Por segunda semana consecutiva, el mercadillo poleso de los martes se desplegó en las proximidades de la plaza del Paraguas de Ildefonso Sánchez del Río, dado que el barrio de La Isla, su tradicional ubicación, no puede acogerlo mientras duren las obras de construcción de los nuevos accesos a la capital sierense. El resultado del cambio de zona, provisional, no está siendo positivo para los vendedores: al menos eso aseguran indicando que las ventas habrían bajado “incluso un 70 por ciento”.

El tránsito de gente “es menor”, algo que los responsables de los puestos atribuyen a “la falta de costumbre”, pues la cita tan solo lleva dos ediciones en su nueva localización. La ubicación tampoco convence a todos los asiduos al mercado. A unos les parece “mejor la nueva” zona, otros creen que lo ideal era que estuviera en La Isla, algo imposible en este momento. Hay aún más opiniones: los más puristas consideran que los puestos deberían volver “a la plaza Les Campes donde estaba hace muchos años o , si no al interior de la plaza cubierta”.

Con treinta años de mercados a sus espaldas, Joaquín Pascual no vende un zapato. “Hoy nada”, lamenta. Echa cuentas y una de sus compañeras de puesto le interrumpe. “Será un cincuenta por ciento menos lo que se vende”, dice. Él revisa los números y va más allá. “Un 80 por ciento menos que el último antes del cambio de emplazamiento”, asegura.

Un poco más abajo, ya cerca de la plaza cubierta, se queja amargamente Avelino Alonso. “Tengo el puesto desde hace cuarenta años. Tenía el número uno y, ahora, me lo ponen en cuesta y con otros delante porque alguien se quejó de que no le gustaba donde le habían situado”. Las ventas también han bajado para Alonso, que no acaba de dar salida a su textil. El problema no es del género, pues ya con el paraguas a la vista, en un puesto de hilos, José Arconala apenas despacha un par de bobinas: “Aquí la gente compra poco ya de normal y desde el cambio, todavía menos”.

Parecen contradecir su versión María Hoz y Isabel Hurtado. Cada una lleva dos camisetas recién adquiridas: “Antes no íbamos mucho a La Isla, lo preferimos aquí”, comentan las veteranas vecinas. Sin embargo, saludan a Patricia Blanco y esta, acompañada de Lucía Hernández, lo discute: “Debería estar en Les Campes, como era siempre y sino en la plaza cubierta”, concluía, manteniendo la discrepancia.