Cuidar al sanitario tras la tragedia del covid-19

tragedia covid

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Después del naufragio del covid, muchos profesionales sanitarios, siguen padeciendo un cansancio vital, que ralentiza la agilidad mental para seguir prestando una praxis clínica excelente. Un agujero negro desconocido, insondable, misterioso, tétrico, lúgubre y apocalíptico que han vivido los profesionales sanitarios en la lucha contra el SARS-CoV-2.

Muchos profesionales sanitarios todavía sufren las graves secuelas psíquicas y emocionales de la gran ola del coronavirus. Por lo tanto, su capacidad de resiliencia se encuentra muy disminuida. Las emociones tóxicas invaden su mente; la laxitud y el escepticismo se incorporan a su vida personal y laboral. Desde la perspectiva psicológica del personal sanitario, después de este viento huracanado, surgieron la debilidad, la fatiga, la hibernación psíquica, el pensamiento obsesivo, la pasividad y la inhibición. En fin, profesionales rotos, atomizados, pesimistas, con un cansancio infinito, con mucho desaliento, atrapados en arenas movedizas que bracean para salvarse y evitar el hundimiento psíquico.

Además, el personal sanitario se sigue enfrentando a estresores laborales gigantescos, tales como jornadas laborales prolongadas, sobrecarga de trabajo, medicina al límite, conflictos severos con compañeros, familiares y pacientes. No es extraño, por lo tanto, la presencia de síntomas como: enojo, malestar psíquico, frustración, rabia, confusión, ausencia mental, distimia, culpa, impotencia, aislamiento, soledad, nerviosismo, tristeza, preocupación obsesiva e insatisfacción generalizada.

Por eso, si no queremos ser muertos en vida, tenemos que recuperar la esperanza como un poderoso fármaco, capaz de frenar la disfunción física y mental. Las relaciones humanas y, con ellas, muchos de los valores humanos se han esfumado. Echamos de menos ese café tranquilo, la conversación distendida, los saludos tan necesarios y los proyectos compartidos; es decir, pequeños medicamentos tranquilizantes que suponen mantener a buen nivel el rendimiento y, al mismo tiempo, ese apoyo psicológico y comunicativo ahora desaparecido (o muy disminuido).

Es el momento de agarrarnos a la esperanza para no caer en el abismo de la desesperación. Una llamada de atención para amortiguar el impacto emocional a estos profesionales sanitarios es este principio terapéutico: ¡Quiérete mucho! Ahora, es necesario redescubrir el auténtico valor de las relaciones sociales y los valores humanos (amistad, humanidad, altruismo, afectividad, generosidad, agradecimiento, compasión, empatía), sustraídos por esta catástrofe del covid-19. ¡No podríamos vivir sin ellos!

Una médica manifiesta que, a pesar de todo, “aprendí lo maravilloso de la vida, lo más profundo de la profesión y comprendí que tenía muchos motivos de gratitud que jamás había entendido”. También disfruta de la música sin límites (Verdi, Schubert, Bach), de la lectura y de la meditación. Asimismo, el adiestramiento y práctica en técnicas de respiración profunda o abdominal y los ejercicios de relajación muscular potencian también el “autocontrol” de la erupción emocional. Igualmente, resulta muy saludable el procurar ser optimista y encarar la vida desde la afirmación, no desde la carencia, y pensar en términos de suficiencia.

Buscar la felicidad es una disposición magistral para tratar de neutralizar el impacto emocional que hemos sufrido ante el rayo asesino del covid-19. Y un medicamento muy eficaz lo tenemos seguramente muy cerca; se practica en las culturas orientales desde hace miles de años. Se trata de armonizarse con la naturaleza, sentirla, abrazarla, contemplarla y disfrutar de los innumerables estímulos sensoriales tan agradables que nos ayudan a recuperar la sensación de paz.

Los hobbies son también una gran alternativa: salir a correr con tu perro, pasear en bicicleta, recoger setas, cocinar, cuidar las flores, pintar un cuadro, escuchar música o contemplar una puesta de sol, que reduzca o inhiba tus impulsos desbocados. La clave, por lo tanto, es aceptar y cambiar. Como dice Aldous L. Huxley (1894-1963): “Existe al menos un rincón del universo que con toda seguridad puedes mejorar, y eres tú mismo”. Apúntate al arte de la felicidad. Muéstrate, sigue tu instinto, inspírate, deja de ser víctima, haz todo aquello que sabes hacer bien, ama tu trabajo, míralo todo desde una nueva perspectiva, ten curiosidad por todo lo que te rodea, márcate objetivos razonables y disfruta de la obra maravillosa realizada; ayuda a los demás sin esperar nada, mímate y cuídate más (¡cúrate a ti mismo!).