Sanidad privada: un sector con un atractivo potencial de crecimiento

Las estimaciones más ponderadas hablan de unos 150.000 asturianos con seguro privado, en torno al 15% de la población

sanidad privada

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Pablo Álvarez

Pablo Álvarez

El peso de la sanidad privada en Asturias es inferior al promedio nacional. Un indicador significativo es el porcentaje del gasto sanitario público que cada comunidad autónoma destina a conciertos, o sea, a contratar actividad sanitaria con centros no públicos. En 2020, según datos del Ministerio de Sanidad, en Asturias fue del 5,5 por ciento; y en el conjunto de España, del 8,5 por ciento. No obstante, el dato nacional está muy influenciado por el de Cataluña, donde un 23,6 por ciento del gasto sanitario público total se encauza hacia la red concertada, un índice muy superior a todos los demás. Baste decir que el segundo mayor es el que corresponde a Baleares (9,2) y el tercero a la Comunidad de Madrid (8,5 por ciento).

Ese 5,5 por ciento de la actividad sanitaria pública que en Asturias se contrata con centros concertados es inferior al de siete comunidades autónomas, mientras las nueve restantes están por debajo.

¿Cuántos asturianos disponen de un seguro de salud privado? Las estimaciones más ponderadas hablan de unos 150.000 o 160.000; o sea, en torno al 15% de la población asturiana. Las crecientes listas de espera de la red pública impulsan a los ciudadanos a buscar alternativas. Algunos conocedores del sector señalan que, actualmente, los seguros de salud están creciendo en la región en torno a un cinco por ciento anual, un ritmo superior al previo a la pandemia de covid-19.

Resulta indudable que la evolución en el Principado del doble aseguramiento ha aumentado en los últimos años, pero aún está lejos del que presentan otras regiones.

El aumento de las listas de espera derivado de la pandemia repercute sobre el conjunto de la red sanitaria. En sus planes de choque para acortar las demoras, la sanidad pública oferta a la privada paquetes de actividad que esta última no puede asumir por falta de recursos humanos. Al contrario de lo que sucedía antaño, a los gestores del sector privado les cuesta encontrar profesionales de la sanidad pública que acepten compaginar ambos ejercicios. Ante este panorama, surge la pregunta por el futuro de la sanidad privada en Asturias. Los directivos de este ámbito sostienen que, en teoría, Asturias es un espacio con un potencial de crecimiento muy importante. Sin embargo, la citada escasez de profesionales, la continuada sangría demográfica y la temida merma del poder adquisitivo de las familias contribuyen a ensombrecer ligeramente el optimismo. Por lo demás, se han puesto sobre la mesa planes de apariencia sólida, pero que adolecen por el momento de falta de concreción en los proyectos y los plazos.

En definitiva, la sanidad privada en Asturias da la sensación de ofrecer expectativas de un crecimiento significativo, pero no ilimitado. En los próximos años se verá el desarrollo real de un sector que debe estar muy atento a las demandas mudables de la ciudadanía.