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El valioso legado de un médico lenense en la selva de Guatemala

El pediatra asturiano Germán Rodríguez pasa otro verano curando a los niños de la selva del Quiché: "Todos merecemos una vida digna"

Arriba, Germán Rodríguez con la familia de Gaspar, un niño al que operó de labio leporino y que va a recibir una prótesis para su pierna. Debajo, el pediatra con Briana, que ha sido sometida a un implante coclear.

Un años más, el médico lenense Germán Rodríguez García transcurre su verano en Guatemala, en la selva del Quiché, junto a los que no tienen nada pero agradecen mucho.

Los casos de Gaspar y Briana son muy significativos. Gaspar, de cuatro años, nació sin pierna izquierda, con labio leporino. "Lo encontré en una aldea con bridas en el brazo y lo llevé a la capital para salvar su mano. Actualmente ya le están preparando la prótesis para su pierna", explica el doctor Rodríguez.

Briana es una niña a la que el pediatra encontró en otra aldea cuando tenía diez meses de vida: "Noté que estaba en su mundo. Le hice una exploración y vi que era sorda y, en consecuencia, sería muda. A los dos años de esta exploración, conseguimos ponerle el primer implante coclear de la zona. Actualmente dice palabras, imita a animales y juega con sus amigos. Es feliz".

Pediatra jubilado, Germán Rodríguez es la demostración de que, una sola persona, haciendo las cosas con pasión, creyendo en lo que hace y poniendo el esfuerzo y las ganas necesarias para llevarlo a cabo, es capaz de hacer del mundo un lugar mejor. Suena un poco Mr. Wonderful, pero es la pura realidad.

Los recursos que le permiten realizar los viajes y llevar a Guatemala los medios necesarios para salvar vidas salen de rastrillos benéficos, impartir charlas o colocar huchas en farmacias. También organiza ventas de artesanía, tanto de profesionales como aficionados, procurando mantener siempre un elevado nivel. "Se ha vendido algún cuadro de Favila", subraya con orgullo.

Germán Rodríguez desarrolló toda su vida laboral en Asturias. Nacido en Carabanzo (Lena), estudió Filosofía y Letras con los capuchinos en Salamanca. Tras esa etapa, relata, "colgué los hábitos de monje, pero los años de capuchino dejaron en mí una impronta que creo que me ha sido útil el resto de mi vida; me dieron labia y arrojo. Y así, pido si tengo que pedir y doy a quien tengo que dar, que es al que lo necesita. Un euro puede ser una fortuna".

Con esta filosofía de vida, se licenció en Medicina y Cirugía en la Universidad de Salamanca. Al terminar la licenciatura, se especializó vía MIR en Pediatría y Puericultura, en el antiguo Hospital General de Asturias. Ejerció durante 38 años en el Hospital Álvarez-Buylla (Mieres), faceta que compaginó con la medicina privada.

Su trabajo con Guatemala viene de su contacto con la ONG Cultura Indígena, que dispensa ayuda a las poblaciones más desfavorecidas de Guatemala. Desde ese momento, el doctor Rodríguez pasa todos los años entre dos y tres meses ayudando a personas de la selva centroamericana del Quiché.

No conforme con haber entregado toda su vida laboral a la medicina y a los demás, fundó hace más de una década su propia asociación: la Asociación Sira. Desempeña su labor en una zona marcada por la mala alimentación en la que es muy frecuente que los niños nazcan con malformaciones: labio leporino, falta de extremidades o columnas bífidas son algunos de los defectos más corrientes en la zona.

Germán Rodríguez se ha convertido en todo un héroe para la gente de Guatemala, especialmente para los habitantes del Quiché. ¿Su bandera? El fundamento de la medicina: curar y prevenir enfermedades. ¿Su lema? "Todos merecemos una vida digna".

"Me encuentro muy bien acompañado, con unos voluntarios maravillosos y unas ayudas muy generosas. Vienen conmigo el médico Juan García, la anestesista Cristina Iglesias y algunos alumnos de Medicina y Enfermería, además de alumnos de Trabajo Social", destaca.

Germán Rodríguez está construyendo un legado que alguien tendrá que liderar cuando llegue el momento. Esta gran labor, que en ocasiones se tiñe de épica, debe continuar. Al menos, esa es la intención de este lenense tenaz y solidario, héroe de la selva del Quiché.

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