Se abrochó el casco, apretó las zapatillas y partió, a las diez de la mañana, por vigésima quinta vez, a Covadonga. A sus 88 años, José Luis Quidiello, vecino de Lieres, hizo honor un año más a la promesa que le hizo en su día al malogrado ciclista José Manuel Fuente, “El Tarangu”: rezarle un Padre Nuestro al que fuera la figura más importante de este deporte en el Principado. “Ya tengo 88 años”, decía Quidiello este pasado 13 de septiembre antes de tomar la salida desde la localidad sierense en la que reside. 

La historia de esta promesa, que cumplió ayer sus bodas de plata, se remonta a los últimos días de “El Tarangu”, cuando el estado de salud del deportista sufrió complicaciones irreversibles tras un transplante de riñón. Entonces, Quidiello, enamorado del ciclismo, acudió a visitarle al hospital. 

Lo hizo hasta en tres ocasiones, aunque ya en la primera le hizo una propuesta. “Cuando me recupere iremos los dos juntos a Covadonga a rezar un Padre Nuestro”, le dijo. Esto nunca llegó a suceder. El 18 de julio de 1996 Fuente falleció y Quidiello quedó marcado para siempre por un compromiso. 

Desde entonces, el sierense recorre anualmente los 60 kilómetros que separan Lieres del Santuario, con la figura del ciclismo en el corazón. No le frena ni la edad, pues aunque comenzó con 63 años ha llegado a los 88 haciéndolo y afirma sentirse en plena forma. Eso sí, desde hace tres años se apoya con una bicicleta eléctrica, aunque asegura que esto “solo ayuda un poco”. 

Su pasión por “El Tarangu” es tal que llegó a ofrecerle ser donante de riñón, aunque no eran compatibles. Una vez fallecido, Quidiello incluso le ha puesto un altar en homenaje. Se trata de un mural situado a los pies de su casa, que retrata la ruta entre Oviedo y Covadonga. En el centro, una imagen del Tarangu domina la Nacional 634. 

Si Quidiello sigue manteniendo la salud, tiene la intención de continuar la promesa: la primera vez que lo hizo le acompañaron muchas personas, quedando, con el paso del tiempo, solo él. Deseando que los rezos a la Santina le ayuden a seguir, el sierense completó una vez más el recorrido y volvió tras un almuerzo en Arriondas, en coche, a la tranquilidad de su domicilio donde le esperaba, inmóvil, la figura pintada en el suelo, de su querido José Manuel Fuente.