Entrevista | Sergio Valles García Enfermero, ex director general de la Consejería de Salud del Principado

"En Asturias hay enfermeras muy válidas y capaces para formar parte del Gobierno"

"Lo más crítico de la pandemia fue el inicio de la segunda ola; los ingresos y las muertes se multiplicaban, pero en la sociedad no había percepción de gravedad", afirma

Sergio Valles García. | Fernando Rodríguez

Sergio Valles García. | Fernando Rodríguez / Pablo Álvarez

Pablo Álvarez

Pablo Álvarez

Sergio Valles García (Ciaño, 1977) se siente orgulloso de proceder de una familia humilde que tuvo que sacrificarse para que él y su hermana pudieran estudiar. Es enfermero y se define como amante del trabajo en equipo y un apasionado de cuidar a las personas. Padre de una hija, en el momento actual es director de Enfermería de la Fundación Sanatorio Adaro (Langreo). Anteriormente fue director general de Política y Planificación Sanitaria y director general de Cuidados, Humanización y Atención Sociosanitaria, ambos cargos en la Consejería de Salud del Principado. Y, antes de eso, director de Gestión de Cuidados de Enfermería del área sanitaria VIII (cuenca del Nalón) y líder del Proyecto Centro Comprometido con la Excelencia en Cuidados, en el Hospital Valle del Nalón (Riaño, Langreo). 

–Dimitió de su cargo de director general por motivos de salud. ¿Cómo está su salud ahora?

–Bien, muchas gracias. Como sabe, en mayo de 2022 sufrí un infarto. Afortunadamente, gracias a la rápida y excelente atención del Servicio de Salud (Sespa), ahora estoy recuperado y haciendo vida prácticamente normal.

–Ha sido el primer enfermero con rango de director general en Asturias. ¿Cómo le supo eso?

–Pues con orgullo, aunque, si le digo la verdad, tardé en darme cuenta. No fue hasta una conversación de postcena amorosa de viernes cuando dije: "¡Ostras, que fuerte!". Más allá de la persona designada, lo verdaderamente importante fue que una enfermera se incorporara a una Dirección General y se fueran resquebrajando esos techos de cristal.

–El Gobierno de Andalucía tiene una consejera de Salud enfermera. ¿Se ha adelantado el PP?

–¡Noooo! ¡Cómo les gustan los rankings a los periodistas! (risas) Si no me equivoco, la primera consejera de Salud enfermera fue Patricia Gómez (Baleares PSOE), que por cierto repite mandato. Quien tenga la oportunidad de escucharla, que la aproveche: yo lo he hecho varias veces y da gusto. 

–¿Debe apostar el próximo Gobierno de Asturias por una enfermera como consejera de Salud o de otra materia?

–Debe apostar por gente válida y con las competencias apropiadas, independientemente de su profesión. Ahora, si la pregunta es si las enfermeras podemos formar parte del Gobierno, por supuesto que en esta comunidad autónoma hay enfermeras muy válidas y capaces para asumir responsabilidades de Gobierno.

"En mayo de 2022 sufrí un infarto, pero estoy haciendo vida prácticamente normal; si se me ofrece un proyecto político adecuado, asumiré de nuevo el reto"

–El consejero de Sanidad de Madrid ha apostado por dar más atribuciones a la enfermería. ¿Ve acertada esa propuesta? 

–No, porque lo hace en un contexto de conflicto social y no desde el diálogo, el consenso y el desarrollo de nuevos roles y modelos organizativos y normativos. Me parece que es más una cuestión de obligación que de convicción, y de ahí solo salen problemas.

–¿Se desaprovecha a las enfermeras?

–Se puede mejorar. Es cierto que queda tarea por hacer para que podamos desarrollar nuestras plenas competencias: desarrollo de especialidades, incorporación de nuevos perfiles y roles profesionales, desarrollo de nuevos modelos organizativos, etcétera.

–¿Qué más pueden hacer que no hagan?

–El modelo organizativo debe ir adaptándose a los tiempos que vivimos. El envejecimiento de la población asturiana, la cronicidad, la dependencia... cada vez la sociedad demanda una mayor cantidad de cuidados. Y hacia ahí debemos ir, un modelo organizativo distinto en Atención Primaria, con más peso de las enfermeras, y también a nivel de hospital. La organización de los hospitales no debe ser exclusivamente en base a servicios o diagnósticos médicos, sino que han de tener un peso importante las necesidades de cuidados de las personas hospitalizadas.

–¿Cómo ve la crisis de la Atención Primaria?

–¡Bufff! Hay voces mucho más cualificadas que yo para hablar de esta materia, sin duda. La realidad es que toda esta problemática se ha exacerbado por el déficit de profesionales, especialmente de Medicina, común a toda España y Europa, si bien ya estaba subyacente porque, como señalaba antes, las necesidades de la población han cambiado, y el enfoque y modelo organizativos de la Atención Primaria no tanto. 

–¿Por qué faltan médicos?

–La decisión del PP de recortar plazas MIR fue clave, y obedeció no solo a criterios economicistas sino a su visión de la sanidad. Si acaba la carrera de Medicina un número X, y un número Y puede hacer la especialidad, si disminuyo ese número Y, obtenemos menos profesionales con especialidad para trabajar en los servicios de salud públicos y más profesionales con licenciatura y sin especialidad que pueden trabajar en centros sanitarios privados. Eso ya se está revirtiendo con el aumento de plazas de MIR que llevó a cabo María Luisa Carcedo como ministra, pero lógicamente tarda en dar sus frutos. 

–¿El problema de fondo de la Atención Primaria?

–Es multicausal y todas las personas podemos hacer algo; a nivel político, destinando a Atención Primaria el presupuesto necesario, sin porcentajes engañosos. A nivel profesional, es necesario hacer autocrítica y pensar por qué no resulta atractiva. Y finalmente, a nivel de población, debemos darle el valor real que tiene la Atención Primaria, que en ocasiones no lo hacemos. Si algo positivo nos puede dejar esto, es que ahora todo el mundo sabe lo que es la Atención Primaria. Hasta hace poco tiempo, para ciertos lobbies y partidos políticos, la Atención Primaria existía, pero no le prestaban atención, porque no les daba réditos. Es más, pensaban que era "primaria" por ser la primera atención que se presta, la mal llamada puerta de entrada... Todavía hoy lo siguen repitiendo. Y no, es "primaria" porque es la base, la esencia, lo principal del sistema sanitario.

–¿Alguna medida concreta?

–Modificar el programa formativo del MIR: debe tener un mayor peso el tiempo en centros de salud y puntos de atención continuada que las rotaciones por servicios y urgencias hospitalarias, especialmente en los últimos años de rotación. Segundo, crear un contrato vinculante para poder ejercer al menos un año en el centro de salud donde realizas el MIR. Tercero, aumentar la capacidad resolutiva de los centros de Atención Primaria... Muchas de estas propuestas ya están incluidas en el Plan de Acción de Atención Primaria, que debería servir como eje de la mejora del modelo.

–¿Deben las enfermeras recibir a los pacientes en los centros de salud y hacer el primer cribado de qué se hace con el usuario? 

–No, no se trata de cribados. Se trata de aportar valor a las actuaciones. Lo que las enfermeras tenemos que hacer es ser el primer contacto con aquellas personas que, o bien requieren de una atención conjunta medicina-enfermería, o bien acuden por un problema de salud que la enfermera puede resolver. Debemos aumentar estos últimos mediante el desarrollo de protocolos y guías de actuación.

–¿Se siente, de algún modo, una víctima de la política?

–No, para nada. Lo de víctima, en la vida en general, no va conmigo.

–¿Influyó en su salud el recurso judicial del Colegio de Médicos de Asturias contra el nombramiento de enfermeros como directores generales?

–¿Se imagina que digo que sí? Me convertiría en una especie de William Wallace de las enfermeras... Igual hasta tendría derecho a daños y perjuicios (risas). La realidad es que los casi tres años de dirección general fueron una etapa durísima, de mucho estrés: decisiones difíciles, muchas horas de trabajo, poco sueño... Sinceramente, tenía demasiadas preocupaciones como para otorgarle protagonismo a ese recurso judicial. Tengo que reconocer que me enfadé mucho al conocerlo, porque no es acorde a los valores que me inculcaron ni a mi forma de entender la vida, que es juzgar a las personas por lo que hacen y no por lo que son. Me pareció, además, un ataque a todas mis compañeras de profesión. Me pilló por sorpresa, la verdad: ya llevaba dos años de director general y no entendía el motivo del momento; y a nivel personal me parecía muy injusto, después de esos dos durísimos años... Pero bueno, al día siguiente ya estaba como siempre, trabajando a tope por ayudar a mejorar la salud de las personas hasta donde quisieran el Consejero, un juez o, en este caso, mi corazón.

–Los jueces han dictaminado a favor del nombramiento de enfermeros como directores generales. ¿Le gustó la sentencia judicial?

–Sí, es buena para el conjunto de la sociedad, porque derriba argumentaciones arcaicas no acordes a la sociedad moderna en la que estamos. Cualquier profesión sanitaria tiene las competencias necesarias para diseñar y gestionar políticas de salud. Lo importante es la persona y sus capacidades, no su titulación.

–¿Se ha sentido adecuadamente protegido por sus compañeros de la Consejería y por el conjunto del Gobierno?

–Sí, en todo momento estuve respaldado, y fueron muchos los mensajes de ánimo. Esta legislatura ha sido durísima y nuestra mayor fortaleza interna han sido las personas.

–Han pasado tres años desde el inicio de la pandemia de covid. ¿Cómo la vivió?

–¡Bufff, no sé si quiero revivirlo! Esto sí que da para un libro. Imagínese, recién llegado a una Direcc+ión General, de nueva creación, donde sólo estábamos la secretaria y yo.... Generar desde cero una dirección general es difícil siempre, pero si a los cuatro meses de llegar surge una pandemia... Fue la época más dura de mi vida en lo profesional y en lo personal, como le ocurrió a una parte importante de la sociedad. 

–¿Cuál fue, para usted, el momento más crítico de la pandemia? 

–El inicio de la segunda ola. En una rueda de prensa, dije: "La situación de las UCI es muy jodida". Estábamos viendo cómo los casos, ingresos, fallecimientos, se multiplicaban exponencialmente, pero en la sociedad no había esa percepción de gravedad, no había confinamiento como en la primera ola... El personal estaba agotado y no veía solución, así que había que mandar un mensaje contundente aún a riesgo de que se interpretara mal. Esas semanas fueron muy, muy duras. Tengo grabada a fuego una llamada de mi compañero Mario Margolles a las siete de la mañana: "Sergio, hay un brote en la residencia tal". Era un "no puede ser, otra vez no...". 

–¿Cómo valora, con la perspectiva de tres años, la gestión de la pandemia desde Asturias?

–Como parte implicada, cualquier valoración que haga tendrá un sesgo. Entiendo que es mejor que sean otras personas quienes lo hagan. Aunque diversas publicaciones nacionales e internaciones han puesto la gestión de la pandemia en Asturias como ejemplo, sinceramente pienso que se hizo realidad el "todas las personas cuidamos de todas las personas".

–¿Cómo ha ido su retorno a la actividad profesional?

–Muy bien, la verdad. Estaba a punto de reincorporarme a mi plaza en el Hospital Álvarez-Buylla, cuando me plantearon la posibilidad de incorporarme a la Dirección de Enfermería de la Fundación Sanatorio Adaro. Después de valorarlo, como me sigue picando el gusanillo de la gestión, me decidí. Y me he encontrado con un centro muy bien organizado y con profesionales muy cualificados, con ganas de seguir mejorando y con un gran sentido de pertenencia. Me ha sorprendido para bien...

–¿Volverá a involucrarse en política?

–Para mí, la política es un acto de servicio social a la sociedad, trabajar para mejorar las cosas. Y se puede hacer política a muchos niveles, porque casi todas las decisiones de la vida tienen una vertiente política. Si se refiere a la primera línea política, en primer lugar debo agradecer al consejero de Salud, Pablo Fernández, la oportunidad y el apoyo que me dio en todo este tiempo. Lo mismo digo de todo el equipo de trabajo de la Consejería, en especial del personal de las Direcciones Generales donde trabajé. Son los responsables de que recuerde mi estancia en la Consejería con una amplia sonrisa, a pesar de la que nos cayó encima. 

–¿Y repetiría la experiencia?

–Si vuelve a presentarse el proyecto adecuado, en el momento preciso y con la gente idónea, no tendría ningún problema en asumir de nuevo el reto.

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