Opinión
Historias para no dormir
El sonambulismo, mezcla de sueño y vigilia que ha propiciado sucesos atroces, suele mejorar con el paso de los años

Historias para no dormir / LNE
Juan Fueyo es neurocientífico en el MD Anderson Cancer Center (Houston, Texas) y escritor
Lo advertía Goya: el sueño de la razón produce monstruos. Y es en Halloween cuando las pesadillas infiltran la realidad. En las tinieblas de la noche, cuando los párpados caen, las sombras se apoderan de la habitación y la razón se disuelve en las simas del sueño, repta el horror. El sueño, hermano menor de la muerte, deambula por los callejones peor iluminados del encéfalo y, por eso, los asesinos sonámbulos han sido, son y seguirán siendo un misterio para la ciencia y para la justicia.
En una noche maldita de 1846, en las calles de Boston, Albert Tirrell se convirtió en el protagonista de un drama legal sin precedentes. Acusado de asesinar a una prostituta, su abogado defensor susurró al oído de los miembros del jurado una sola palabra: "Sonámbulo". El jurado absolvió a Tirrell y abrió una túnel en la realidad jurídica que comunica el día con la noche, y que aún hoy permanece viable.
Las parasomnias de los sueños no REM o NREM son comportamientos anormales que incluyen el sonambulismo, los terrores nocturnos y el despertar confusional. No parece que alguien dormido pueda pasear o conducir, pero el cerebro no descansa nunca. Incluso durante el sueño NREM, la resonancia magnética funcional detecta actividad cerebral, y se ha demostrado que el cerebro dormido sigue siendo capaz de procesar información externa e incluso de detectar la pertinencia de su contenido.
En 1987, Ken Parks tenía 23 años y el rostro preocupado por dos asuntos muy diferentes: la paternidad reciente y las deudas. Una noche de mayo despertó en su coche con las manos ensangrentadas y la mente en blanco. No podía recordar que había conducido veinte kilómetros hasta la casa de los padres de su mujer, que se habían negado a darle dinero para salir de las deudas, y que había asesinado a su suegra y malherido a su suegro. La defensa esgrimió la teoría del "homicida sonámbulo". La ciencia del siglo XX era superior a la del XIX, y los datos de los electroencefalogramas y estudios del sueño crearon una duda razonable en el jurado. Los expertos en psiquiatría y neurociencia testificaron que Ken actuó en un estado que le impedía distinguir pesadilla de realidad. No existía el libre albedrio y debía ser declarado inocente. Y lo fue.
El sonambulismo ocurre durante el sueño NREM, en las primeras horas de la noche. Los afectados parecen despiertos, pero no responden al entorno, tienen sus sentidos desconectados y un rostro casi fantasmal. Pueden caminar, comer e incluso salir de sus casas. Esta mezcla de sueño y vigilia permite movimientos que se originan en el tronco cerebral y el cerebelo, sin gran participación de la corteza cerebral. La falta de implicación del córtex explica la ausencia de consciencia y la amnesia de los episodios.
Hasta el año 2005, se habían publicado 69 casos de homicidas sonámbulos. Pero tres años después, alguien más volvió a matar. En una noche de verano de 2008, Brian Thomas, un minero jubilado de 59 años, y su esposa Christine, de 57, habían decidido escapar de la rutina y disfrutar unas vacaciones en su caravana. Brian soportaba desde su infancia el peso de un sonambulismo crónico. Christine conocía bien sus episodios nocturnos, cuando vagaba por la casa con los ojos abiertos, pero la mente dormida.
Aquella noche, la brisa y el suave vaivén de la roulotte mecieron a la pareja hasta un sueño profundo. Brian creyó que un intruso se había colado en el coche y atacaba a Christine. Se abalanzó sobre el supuesto agresor. Al despertar, marcó el número de emergencias llorando: "Creo que he matado a mi esposa. Oh, Dios... Creí que había alguien encima de ella".
Los expertos en trastornos del sueño confirmaron su larga historia de parasomnias. Sus hijos, destrozados pero unidos, testificaron sobre el amor de Brian por Christine. El juez, después de escuchar evidencias médicas y testimonios desgarradores, declaró a Brian inocente. "No hay duda de que usted adoraba a Christine", sentenció, "y lo que ocurrió esa noche es una tragedia para usted y su familia".
Los trastornos del sueño NREM son más frecuentes en niños y suelen mejorar con la edad. Además del sonambulismo se pueden producir terrores nocturnos caracterizados por un despertar brusco con gritos y signos de miedo intenso. La persona está confusa y es difícil calmarla. En la tercera parasomnia, el despertar confusional, el paciente se sienta en la cama y tarda en saber dónde está y qué está pasando. Estas alteraciones del sueño ocurren en la primera mitad de la noche y quienes los experimentan sufren de amnesia al despertar.
Los asesinos sonámbulos resumen el mayor terror de la humanidad: despertar para descubrir que nuestras peores pesadillas se han hecho realidad. Cada uno de los casos de homicida sonámbulo es un macabro recordatorio de que, en los rincones más oscuros de la noche, cuando la razón duerme, pueden despertar fuerzas que desafían nuestra comprensión. Halloween es el momento más adecuado para preguntarse: ¿De qué horrores son los ojos que brillan en las cavernas de nuestra mente mientras dormimos?
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