdepartamental en beneficio de los servicios ofrecidos a la ciudadanía. (6) Es más posible un incremento presupuestario para las acciones relacionadas con la acción comunitaria y la promoción de la salud.

Afortunadamente, al día de hoy, la situación de la pandemia es totalmente diferente a la que teníamos en noviembre de 2020. Pero, por esto mismo, es muy importante que no nos olvidemos de las grandes reformas que necesitan algunas de nuestras estructuras e instituciones. Es obligatorio tener una nueva estructura de Salud Pública fuerte y sostenible antes de que finalice esta legislatura, con una Ley como marco idóneo, aunque no único, para su implementación. Es una acción –viable y posible– que es necesario realizar de forma emergente. Con la estructura actual de Salud Pública, Asturias no resistiría una nueva pandemia y con el personal actual existen serias dificultades en conseguir un relevo generacional de personal de Salud Pública para seguir realizando actuaciones de calidad relacionadas con la protección, promoción, acción comunitaria, vigilancia y prevención de las personas que vivimos en Asturias.

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