La Nueva España de Siero

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Juan Noval, un poleso en la ópera de Oviedo

El tenor sierense triunfa en los escenarios compaginando la actuación con las clases en la escuela de música que tiene con su mujer

El tenor sierense Juan Noval. | A. I.

Juan Noval parece un hombre tranquilo y afable. Interpreta algunos de los papeles con los que todos sueñan en los teatros más importantes del mundo. Es “el poleso de la ópera”, que ahora interpretará “La Bohème” en la temporada ovetense.

“Nunca pensé que acabaría en esto”, reconoce él, que nació en 1973 en el seno de una familia numerosa “y muy musical”. Empezó cantando en un coro con 15 años, pero duró poco, porque se decantó por montar “un grupo de rock con mis hermanos” y “por jugar al basket”.

Al final retomó la afición por el canto y recién trado en la veintena “me embolaron para dirigir al coro infantil”. Se puso a estudiar Filología Inglesa, pero un día decidió cambiar de vida. “Creía que podía llegar más lejos y mi familia confió en mí. Mis hermanos se quedaron cuidando a mi madre, que estaba enferma, es algo que les agradezco mucho. Necesitaba desarrollar la voz, la técnica, eso tiene una fecha de caducidad”, explica.

Desembarcó en Alemania algo perdido, a pesar de ir ya con su participación en un coro semiprofesional cerrada y con unos estudios marcados. “Siempre fui muy valiente o muy inconsciente (ríe). Había hecho diez días de alemán acelerado”, dice.

Muy pronto debutó en la ópera, en 2004, en Aix en Provence, Francia. “Fue interpretando un papel pequeño en ‘El amor de las tres naranjas’”, comenta.

Obsesionado siempre por la técnica vocal, siendo un “estudioso” tal y como se define, descubrió el gran esfuerzo que debía hacer para actuar: “No tengo ese impulso que tienen los actores. Lo consigo a base de ensayar mucho, prepararme y pedir consejos”.

Esa dedicación le llevó por grandes escenarios europeos hasta que un día de 2017 llegó su gran momento. “En el Liceo de Barcelona buscaban un tenor para ‘Carmina Burana’ y se me presentó la oportunidad, al ser los agudos uno de mis puntos fuertes”, rememora aún ilusionado.

Más allá de esos entornos estelares, Noval describe el acto de cantar la ópera como “un placer físico”, como “comer chocolate”. También disfruta de su vida llana, de la academia de música que tiene con su mujer en La Corredoria, de vivir en Oviedo y de viajar.

La jugada le ha salido bien y no le pierde la ambición. “Estoy contento con mejorar y llegar a mi límite. Estar en la zarzuela en Oviedo, en la temporada de ópera o, por ejemplo, ahora ir al Liceo es para mí una gran satisfacción”, concluye.

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