Las siglas EBUS corresponden a la denominación anglosajona del Endo Bronchial Ultra Sound, que en español se denomina comúnmente Ecobroncoscopia y de la cual hay dos tipos, la EBUS lineal (la más utilizada y a la que nos referiremos) y la EBUS radial.

La principal utilidad de la técnica EBUS lineal es para el estudio diagnóstico del cáncer del pulmón y para determinar el estadio del mismo. “Adicionalmente, también se usa para diagnosticar adenopatías mediastínicas (no relacionadas con cáncer de pulmón), e infecciones o lesiones de la cavidad torácica que sean accesibles por esta técnica”, tal como apunta el especialista en Neumología de la Clínica Corachan, el doctor Edmundo Rosales.

La EBUS es una técnica mediante la cual, gracias a un broncoscopio flexible que incorpora un transductor ultrasonográfico o ecográfico en el extremo distal del broncoscopio, se pueden visualizar en tiempo real las estructuras no visibles a través de la pared bronquial, como por ejemplo los ganglios torácicos. Y, a través de una aguja guiada, permite puncionar y obtener material celular para su análisis.

Este procedimiento se realiza bajo sedación profunda, introduciendo el ecobroncoscopio a través de la boca, para luego entrar en la tráquea y bronquios, e iniciar la exploración ecográfica de las estructuras torácicas y obtener el material necesario. Gracias a esta técnica se ha logrado un aumento de la sensibilidad diagnóstica de la punción y la disminución en gran medida de las complicaciones asociadas a la misma.

Al finalizar la intervención, el paciente pasa a recuperación, y según sean sus comorbilidades y la complejidad del proceso realizado, este podría ser dado de alta a domicilio el mismo día, o quedar en observación 24 horas.

Al ser un procedimiento mínimamente invasivo hay pocas contraindicaciones para realizarlo. Las causas por las que se podría desaconsejar están más relacionadas con la condición clínica del paciente, algo similar a lo que sucede con una broncoscopia simple: no se recomienda en casos de angina de pecho inestable, hipoxemia refractaria, inestabilidad hemodinámica, alteración de la coagulación o alto riesgo de sangrado. “Sobre este último punto, si la coagulación está alterada por la toma de algún fármaco anticoagulante, el procedimiento se puede realizar siguiendo los protocolos específicos para este tipo de fármacos, es decir, una previa suspensión y posterior reinicio tras la intervención”, aclara el Dr. Rosales.

El EBUS podría ser utilizado en cualquier fase del cáncer. En fases tempranas ayudaría en el diagnóstico, si la lesión es accesible. En otras fases del cáncer, ayudaría a determinar el estadio y clasificación adecuada de la enfermedad, a través de la identificación y afectación de los ganglios o de metástasis distales. Esto ayudaría en la elección del mejor tratamiento oncológico, sea quirúrgico, quimioterapia, radioterapia, o una combinación de ellos, según la fase en la que se halle el cáncer.

En la Clínica Corachan se ofrece este procedimiento a pacientes propios y también como apoyo diagnóstico a centros médicos de Barcelona y de fuera de la ciudad. La intervención solo es realizada por médicos, en su gran mayoría neumólogos, que han recibido la formación específica para la realización del EBUS.

Preparación del paciente

Tal y como explica el Dr. Edmundo Rosales, en general, la preparación es similar al de una broncoscopia simple, es decir, mantener ayuno total -no beber ni comer nada al menos 6 horas antes del procedimiento-, realizar sus inhalaciones si lo tienen como medicamentos habituales, evitar fumar si son fumadores (para evitar el riesgo de complicaciones), y en el caso de tomar medicamentos anticoagulantes o antiagregantes, seguir las pautas indicadas para suspender dichos medicamentos, con lo que previamente deben haber consultado con un médico especialista.

La intervención, que acostumbra a durar entorno a una hora, no es dolorosa, ya que el procedimiento se hace bajo sedación. Las molestias que tendrán después principalmente tos y algo de expectoración, y probablemente con restos de sangre que irán desapareciendo con el paso de las horas. Además podrán tener molestias faríngeas que también irán desapareciendo, y en algunos casos se puede presentar fiebre (como reacción al mismo procedimiento, no como señal de infección). Todo ello en las siguientes 24 horas tras realizar el proceso.

El resultado definitivo de la prueba se define en aproximadamente una semana desde el inicio del procesamiento de las muestras, aunque dependiendo de si es necesario realizar análisis más específicos según los resultados iniciales, esto puede conllevar unos días más. Además, es posible contar con un patólogo durante el procedimiento, para la valoración in-situ de las muestras y así poder tener un resultado preliminar en pocas horas, que ya podría ayudar en ciertos casos a decidir el inicio de un tratamiento antes de tener los resultados definitivos.

Esta técnica ha reemplazado principalmente a las técnicas quirúrgicas invasivas que se utilizaban para el estudio del mediastino (ganglios o lesiones en dicha zona), que tienen mayor riesgo de complicaciones y efectos secundarios, menos tolerancia por parte del paciente y mayor tiempo de ingreso hospitalario, además de mayor costo económico.

Útil en otros tipos de cáncer

La técnica EBUS puede ser útil en cualquier tipo de cáncer y localización en la que se sospeche la extensión de la enfermedad a nivel torácico, como las metástasis ganglionares en mediastino o la sospecha de lesiones torácicas metastásicas que sean accesibles a este procedimiento. Además, sirve para el estudio de otras enfermedades como el linfoma, u otras enfermedades inflamatorias o granulomatosos que afectan a ganglios como la sarcoidosis o la tuberculosis, entre otras más.

En la gran mayoría de casos, la realización de un solo procedimiento es suficiente para obtener la información necesaria. Sin embargo, en algunos casos se realiza más de una vez el procedimiento para obtener material celular adicional para su análisis con el fin de valorar nuevas opciones de tratamiento (por ejemplo, la búsqueda de biomarcadores para inmunoterapia) o en otros casos para realizar un nuevo estudio del estadio de la enfermedad después del tratamiento de quimioterapia.

También se puede volver a realizar para comprobar la respuesta al tratamiento y, en función del resultado, considerar tratamientos curativos, generalmente quirúrgicos. Todo esto se deriva del gran avance en los tratamientos del cáncer, como la aparición de terapias dirigidas contra mecanismos internos que controlan el crecimiento y la propagación de las células del cáncer de pulmón o tratamientos inmunitarios que actúan estimulando al sistema inmunitario para combatir las células cancerosas o una mejor precisión de la radioterapia.