Congelar pan no es solo una solución práctica, tiene beneficios para la salud: lo explica un endocrino

La clave está en la transformación que experimenta el almidón durante el proceso de frío

Rebanadas de pan congeladas

Rebanadas de pan congeladas / Freepik

Alejandra Carreño

Congelar rebanadas de pan para el desayuno es más que una solución práctica: tiene beneficios para la salud digestiva y metabólica. Así lo explica el endocrino Julián Tamayo a través de sus redes sociales. Esto es así porque "cuando congelas y recalientas el pan, el almidón cambia. Se transforma en lo que llamamos almidón resistente tipo 3. ¿El resultado? Menor pico de glucosa, más fermentación en el intestino y una estructura que actúa como fibra", desvela.

Pero vayamos paso a paso. "El almidón es un carbohidrato complejo, formado por muchas unidades de azúcar unidas entre sí", empieza diciendo el médico. "Durante la cocción y el almacenamientos, estos enlaces se rompen y se vuelven a formar", continúa. En el pan del día, el almidón que contiene es de rápida digestión, mientras que en el pan congelado, el almidón es resistente.

¿Cómo interactúan ambos tipos de almidón en nuestro intestino? El primero se transforma en glucosa y se digiere en el intestino delgado. Mientras que el segundo no se transforma en glucosa, se digiere en el intestino grueso, las bacterias del intestino lo fermentan y lo descomponen y, finalmente, actúa como fibra.

"¿Ya congelabas el pan? ¿O lo harás ahora que lo sabes?", remata el endocrino Julián Tamayo.

Consejos para conservar el pan durante más días

En todas las profesiones hay trucos y en la panadería también. El artesano Ramón Garriga (en Instagram @gluten.morgen) desvela uno de los secretos mejor guardados de los panaderos: cómo hacer que un pan de varios días sepa como uno recién horneado y esté "calentito y crujiente". Aunque esté como una piedra de duro, todo tiene solución.

Este método, describe Ramón Garriga, sirve tanto para "un pan viejo olvidado de unos días como para un pan que estuvo congelado". ¿En qué consiste? En mojarlo bien y por completo antes de meterlo en el horno. Sí, lo que oyen, hay que meterlo durante unos segundos bajo el grifo del agua. Y a continuación, se introduce en un horno precalentado durante unos 10 minutos.

El resultado: un pan "crujiente, calentito y como recién horneado". Y lo mejor, apunta el panadero, "es que nadie se va a enterar de ello". Pensarán que está comprado hoy mismo. "Ya saben, no hay más pan viejo, es solo una cuestión de hidratación", remata.

Consumo de pan

El consumo de pan como parte de una dieta balanceada es generalmente seguro y puede beneficiar la salud digestiva debido a su contenido de fibra. Sin embargo, hay consideraciones importantes que deben tenerse en cuenta. El pan blanco puede aumentar rápidamente los niveles de azúcar en sangre debido a su alto índice glucémico, lo que no es ideal para individuos con resistencia a la insulina o diabetes.

Posibles efectos adversos

No todas las personas reaccionan de la misma manera al consumo de pan. Algunas pueden experimentar sensibilidad al gluten, una proteína presente en el trigo. En tales casos, el consumo diario puede llevar a malestar gastrointestinal y otros síntomas. Además, un consumo excesivo sin considerar el balance nutricional general puede contribuir al aumento de peso.

Recomendaciones médicas

Numerosos nutricionistas y profesionales de la salud sugieren que limitar el consumo a granos integrales y monitorizar las porciones puede mitigar posibles efectos adversos. Aconsejan variar las fuentes de carbohidratos para obtener una gama más amplia de nutrientes e incluir pan como parte de una dieta equilibrada.

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